'La boutique', Berlanga de transición
Los cuatro años que separan El verdugo (1963) de su película siguiente definen la dificultad con que Luis García Berlanga ha desarrollado su filmografía, una de las más apasionantes del cine español.El verdugo había sido mal recibida por la Administración (Sánchez Bella, entonces embajador español en Roma, intentó prohibir su proyección en el festival de Venecia), y eso era prácticamente una condena. Quienes dicen que Berlanga no rodó más películas por pura pereza ignoran el buen número de guiones terminados que aún duermen en los cajones del director.
El rodaje de La boutique añadió sus propias dificultades. La necesidad de ubicarla en Argentina, por necesidades de coproducción, obligó a eliminar del reparto a los secundarios habituales de Berlanga y a utilizar un estilo más refinado, algo insólito en el director de Plácido y El verdugo, dos joyas del humor negro. Se dio en considerar La boutique como obra menor en la filmografía de Berlanga; incluso el propio autor está dispuesto a reconocerlo así. Pero el tiempo ha hecho justicia, y hoy La boutique se ve como una película que contiene los elementos típicos del director, su acidez, su rebeldía.
La boutique se emite hoy a las 22
00 horas por la segunda cadena.
Lo que sorprendió negativamente en La boutique fue su insistente crítica del matriarcado. En las anteriores películas de Berlanga, como en las de Keaton, la mujer solía tener una misión lastradora, sin que ello negara actitudes similares en el hombre; no tanto en el esquema. de mujer tonta y hombre listo como en la descripción de un mundo de personajes amaestrados en el que la sensatez está exiliada. En La boutique, titulada al principio La victima, para definir al marido, y luego Las pirañas, para describir a la esposa y a la suegra, Berlanga se ríe de todos: lo que pone en solfa es el sistema de vida que permite a la mujer fingir una enfermedad mortal para que el marido otorgue sus caprichos, pero ni esa hábil venganza es producto de la inteligencia ni el marido es un prodigio de bondad y clarividencia.
Esta caricatura se prolongó en las siguientes películas de Berlanga, Vivan los novios y Tamaño natural; mientras en la primera de ellas hasta se dibuja el engranaje social que oprime al hombre que no quiere casarse, en la segunda es su propia intimidad la que acaba destrozándole.
Las dificultades para rodar La boutique (película encargada por Sonia Bruno entonces primera actriz de Cesáreo González) no se tradujeron sólo en la obligación de contratar al mediocre actor argentino Rodolfo Beban para el principal papel masculino, sino en presiones de la productora, que no entendía las sutilezas del autor. Logró, sin embargo, hacer una película que, aunque no es la mejor de su carrera, sí da una prueba más de su peculiarísima visión de la vida.
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