María Elvira Salazar, congresista de Florida, rompe filas con los republicanos cubanoamericanos de Miami y Trump
La representante califica como “injusta” y “anti estadounidense” la decisión del Gobierno de pausar todos los procesos migratorios de los ciudadanos de 19 países


La congresista de Florida María Elvira Salazar ha roto filas con los legisladores republicanos cubanoamericanos de Miami, al calificar como “injusta” y “anti estadounidense” la decisión del Gobierno de Donald Trump de pausar todos los procesos migratorios de los ciudadanos de 19 países, incluyendo cubanos, venezolanos y haitianos. El presidente anunció la medida después de que dos miembros de la Guardia Nacional fueron baleados por un inmigrante afgano en Washington antes de Acción de Gracias.
“Estados Unidos no cree en el castigo colectivo. No castigamos a los inocentes por los pecados de los culpables. Congelar los procesos de asilo, residencia permanente y ciudadanía NO es la solución. Castiga a inmigrantes trabajadores y respetuosos de la ley que han seguido cada paso del proceso legal. Eso es injusto, anti estadounidense y va en contra de todo lo que representa este país”, dijo Salazar en un comunicado enviado a EL PAÍS.
“Ya existen verificaciones de antecedentes para detener a los terroristas, y así debe ser. En el sur de Florida, miles de personas que huyeron de tiranías socialistas lo hicieron de la manera correcta: aplicaron legalmente, pasaron las verificaciones de antecedentes y esperaron su turno. ¡Muchos de ellos están listos para votar a favor de la democracia y la libertad!”, agregó la congresista.
Su declaración contrasta con la postura de sus compañeros de partido cubanoamericanos de Miami Carlos Giménez y Mario Díaz-Balart, quienes hicieron una conferencia de prensa aparte el miércoles pasado y dijeron que la medida anunciada por el Gobierno de Trump era una consecuencia del “abandono imprudente de la seguridad fronteriza” de la Administración del expresidente demócrata Joe Biden.
Durante años, los tres legisladores cubanoamericanos se han presentado como un bloque político cohesionado, exigiendo mano dura contra regímenes totalitarios, aplaudiendo sanciones y defendiendo controvertidas medidas ante la opinión pública. En los últimos meses, han mostrado una unidad casi monolítica en apoyo a Trump y su agenda, al punto de ser apodados por aliados del presidente como “los tres locos cubanos”.
Su apodo encapsula su postura como un trío inflexible y estridente, cuya colaboración ilustra la influencia del presidente en la política del sur de Florida. El año pasado, unieron fuerzas para presionar al Gobierno sobre un acuerdo que permitía a Chevron operar en Venezuela, cuya licencia no fue renovada como resultado. También han respaldado públicamente la política migratoria del presidente: han culpado al Gobierno de Biden por la crisis migratoria y presentando las medidas de Trump como necesarias para la seguridad, a tono con el discurso nacional republicano.
Un giro estratégico
El giro de Salazar ocurre en medio de un creciente malestar en el sur de Florida con la ofensiva migratoria del presidente, que ha golpeado a comunidades que lo apoyaron y ayudaron a que el condado de Miami-Dade —un bastión demócrata por décadas— se virara a republicano en las elecciones presidenciales pasadas.
El Gobierno de Trump ha cancelado programas humanitarios que permitían vivir y trabajar legalmente en el país a cientos de miles de cubanos, venezolanos, nicaragüenses y haitianos, muchos residentes en Miami-Dade. También ha impulsado operativos para arrestar migrantes en sitios de trabajo, carreteras y tribunales de inmigración, dejando a miles de familias separadas y generando un clima de miedo en las comunidades.
Ese clima ha sido capitalizado políticamente. Los tres legisladores han sido criticados por los demócratas en campañas publicitarias con carteles que han aparecido en las principales autopistas de Miami, llamándolos “traidores” por su apoyo a las políticas migratorias de Trump.
Según analistas, Salazar estaría ajustando su estrategia política antes de las elecciones del próximo año, consciente de que su distrito —el 27 de Miami-Dade, con un 70% de votantes hispanos y un 20% de inmigrantes— es particularmente volátil y sensible a los efectos de las políticas migratorias de Trump. Los expertos opinan que su giro podría posicionarla estratégicamente como una voz sensata dentro de un partido cada vez más polarizado, al tiempo que envía un claro mensaje de que en el sur de Florida la inmigración es una realidad profundamente personal.
“Salazar es muy vulnerable en su distrito, que no es homogéneo ni históricamente republicano, sino que tiene una demografía muy particular y diversa, con afrodescendientes, haitianos e hispanos. Basta que haya un cambio pequeño entre los hispanos para que ella pierda ese distrito”, apunta el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) Eduardo Gamarra. La congresista “está viendo en las encuestas que hay una reacción negativa entre los hispanos”, agrega.
Gamarra lideró un estudio en mayo sobre el sentimiento entre los venezolanos tras el fin del Estatus de Protección Temporal (TPS) y el programa de parole humanitario, donde el 43% de los encuestados dijo que los representantes de Miami-Dade en el Congreso —Díaz-Balart, María Salazar y Giménez— no habían defendido adecuadamente a la diáspora venezolana en materia migratoria.
“Ella no va a poder ganar la reelección con las políticas de Trump y los republicanos, especialmente con este nuevo endurecimiento que lo que ha hecho es básicamente congelar todas las aplicaciones, desde matrimonios hasta juramentaciones de naturalización. Ella tiene que mudarse de esa posición dura”, indica Gamarra. “Sabe, por la demografía de su distrito, que tiene que reaccionar, porque si no van a elegir un demócrata”.
El doctor Andrew Seele, presidente del Migration Policy Institute, un think tank con sede en Washington, dijo que “cuanto más indiscriminadas sean las políticas migratorias, más probable es que afecten a personas que son votantes estadounidenses”.
Según Guillermo Grenier, profesor de sociología de FIU, la decisión de Salazar es más personal. “Salazar lleva tiempo incómoda con la situación de la inmigración y esta vez dijo ‘ya basta’. Está leyendo los mismos sondeos que todo el mundo, que indican que Trump se está extralimitando, y a nivel personal vio que su posición tenía que cambiar”. Opina.
Salazar “no tiene nada que perder porque en su distrito no tiene a nadie contra ella”, incluso si Trump reacciona y decide impulsar un candidato opositor republicano. “Su posición en el partido como uno de los tres Crazy Cubans, —ahora la menos crazy de los tres— está sólidamente establecida, y está diciendo una cosa que la mayor parte de las personas —cubanos, venezolanos, haitianos, quienes sea— están pensando: que Trump se ha estado extralimitando legalmente, es decir, ha ido más allá de lo que la ley permite. Lo que ella ha dicho es, en realidad, lo que los sondeos muestran y lo que la gente está hablando: que lo que está ocurriendo es peligroso”, agrega.
Grenier cree que la congresista ha tomado “una decisión muy sensata políticamente, porque se está apartando de los argumentos de Trump que tienen un impacto negativo en Miami-Dade”, sin señalar directamente a nadie.
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