Color y luz para la Iglesia
El artista irlandés Sean Scully remodela la catedral de Girona - Otros templos buscan innovar para atraer visitas
Si no surgen imprevistos, para la Navidad la catedral de Girona lucirá el nuevo vitral que el artista irlandés Sean Scully ha realizado para la fachada norte. El Ministerio de Cultura licitó hace unos días las obras para el emplazamiento del ventanal, de 11 metros de alto y casi tres de ancho, cerrado desde el siglo XVI. Según el Boletín Oficial del Estado, las obras están valoradas en poco más de 575.000 euros, tienen un plazo de ejecución de seis meses desde su adjudicación y se encargarán a dos empresas especializadas: una realizará el vitral y otra reabrirá el agujero, del que actualmente sólo se aprecia la silueta, y lo colocará. "Será una obra espiritual, que permitirá a la luz inundar el interior. En el mundo actual es difícil representar la narrativa bíblica literalmente. El arte abstracto es más libre porque da un ritmo pero no cuenta un relato preestablecido", explicó Scully. El artista se inspiró en una obra realizada cuando era estudiante y aún utilizaba los colores fuertes y brillantes que con los años ha sustituido por una paleta de verdes, grises, ocres, rojos oscuros y negros, herencia de su Irlanda natal. "Los colores melancólicos funcionan bien en la tela, pero no son adecuados para una iglesia. En cambio, el azul y el amarillo son alegres y le dan un aire medieval", indicó Scully.
Sin duda el éxito de la piel de cerámica que Miquel Barceló creó a golpes y puñetazos para la capilla del Santísimo de la catedral de Palma de Mallorca ha jugado en favor de la elección de un célebre pintor contemporáneo para poner la guinda a las reformas de la catedral de Girona, valoradas 2,1 millones de euros. Sin embargo, dos años después de la intervención de Barceló, el propio cabildo de la catedral de Palma rechazó la propuesta de sustituir los actuales vitrales de la capilla de la Santísima Trinidad, por los que el artista y arquitecto italiano Costantino Ruggeri había realizado antes de morir, en 2007. Según los detractores del proyecto, los vitrales no proyectarían la luz adecuada a una catedral gótica y desmerecerían la intervención que Gaudí llevó a cabo en la capilla en 1904. Aquel trabajo, muy innovador para la época, realizado gracias al apoyo del clarividente obispo Campins, también levantó cierta polémica.
Sin embargo, la Iglesia en plena crisis de vocaciones y acosada por los escándalos, parece decidida a estrechar su complicidad con el arte contemporáneo para aprovechar su poder mediático y repercusión popular. El diácono Martin Warner, tesorero de la catedral de St. Paul de Londres, no niega que con el encargo de una pieza al escultor Anthony Gormley y de dos retablos electrónicos al videoartista americano Bill Viola espera atraer parte de los cinco millones de personas que cada año visitan la Tate Modern, situada justo enfrente.
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