La actriz Isabel Garcés,
que llenó una dilatada época del teatro y la cinematografía españoles, falleció, en la noche del lunes, en Madrid, a los 80 años. Isabelita alcanzó mucha popularidad no solamente entre el público espectador, sino también entre sus compañeros de profesión. En su larga carrera estrenó más de trescientas obras de teatro y participó en un centenar de películas. Estaba casada con el empresario Arturo Serrano, propietario del teatro Infanta Isabel, y había recibido, entre otros galardones, el Premio Nacional de Teatro. Isabel Garcés vivió en San Sebastián cuando comenzó la guerra civil. Ese período lo pasó con su esposo, Arturo Serrano, en la capital donostiarra. Inmediatamente después de que terminó la guerra civil regresó a Madrid y se convirtió en la vedette indiscutible de la burguesía madrileña, que apreció en ella su disposición para trasladar el humor de la calle a la escena. Reclamada por los más diversos autores, fue también reclamada por un público incondicional, al que ella se entregó con una gran generosidad profesional. Su muerte ha causado hondo pesar en la delatada familiar artística española.Artistas del cine y del teatro expresaron su pesar por la muerte de la popularísima actriz, que fue enterrada ayer tarde. En todos los testimonios se recuerda la facilidad con que Isabel Garcés se adaptó a los más diversos papeles y rubricó con su simpatía imparable papeles diseñados por autores tan dispares como Benavente, quien le dedicó sus últimas nueve obras de teatro; Miguel Mihura, Alfonso Paso, José López Rubio, Adolfo Torrado, Enrique Jardiel Poncela y Agatha Christie.
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