Richard Rogers lidia con el sol y con la crisis
El Pritzker firma una sede del BBVA en México y el edificio de Abengoa en Sevilla
Antes de firmar el Centro Pompidou de París, el arquitecto Richard Rogers (Florencia, 1933) ideó una vivienda 100% sostenible. Corría el año 1968. Y el Pritzker británico asegura que entonces la sostenibilidad le preocupaba lo mismo que hoy cuando levanta rascacielos y centros comerciales en varios continentes. Sólo que... "no todo el mundo quiere ser sostenible", apunta. "El 50% puede obligarlo la legislación. El resto lo decide el cliente".
Así, reconoce que entre la nueva sede para el BBVA, que levanta en la ciudad de México, y el nuevo campus de Abengoa, que acaba de estrenar al sur de Sevilla, la constructora española ha querido ser más sostenible. ¿Cómo? Fundamentalmente jugando con el sol. "En Sevilla, más que aprovechar la luz y el calor se trata de evitar su torridez. Hemos levantado siete edificios que se protegen unos a otros. El mismo proyecto en Inglaterra hubiera separado más los edificios para aprovechar el sol. La sostenibilidad responde a las energías del lugar. A veces cerrándose al sol. Otras, abriéndose", explica.
"No todo el mundo quiere ser sostenible, además de la ley, decide el cliente"
"La crisis mejorará la arquitectura, los ciudadanos ya son más cuidadosos"
Rogers -que ha trabajado en este proyecto con los españoles Luis Vidal y J. Fernández Carbonell- considera que la crisis económica mejorará la arquitectura: "Los clientes son ya más cuidadosos y exigentes". Y recuerda que también la arquitectura es cíclica. Por eso, su receta anticrisis se remonta a la del 29. El resultado del desastre bursátil de entonces se tradujo arquitectónicamente en la construcción de parques. "Eso es lo que el Estado debe hacer en tiempos de crisis: generar puestos de trabajo mejorando las infraestructuras de las ciudades", considera.
Rogers es un ecologista urbano. Abogado de las ciudades densas y sostenibles, fue el cerebro de la reconversión de Londres en una urbe con dos orillas. Ahora cree que los Juegos Olímpicos sanearán el este de Londres, "una de las zonas más pobres de Europa occidental", asegura. Confiesa que la idea la sacó de Barcelona. "Ya no nos acordamos de la Barcelona con la costa contaminada, pero la recuperación de la playa como espacio público para el disfrute de los ciudadanos fue un hito urbano que muchas ciudades han tratado de imitar".
¿Cómo ve hoy Barcelona en donde muchos ciudadanos critican un consistorio que parece más preocupado por los turistas que por los ciudadanos? "Barcelona debería diversificar sus zonas con atractivo turístico", propone. "Pero no hay que engañarse, los turistas traen riqueza". ¿Todos? ¿Incluso el turismo depredador que arrasa con cuanto encuentra y regresa a dormir al barco? Ante ese tipo de turista, sir Richard Rogers reconoce que la invasión diurna de las ciudades es un problema. Y propone cuotas, como con los coches. "Soy partidario de estudiar los casos y reducir el número de entradas en las ciudades. Sucedió con los coches y se podría aplicar al turismo".
Después de construir edificios notables como la T4 de Barajas o las bodegas Protos, en Peñafiel (Valladolid), Rogers tiene, precisamente en Barcelona, atascada la reconversión de la antigua plaza de toros Las Arenas en centro comercial. Ante la pregunta de si ese cambio urbano también es sostenible, responde: "Mezclar comercio y cine favorece la cultura. El centro comercial tendrá luz natural y eso supone un gran ahorro cuando las tiendas consumen mucho en iluminación y aire acondicionado". Reconoce que la sostenibilidad resulta todavía cara. "El 50% del proyecto cuesta lo mismo hacerlo sostenible que no. El resto encarece. Pero gana en comodidad y responsabilidad. Y en una década devuelve el dinero en ahorro energético".
Su opinión, como urbanista, respecto a otro de los grandes quebraderos de cabeza de Barcelona -resolver el problema de la prostitución-, Rogers es rotundo: "Esconder los problemas no los soluciona".
También septuagenarios, sus ex socios sir Norman Foster y Renzo Piano son arquitectos que construyen en diversos continentes. ¿Qué queda de aquellos hippies que fueron? "Si se refiere a la mentalidad, sigue siendo la misma. Todavía queremos convertir el planeta en un mundo mejor. Y creo que la arquitectura que hacemos es mejor que el 95% de lo que hay construido. O sea, lo conseguimos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.