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Reportaje:

Juicio a la Maruxaina

Miles de personas se reúnen en Cervo para condenar o salvar a una sirena

Como cada segundo sábado de agosto, una multitud se reunió en la playa de O Torno, en el ayuntamiento de Cervo, para juzgar a la Maruxaina. Ayer unas 11.000 personas celebraron esta fiesta de interés turístico gallego cuya protagonista es una ninfa marina con cuerpo de mujer y cola de pez, que vive en las islas Farallóns. Cuenta la leyenda que unas veces es una sirena hermosa que atrae y seduce a los marineros, pero en otras ocasiones se convierte en bruja. Se dice que esta ninfa, tanto avisa a los marineros de los temporales y los peligros del mar, como los engatusa para que choquen contra las rocas. Y es que la Maruxaina está celosa de las mujeres de los navegantes. Éstos se arman de valor y van a buscarla protegidos con cuernos, instrumentos que tocan para no oír sus cantos hechiceros. Sin sucumbir a sus embaucadoras melodías, luchan por traerla a tierra a medianoche para juzgar su comportamiento durante el año. Poco a poco, la Maruxaina se acerca a la población de San Cibrao, que permanece totalmente a oscuras. Sólo los candiles, las farolas y las velas que llevan los participantes evitan la total oscuridad. Cuando en el corazón del mar se vislumbra una mínima sombra aumentan los gritos, el sonido de gaitas y de cuernos, y sobre todo, la expectación por recibirla. A medianoche, una hora después de haberse concentrado para verla, la Maruxaina llega a la playa.

Si le dan el visto bueno a su conducta bailan con ella hasta el amanecer, de lo contrario la quemarán. En cualquier caso, se le permite unirse al baile entre el gentío con la absolución popular. Los dos bandos contrapuestos que se erigieron, unos para defenderla y otros para atacarla, acaban fundiéndose en uno solo que continúa de fiesta toda la madrugada.

El componente legendario da pie a la vestimenta de los maruxainos. Ellas visten faldas largas negras y ellos llevan pantalones remangados. Una de las primeras en llegar a O Torno fue la lucense María Hurtado, que "siente algo especial" cada vez que vuelve, ya que vivió su primera fiesta con un mes de vida y no concibe "un verano sin esta tradición". Como asidua, viste el típico traje de color negro con el que homenajea a los hombres que el mar se ha tragado, que acompaña de la carabela o cesta hecha de mimbre. Junto a ella, un chico que lleva un cuerno marino simula la llamada de un ser mitológico. Los buenos maruxainos se atavían con una boina negra, un paño azul en el cuello, una camisa marinera sin botones y un pantalón azul oscuro. La fiesta se completa con el chupinazo de media mañana, la comida de hermanamiento, el "concurso internacional de dormir la siesta", con las modalidades de vuelta y vuelta, sonorización y efectos especiales, y los "Juegos Olímpicos maruxainos". Fuegos artificiales, queimada y una gran verbena continúan por la noche para celebrar que sólo faltan 364 días para volver a decidir el destino de la ninfa. Mientras tanto, se pueden contemplar las estatuas de la sirena en la plazoleta de San Ciprián, esculpidas hace poco más de un año por Ángel Cao.

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