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Columna
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Seis apuntes sobre el PSPV

- Dilema. El del PSOE. La dirección del partido -o Moncloa- tiene que decidirse por tomarse en serio, o no, la Comunidad Valenciana. Un territorio en el que desde 1993 pierde las elecciones generales, con un piso del 39% de los votos. A favor de tomárselo en serio juega el hecho de que el pasado 9-M los socialistas alcanzaron la mayoría porque obtuvieron un resultado excepcional -difícilmente repetible- en Cataluña y empezaron a mostrar signos de agotamiento en Andalucía. Si Zapatero aspira a una tercera victoria consecutiva está obligado a emplearse a fondo en la Comunidad Valenciana y Madrid. Y Valencia cuenta con Fernández de la Vega. La vicepresidenta anuncia su disposición a implicarse a fondo. Veremos. En contra, paradójicamente, juegan la historia y los resultados. La federación socialista valenciana es una jaula de grillos interna, pero tiene acreditada una mansedumbre frente a Madrid que la convierte en irrelevante ante una dirección que sabe que, pase lo que pase, tiene garantizado el apoyo del 40% de los electores. Pero los pisos están para romperse. Y "la cornada" del 9-M, como hacía notar una dirigente del socialismo valenciano, "es grave", pese a que algunos se empeñen en presentarla como un revolcón.

Los socialistas llevan tantos años enredados en sus cuitas que han olvidado a los ciudadanos

- Estrategia. La que carece el PSPV. Hace unos días en EL PAÍS María José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Universidad Complutense, recordaba la recomendación que Philip Gould hiciera en 1986 a un Partido Laborista que no lograba levantar el vuelo: "Menos publicidad y más estrategia". Un lema que llamaba la atención sobre la necesidad de estar en sintonía con las preocupaciones reales de los ciudadanos, para hacer "políticas públicas profundas y contarlas con mensajes atractivos y coherentes". Justo lo contrario que han hecho los socialistas -los de aquí y los de allí- en los últimos lustros. Y justo lo que hizo el PP a partir de 1993 cuando descubrió que, imposible ganar en Cataluña y Andalucía, se lanzó a por Madrid y la Comunidad Valenciana y que, en esta tierra, se resumió en un titular: "Poder valenciano", que tantos éxitos dio y sigue dando al Partido Popular.

- Liderazgo. Qué será, será. Los profesores Joaquín Azagra y Joan Romero han teorizado abundantemente sobre las clases medias emergentes y cómo éstas acabaron dándole la espalda al PSOE, también han advertido sobre el fenómeno de la inmigración. El primero, además, vaticinó recientemente en este periódico que los socialistas valencianos en las próximas elecciones autonómicas no sólo no recuperarán voto, sino que lo volverán a perder. Un escéptico es un optimista bien informado. Azagra es directamente pesimista. No le faltan motivos. Los socialistas valencianos llevan decenios sin estrategia, sin discurso y sin liderazgo. Tres razones necesarias, aunque no suficientes, para constituirse en alternativa al PP. Los precandidatos conocidos a dirigir el futuro del socialismo valenciano están muy lejos de ser unos líderes, apenas se les conoce su discurso y lo que se sabe de su estrategia no es como para tirar cohetes.

- Ciudadanos. ¿Quién piensa en ellos? Los socialistas valencianos llevan tantos decenios enredados en sus cuitas internas que se han olvidado de los ciudadanos. El hecho de que existan tantos precandidatos a la secretaría general -más los que faltan por salir- es un síntoma del autismo social del PSPV, encerrado en sus batallas tribales. Lo poco que se conoce de los primeros movimientos de peones en la batalla orgánica recién iniciada no alimentan la esperanza. Al contrario. Más de lo mismo: "tú me das los votos y, si gano, podrás ser diputado autonómico, o provincial, o asesor, o miembro de un consejo de administración..." Un do ut des aburrido, eterno, que garantiza la victoria interna y también la derrota electoral. Una estrategia que podría resumirse en "gane yo, aunque pierda mi partido". No es extraño que las únicas iniciativas que se les conoce hayan sido ponerse en primer tiempo de saludo ante el secretario de organización federal, José Blanco, y mantener intensas reuniones con los diferentes jefes tribales para garantizarse su apoyo. Ideas, ni una. A lo más una colección de lugares comunes mal disimulados con retóricas frases sobre la personalidad de los valencianos.

- Un simplismo. Lerma es culpable. Frase muy de moda en las últimas semanas y que sirve para justificar los malos resultados de las últimas generales en la Comunidad Valenciana, las del 2000 o todas las autonómicas desde 1995 hasta la fecha. Hay quien sintetiza la historia del PSPV en "prelermismo, lermismo y postlermismo". Un reduccionismo que tiene como ventaja el evitar pensar y, además, borra el disco duro de la memoria. No es poca cosa. Claro que Lerma es culpable: De todos los éxitos del PSOE en la Comunidad Valenciana desde 1977 y de alguno de sus fracasos. El ex presidente de la Generalitat no dirige el partido desde 1997, lo que no quiere decir que no haya influido, y no poco, en su interior. Pero ignorar que la inmensa mayoría de todos los miembros de las ejecutivas que han sido desde que Joan Romero se alzó con la secretaría general hace 11 años no han estado en la órbita del ex presidente, es ignorar la realidad.

- Otro simplismo. Pensar que Madrid (Zapatero/De la Vega/Blanco) podrá imponer su candidato/a digitalmente o previo cónclave con barones tribales. La historia del PSPV dice que nada se hace contra Madrid, pero que no soporta las imposiciones de Madrid. Ciprià Ciscar sabe más que nadie de esto.

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