Ni moras ni cristianas
Una antropóloga analiza la marginación de la mujer en las fiestas de Alcoi
La exclusión de la mujer en las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoi no se debe al respeto a la tradición, como alegan muchos de sus defensores. La participación en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres en estas fiestas "amenaza el orden social y simbólico alcoyano" porque supondría "una ruptura de los modelos de género asignados y supondría compartir las estructuras de poder y prestigio sociales". Esta es una de las principales conclusiones de la antropóloga social Verónica Gisbert (Alcoi, 1978), que hoy defenderá en la Universidad de Granada, con la presencia de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, su tesis de final de máster Ni moras, ni cristianas: género y poder en los Moros y Cristianos de Alcoi. Gisbert, licenciada en Criminología, ha cursado el programa Gemma, el único máster oficial en estudios de mujeres y género que imparten varias universidades europeas. Y ha hecho un análisis, desde la antropología social, sobre los motivos por los que la mujer alcoyana no participa en igualdad de condiciones.
La tesis defiende que los detractores ven amenazado "el orden social y simbólico"
La pregunta inicial que se planteó es: ¿por qué si las fiestas son algo trivial, para disfrutar y pasarlo bien, generan un conflicto tan profundo? Y tras delimitar un marco teórico, analizar y comparar todas las fiestas de moros y cristianos que se celebran en el mundo (Perú, México y en España), llega a la conclusión de que la exclusiva participación de los hombres es una cuestión de "prestigio social y poder que supera a la propia fiesta", explica la propia Gisbert, que rememora la hazaña de Nuria Martínez, que en 1998 desafió a la tradición y fue la primera festera en abrir "la caja de Pandora". Han pasado 12 años desde entonces y el debate sigue al rojo vivo dividiendo a la sociedad alcoyana. La constitución en 2003 de la Asociación Fonèvol aglutinó a decenas de mujeres contra esta marginación.
Gisbert resume algunos de los episodios más destacados de esta historia. Así, por ejemplo, recuerda cómo el inmovilismo de estas fiestas frenó la propuesta del ex alcalde socialista José Sanus de trasladarla de los días 22 a 24 de abril a fin de semana para conjugar "tradición y progreso". Una idea que provocó un rechazo en parte de la sociedad, hasta el extremo de que el 19 de enero de 1997 más de 8.000 personas salieron a la calle bajo el lema "22, 23 i 24 sempre". Uno de los promotores de la protesta, el historiador Adrián Espí, advirtió de que "la fiesta es sagrada, quien la toca está condenado", y en las elecciones de 1999 parte de la sociedad alcoyana penalizó al alcalde, que perdió su mayoría absoluta y formó un gobierno inestable con IU. Pero el primer intento de acercamiento de la mujer a la fiesta se remonta al 19 de abril de 1979, recién constituido el primer gobierno municipal de la democracia. Los concejales, después de cenar, se unieron a las filaetes, y las concejales Concha Martínez y María Julia Moltó pensaron que después de recuperar el derecho al sufragio podrían desfilar con sus compañeros. Pero el primer tró de la filà Llana les pidió que desistieran: "La fiesta es para los hombres. Y las mujeres a la acera a aplaudir".
El Ayuntamiento de Alcoi también ha sido declarado "hostil" por el Síndic de Greuges por "subvencionar y financiar las actividades de la Asociación de San Jorge, que obstruye la participación integral y plena de la mujer en las fiestas", ya que este año son 120.000 euros los que destina de su presupuesto a esta entidad.
Verònica Gisbert considera que "la incerteza, la inseguridad o el riesgo" de la actual sociedad alcoyana, castigada por la crisis y que rememora un pasado glorioso económico y cultural, provoca que mucha gente se quiera aferrar a "lo único que queda de aquel pasado, que son las fiestas,". "Por eso no quieren perder la tradición, para sentirse seguros, están orgullosos y no quieren cambiar, les da miedo". Y al mismo tiempo recuerda que la identidad alcoyana se construye "durante todo el año en torno a estas fiestas". Pertenecer a una determinada filà visualiza una posición social y toda una dinámica de relaciones profesionales, laborales y de amistad. "Pese a que el tema es delicado y problemático, todo el mundo me abrió la puerta y me atendió", agradece Gisbert, quien tiene claro que ha podido iniciar esta investigación porque es alcoyana y porque hace años, gracias a Fonèvol, la polémica está más presente y pendiente de un final.
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