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El acuario que nació de una fuga de agua, símbolo de resiliencia de una calle de Brooklyn

Los vecinos de Bed-Stuy aprovecharon el encharcamiento por las fugas para crear un estanque con decenas de carpines dorados, que se ha convertido en una atracción que hace las delicias de los locales

Bed-Stuy
Personas visitan el acuario 'Bed-Stuy', un charco creado por una fuga en una boca de incendios que los vecinos llenaron con crías de peces en Blooklyn, Nueva York.Andrew Lichtenstein (Corbis via Getty Images)
Ana Vidal Egea

A veces uno se topa con sucesos mágicos como este que lleva en su sello la fuerza creativa y fascinante de la comunidad. Todo comenzó a principios de agosto a partir de que los vecinos de Bed-Stuy, en Brooklyn, tuvieran que presenciar a diario un hecho enervante; como es pasar todos los días junto a una boca de incendios con fugas que estaba inundando la calle, en la intersección de Hancock y la avenida Tompkins. A pesar de la gentrificación que afecta a toda la ciudad de Nueva York y también impacta el barrio, aún se necesita una inversión pública significativa para reparar y mejorar ciertas áreas del vecindario. No obstante, la respuesta de un grupo de amigos liderado por Hajj Malik-Lovick, de 47 años y residente de toda la vida en Bed-Stuy, fue extraordinaria. Decidieron convertir el problema en una oportunidad para alegrar a la comunidad, transformando un signo de abandono en un estanque con peces y utilizando su creatividad para tornar el infortunio a su favor.

Bed-Stuy
Peces de colores nadan en un charco en la acera creado por una fuga de agua en una boca de incendios.Andrew Lichtenstein (Corbis via Getty Images)

Debido a la cantidad de agua que ya había caído de la boca de incendios en el alcorque, podía decirse que era propiamente un estanque, solo necesitaban peces. Como cuenta The New York Times, el grupo se encaminó a una tienda de animales local y compraron cincuenta carpines dorados, que vertieron en el alcorque que pasó a convertirse en un estanque urbano. A partir de ahí todo fue surgiendo orgánicamente gracias a las diferentes aportaciones de los vecinos: conchas, caracolas, figuras, animales, piedras de colores.

La inaudita iniciativa vecinal causó furor en internet, donde ganó popularidad rápidamente y se hizo viral en redes sociales. El estanque es ahora protagonista de numerosos comentarios que combinan locuacidad y diversión, celebrando con humor su existencia, como por ejemplo incluyéndolo entre las ocho maravillas de Nueva York.

No obstante, el universo online también atrajo muchos detractores, mayoritariamente activistas que criticaron a los fundadores por promover la crueldad hacia los animales. A los pocos días de que el estanque se diera a conocer, dos jóvenes se llevaron treinta de los peces en lo que denominaron “un rescate”, considerando que vivían en condiciones de hacinamiento y no podrían sobrevivir.

Desde entonces el estanque cuenta con luces y cámaras de seguridad. También se dispuso un cartel donde puede leerse “Por favor, no toques ni te lleves nuestros peces. Son solo para ver. Estás siendo vigilado”. Cuando una semana después otra mujer se presentó con un tupperware, con la misma intención de llevarse a los peces, tanto los voluntarios como los visitantes presentes en el estanque en ese momento se lo impidieron.

También el Departamento de Protección Ambiental de Nueva York ha intentado acabar con el proyecto y según informa el periódico local Brooklyn Paper, ha cerrado en varias ocasiones en las últimas semanas la fuga que se produjo en la boca de incendios. No obstante la determinación de la comunidad es fuerte y los creadores del estanque la vuelven a abrir reiteradamente.

Los vecinos del barrio defienden con fervor lo que se ha convertido en su pequeño santuario, y cada vez hay más voluntarios que se han ofrecido tanto para cuidar a los peces como para vigilar el estanque. La noche del 26 de agosto tuvo lugar un acto de vandalismo que, con un sorprendente grado de inquina, destruyó el estanque por completo. Vaciaron el agua, murieron y desaparecieron peces, y hasta destrozaron los objetos decorativos, como las conchas. Como muestra de resiliencia, los defensores del estanque lo reconstruyeron.

Un mes después de que la aventura diera comienzo, el estanque urbano sigue en pie. La zona está constantemente rodeada de un círculo de admiradores. En la pared que hay junto al estanque hay un cartel en el que puede leerse “Bed-Stuy Aquarium” (el acuario de Bed-Stuy) y una hoja con un código QR para que todo aquel interesado en contribuir al mantenimiento de la atracción, pueda hacer donaciones.

El pasado domingo, ante los rumores de que el estanque no pudiera mantenerse por mucho más tiempo debido a que requiere una vigilancia constante para que no sea vandalizado y la inminente llegada del otoño, se aglutinaba quizá más gente de lo habitual. Una mezcla de razas, familias, parejas, ciclistas, locales y turistas. Los niños hacían fila para que un globoflexista les regalara una figura de látex de una caña de pescar. En el estanque no solo nadaban pececillos sino que se había creado un universo de fantasía desbordante donde convivía Hello Kitty con submarinistas, tortugas de plástico, caracolas, flores y plantas acuáticas artificiales, una carabela, un dragón y un cofre con un tesoro. Era difícil encontrar a alguien que no pasara por allí y sonriera ante la genialidad.

Puede que no dure mucho. Los peces están a merced de gatos callejeros, pájaros, roedores y de las inclemencias del tiempo. Pero el estanque urbano ha evolucionado hasta convertirse en un símbolo significativo para la comunidad local. Ya no es un mero espacio de recreo; ahora representa una seña de identidad y un emblema de unidad y resistencia.

La comunidad cuenta con apoyos y ha lanzado una campaña de recaudación de fondos en GoFundMe, logrando recaudar ya 3,075 de los 5,000 dólares que se han propuesto como objetivo. Con los fondos conseguidos confían en poder instalar un sistema de plexiglás y filtración para proteger a los peces del frío. Además cuentan con merchandising, desde que dos creativos fascinados con la invención decidieran apoyar la causa creando miniaturas del estanque, camisetas e incluso colgantes con la boca de incendios rota para destinar a la causa los fondos obtenidos. En la página web creada en honor al estanque se explica que la intención de los vecinos es expandir el movimiento que se ha creado hasta conseguir un espacio para niños sin ánimo de lucro. “Tu donación ayudará a los niños de nuestra comunidad con magia, ciencia y amor”.

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Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
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