Amor
El censo de cínicos, misóginos y cabreados en general ha pegado un estirón este fin de semana. A los que ya existían antes, que no eran pocos, hay que sumar cientos de miles de personas que vieron el sábado La noria. El programa de Jordi González en Tele 5, dentro de su habitual línea pedagógica, invitó a la novia de Antonio Puertas. Ya saben, la mujer a la que Puertas estaba zurrando hasta que intervino el profesor Jesús Neira. Como saben también, Puertas está en prisión preventiva, y el profesor Neira permanece en coma, en un estado crítico.
A la novia de Puertas, en cambio, parece que le va estupendamente: ya ha ingresado en el circuito de la televisión de pago, y el sábado se sacó unos eurillos defendiendo ante las cámaras a ese muchachote, noble en el fondo, que le pegaba por amor (también le pegaba su primer marido, estas cosas funcionan así) y que no tuvo culpa en la agresión a Neira, porque, pobrecillo, andaba un poco pasado de alcohol, cocaína y otros productos dietéticos.
La maltratada vocacional lució vestuario y sonrisa en su momento estelar, glorioso también para todos los misóginos. Esta mujer, que no se ha molestado en acercarse al hospital donde el hombre que intentó defenderla lucha contra la muerte (habría ido, supongo, de haber habido dinero de por medio), disfrutó con fruición de su homenaje a las víctimas de la violencia doméstica. Que son, quede claro, esos pobrecitos que por un bofetón cariñoso, o una simple patada de desahogo, acaban teniendo problemas con la justicia. La paliza a la parienta es una prueba de amor, señores: lo han dicho en la tele.
Permitan que omita el nombre de esta mujer, y que nos ahorremos los comentarios de rigor sobre La noria. No valen la pena.
Ahora, por favor, dejen de leer. Aquí mismo. Se lo ruego. Tengo que decir algo incorrecto y desagradable, y preferiría decirlo en privado.
Jesús Neira ya es un héroe. Pero no tenía que haber intervenido aquel fatídico 2 de agosto, porque alteró el orden natural de las cosas. Puertas está bien donde está. Neira, por desgracia, ocupa la plaza hospitalaria que le correspondía a esta mujer.
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