Arquitectura por las ramas
El estudio Moneo-Brock firma un pabellón de cristal, nuevo icono de Cuenca
Como una roca por fuera y como un bosque por dentro. Así es este Pabellón de Cristal, el primer edificio del Parque del Recinto Ferial, que ocupará 14 hectáreas al suroeste de Cuenca. Entre los ríos Júcar y Moscas, a las afueras de la ciudad, los arquitectos Belén Moneo y Jeff Brock, en colaboración con Rafael Moneo, trataron de alcanzar un imposible. Querían que su edificio tuviera un uso múltiple y, sin embargo, buscaron darle una presencia diluida, esquiva. Así, resolvieron romper el gran volumen que debía acoger conciertos y bailes, fiestas y ferias en pequeñas estructuras que, juntas, suman un gran espacio. Al fragmentarla en módulos, la estructura arbórea de acero pintado de blanco tiende a desaparecer, se diluye en el paisaje como un copo de nieve. El resto de los materiales -piedra caliza local en el suelo y vidrio transparente o traslúcido en cubiertas y fachadas- ayuda a lograr un aire frágil y leve, pero también festivo.
La estructura arbórea de acero blanco se diluye en el paisaje
La idea de desgajar un inmueble en una suma de usos y fragmentos (23 módulos de planta pentagonal unidos en una malla estructural con forma de árbol) parece aliviar el peso de lo que es, en realidad, un gran equipamiento para la ciudad nueva. El pabellón marca el límite entre el futuro parque -cuyo paisajismo, ya están diseñando los arquitectos gracias a las ayudas del Plan E- y el centro urbano. Cuando se inaugure, servirá de acceso a esta nueva zona de ocio conquense. "El Pabellón de Cristal es, en realidad, una plaza cubierta: un lugar para disfrutar de la naturaleza sin tener que sufrir las inclemencias del tiempo", explica Belén Moneo. Con suelo radiante, calentado por energía geotermal, y una cubierta de cristal serigrafiado, el edificio aprovechará el efecto invernadero acumulando el calor del sol en invierno. Luego, llegado el verano, se transformará. Cuando abra sus cerramientos para conseguir ventilación natural se convertirá en poco más que una pérgola troceada y traslúcida.
No es ésta la primera vez que Jeff Brock y Belén Moneo, formados en la Universidad de Columbia de Nueva York y con estudio en Madrid desde 2002, ensayan la desaparición de un edificio en un enclave a partir de su fragmentación. En Panticosa, en el Pirineo aragonés, su proyecto para las Termas de Tiberio rompía un gran edificio en pedacitos de pavés, como si éste fuera hielo, en un marco habitualmente nevado. También la fachada, rota en escalones, fundía su carga traslúcida con los bancales en la falda de la montaña.
Ahora, en Cuenca, los arquitectos han vuelto a apostar por la división. Y la ciudad también ha reforzado su elección de una arquitectura aérea que remite a la de las antiguas casas colgantes, en versión posindustrial y al servicio de la ciudadanía. Más allá de este pabellón inaugural, existe un proyecto urbanístico para que el gran Parque Ferial de Cuenca crezca con un auditorio, un teatro, un albergue, un circuito de patinaje y hasta un estanque con barcas que suavizará las crecidas de los ríos circundantes.
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