Madre no hay más que una
Roberta, de 96 años, es la más fiel y vital seguidora de su hijo John McCain durante la campaña electoral
Ante el descenso que sufre en las encuestas, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, John McCain, ha decidido incluir en sus mítines a una aliada incombustible. No se trata de su mujer, Cindy, su hija Meghan o su compañera de candidatura, Sarah Palin. Se trata de su madre, Roberta McCain, de 96 años.
La matriarca del clan McCain es un ejemplo del carácter aventurero de la familia. Su hijo no se cansa de repetir una anécdota que protagonizó Roberta en un reciente viaje de placer a Francia: "Cuando llegó, quiso alquilar un coche para recorrer el país. Pero se negaron a alquilárselo porque decían que era demasiado mayor. ¿Sabéis qué hizo mi madre? Se compró un coche y recorrió Francia".
La lucidez de Roberta McCain es un argumento velado que su hijo emplea para justificar el presentarse a las elecciones a los 72 años. En su familia la edad no es un impedimento. Roberta corre por las carreteras de Estados Unidos como si fueran un circuito de fórmula 1. "Acumula muchas multas por exceso de velocidad", admitió recientemente el portavoz de la campaña republicana, Brian Rogers. Según su propio hijo, hace dos años, a Roberta le sancionaron por conducir a 180 kilómetros por hora en el Estado de Arizona.
A los 20 años se casó con John S. McCain II. A pesar de que su familia se opuso a que se casara con su novio, "un marinero" al que le prohibieron la entrada en casa. Ambos cruzaron la frontera y huyeron a Tijuana (México), donde se unieron en rebeldía. El marinero llegó a ser almirante, ascendido en 1958 tras su servicio en la II Guerra Mundial. Por culpa de los largos meses de servicio de John McCain padre, Roberta pasó mucho tiempo sola con sus tres hijos, como una verdadera esposa de la Marina.
La disciplina militar que ha imperado en su familia durante décadas no impide que en sus apariciones públicas se filtre siempre algo de su proverbial sentido del humor. La semana pasada, en Pensilvania, el senador independiente Joe Lieberman, que apoya a McCain, contó una pequeña historia que define la vitalidad de esta mujer: "Una noche vimos a la señora McCain de camino a la Convención [Republicana del pasado mes de septiembre]. Entré en el ascensor, la vi y le dije: 'Está usted muy guapa, señora McCain'. Ella se giró y me respondió: '¿Estás tratando de ligar conmigo?".
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