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El Día de Muertos cruza la frontera de la mano de una pareja de Tucson

La icónica celebración mexicana echa raíces también en Arizona, donde los altares y talleres creados por un matrimonio sirven de homenaje y celebración de la herencia

Esta historia fue publicada conjuntamente con Puente News Collaborative con palabra. Puente News Collaborative es una organización sin ánimo de lucro bilingüe dedicada a la información, organización y financiación de noticias de calidad y rigor informativo enfocadas en la frontera entre Estados Unidos y México.

Los recuerdos de Antonio Estrada y Gloria Valenzuela sobre su infancia en la frontera están entretejidos en cada altar de Día de Muertos que han construido a lo largo de más de tres décadas. Una botella de Seagram’s 7 siempre ocupa un lugar en el altar junto a la foto del padre de Estrada, porque le encantaba el whisky. El color favorito de su madre era el rosa, así que la imagen enmarcada de la costurera y madre de seis hijos del sur de Tucson siempre está flanqueada por flores rosadas. Las memorias de Valenzuela sobre su pueblo natal de Guadalupe, a las afueras de Phoenix, dan forma a los homenajes a su familia.

“Es una manera de comunicarnos con nuestros seres queridos de una forma muy personal, y de respetar su memoria”, dice Valenzuela, quien aprendió a hacer altares de su difunta madre, una mexicoamericana con raíces en el Estado central de Jalisco. Estrada, quien, como muchos mexicoamericanos, creció sin esta tradición, aprendió de Valenzuela, su esposa.

La pareja siente pasión por enseñar el arte de construir altares a quienes están descubriendo esta práctica en medio del vibrante auge de las celebraciones del Día de Muertos en las regiones fronterizas del suroeste y en ciudades estadounidenses más al norte. La tradición se aceleró con el estreno en 2017 de la película animada Coco, aclamada por su reflexión sobre la vida, la muerte, la familia y la cultura mexicana.

Con raíces indígenas que preceden a la conquista española, el Día de Muertos en México coincide con las celebraciones cristianas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, el 1 y 2 de noviembre. Sin embargo, existen diferencias clave, y las tradiciones indígenas para honrar a los muertos ya existían antes de la llegada de los españoles a inicios del siglo XVI.

Celebraciones en Estados Unidos

Las ciudades con grandes comunidades mexicoamericanas —como Los Ángeles, Chicago, Dallas, Houston, Austin y San Antonio— han celebrado la festividad durante décadas. Este año, las celebraciones públicas volverán a extenderse por los Estados fronterizos de Estados Unidos, con una enorme All Souls Procession (Procesión de las Almas) que se celebra anualmente en Tucson desde 1990. El Centro Cultural México Americano de El Paso, inaugurado a principios de este año, espera recibir a más de 50.000 personas en su festival y desfile. Las localidades texanas de Marfa, Presidio y McAllen también celebrarán sus propias festividades.

Durante 35 años, en Tucson, Estrada y Valenzuela han compartido la tradición con familiares, amigos y el público a través de altares de gran y pequeño formato. Su altar más grande fue una instalación pública de 4.8 por 3 metros que construyeron en 2019 en los jardines botánicos sin fines de lucro Tohono Chul, ubicados en las tierras tradicionales de los pueblos indígenas del área de Tucson.

La pareja regresó a Tohono Chul a finales de septiembre para impartir un taller sobre mini altares construidos completamente dentro de una cajita del tamaño de una caja de zapatos, elaborada con cartón, madera balsa, arcilla u otro material, para ofrecer una mirada más íntima a un solo antepasado o a un pequeño grupo. Las cajitas que mostraron Estrada y Valenzuela incluían una caja amarilla dedicada a los cinco gatos que han tenido durante más de cuarenta años de matrimonio.

En otra galería dentro de Tohono Chul se presenta una exposición de arte del Día de Muertos centrada en un gran altar comunitario diseñado por Genevieve Guadalupe, una artista local mexicoamericana dedicada al grabado y las fibras textiles. La instalación incluye tarjetas para escribir el nombre de un ser querido fallecido, e incluso dejar un mensaje.

Un niño dejó una tarjeta para Bella, “una presiosa pastor aleman” (“a nise beautiful girmend sheperd”). Otra tarjeta le decía a la abuela Theresa que la extrañaban todos los días. “Te amo, Grammy”, y agregaba: “Go Cubs [equipo de beísbol de Chicago]”.

Guadalupe, originaria de Puebla, México, dijo que este tipo de altares comunitarios permiten a las personas compartir los recuerdos de sus seres queridos y recordar a todos que el día se trata de honrar a los muertos. “Es algo muy serio y muy especial”, dice Guadalupe. “Tengo sentimientos encontrados sobre cómo algunas personas lo confunden con Halloween. Pero para mí tampoco es una festividad religiosa. Es una celebración para recordar a quienes amamos y que han partido, para tenerlos cerca de nuevo.”

Estrada y Valenzuela también insisten en que, aunque la festividad sea alegre, las celebraciones deben mantenerse con dignidad. “Mientras la gente entienda la tradición y la respete, nosotros estamos de acuerdo”, dice él. De hecho, los altares pueden inspirar emociones profundas. “He visto personas quedarse frente a nuestros altares y simplemente romper en llanto”, cuenta Estrada.

Construyendo un altar

En México, los altares tradicionalmente se construyen en los hogares o sobre las tumbas en el cementerio local, donde las familias se reúnen para comer, beber y acompañar a sus antepasados. Los alimentos favoritos, las bebidas, las fotos y otros recuerdos se colocan como ofrendas.

Entre los elementos más comunes se encuentran las calaveritas de azúcar y el pan de muerto, con huesos cruzados y espolvoreado con azúcar. Un altar típico también incluye las flores de cempasúchil, de color naranja brillante, que según la tradición atraen a las almas de los muertos con sus pétalos y su aroma.

Los estilos de altar varían de un lugar a otro, y las opiniones sobre qué incluir pueden diferir. Pero Estrada y Valenzuela aseguran que varios elementos adicionales deben estar presentes para que un altar esté completo:

Tierra: Elementos que crecen y provienen de la naturaleza, como flores, plantas, frutas, maíz, y especialmente los alimentos que disfrutaban los seres queridos fallecidos.

Viento: Objetos que se mueven al ser tocados o al pasar el aire, como las hojas de un árbol o el papel picado, los coloridos recortes de papel que se cuelgan durante las celebraciones mexicanas.

Fuego: Velas, incienso o la quema de salvia, que representan las oraciones elevadas al cielo. Según la tradición, el humo y el aroma guían a los difuntos de regreso para reunirse con sus seres queridos.

Agua: Un vaso de agua es esencial para los espíritus sedientos después de un largo viaje, según explica la pareja. También son bienvenidos el café, el chocolate, la cerveza y el tequila.

Una última cosa: Valenzuela dijo que les gusta incluir una vela en sus altares para dar la bienvenida a un alma solitaria que no haya sido recordada por su familia. “Queremos asegurarnos de que sepan que no han sido olvidadas”.

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