Fusionando
La sabiduría ancestral certificaba en una sentencia cínica, o escéptica, o exclusivamente realista y usada hasta el vómito que la política crea extraños compañeros de alcoba. Pero todos sabemos, excepto los que viven de ella (son mogollón), que esa profesión tan rara y productiva se rige frecuentemente por la sordidez, el pragmatismo a cualquier precio, el fraude, la impostura, la doble moral y demás triunfantes virtudes. A pesar de esa intuición o certidumbre tan antigua, seguimos escandalizándonos o creándose inútil alarma social cuando el eterno fraude resulta demasiado transparente, cuando en nombre de intereses proteicos permiten que salga a la luz pública un pedacito del gran tinglado.
Las alianzas aparentemente exóticas o incongruentes no son exclusividad de la política. Forman parte biológica de los negocios. Aunque se pueden justificar en nombre de la sagrada supervivencia. El enemigo de hoy es el posibilista, o simplemente fraternal socio de mañana; no hay fusión que por bien no venga y demás tópicos desasosegantemente reales.
Los neoliberales de siempre certificaron con jolgorio el funeral de las ideologías, deduciendo que ya sólo quedaría la suya y que se la iban a imponer a golpes a los insignificantes disidentes. No acertaron del todo. Se supone que en los medios de comunicación todavía perviven enfrentadas visiones del estado de las cosas, formas afortunadamente irreconciliables de entender la vida. Simplificando: izquierda y derecha.
Hasta que los muy dignos dueños del blanco y el negro deciden en nombre de la pasta que lo más práctico es fundirse en claroscuro. Respetando en el impensable matrimonio, claro está, las esencias morales y la independencia informativa y expresiva de los que antes se buscaban la yugular y que han decidido ser cónyuges. Va a ser gracioso observar la luna de miel entre esas televisiones que estaban en racionales antípodas. Pero los profesionales, los que tienen lo que hay que tener, sienten estupefacción o tiemblan. Los trepas y los conversos vocacionales se parten de risa. El nuevo mundo les adora.
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