_
_
_
_

Bodegueros piden fondos para instalar botones de pánico ante la oleada de violencia en Nueva York

En apenas dos semanas se han contabilizado ataques en varios distritos de Nueva York. Los empleados de las bodegas han sido agredidos a martillazos, se les ha disparado y en un caso, apuñalado hasta morir

Policías investigan un robo y asesinato en un deli en Manhattan (Nueva York), en marzo de 2024.
Policías investigan un robo y asesinato en un deli en Manhattan (Nueva York), en marzo de 2024.Barry Williams (Getty Images)
Ana Vidal Egea

Oralia Amad, una mexicana de 41 años, madre de tres hijos, llevaba cuatro meses trabajando en la bodega A&D Deli Grocery de la calle 188 del Bronx, cuando fue brutalmente agredida. El atacante era un hombre que había comprado una hookah (por $30) en el establecimiento y que se había presentado en dos ocasiones a intentar devolverla sin éxito. A los dos días, el sábado 22 de junio, se personificó otra vez y atacó a Oralia golpeándole con un martillo en la cabeza, lo que le ocasionó una fractura de nariz y la dejó inconsciente.

No es el único caso. La medianoche del 17 de junio, un empleado de 62 años sufrió una fractura craneal después de ser golpeado en una tienda de Elmhurst, Queens. Y se han dado otros dos incidentes en el Bronx días después. En uno de ellos, el empleado de una bodega fue disparado en el pecho tras un altercado con un cliente a mediodía y en el otro, el 20 de junio, el dueño de una bodega (69 Deli Grocery) fue apuñalado diez veces hasta morir, después de negarse a darle cambio a un cliente. En todos los casos, los criminales continúan prófugos. Es por eso que United Bodegas of America (UBA), una asociación de bodegueros creada en Nueva York en 2018, lanzó la semana pasada un programa piloto mediante el cual ha instalado botones de pánico en cuatro bodegas que se encuentran en zonas de alto riesgo debido a la alta criminalidad.

La UBA garantiza que al pulsar uno de estos botones, en cuestión de dos segundos, la policía, los servicios de emergencias y cualquier otra persona que se añada al sistema (vecinos, familiares, amistades, etc.) recibirá una alerta de peligro. También serán alteradas otras bodegas vecinas. La instalación de los primeros dispositivos se llevó a cabo con la ayuda de la empresa de seguridad digital SaferWatch. Según explicó el CEO de esta compañía, Geno Roefaro, durante el lanzamiento del programa la semana pasada, el mismo sistema de botones de pánico ya se utiliza en varios edificios gubernamentales y otros edificios públicos del país. “Estas tecnologías ya han salvado muchas vidas y evitado que los incidentes vayan a más”, dijo durante la presentación.

Desde la habitación del hospital donde la ingresaron, una Oralia Amad aún convaleciente pidió que se instalen más botones de pánico “para avisar a los vecinos del área, a las otras bodegas… Para tener más comunicación”, según un vídeo difundido por Telemundo. Junto a Amad hay un total de 30.000 bodegueros en Nueva York. Las bodegas son parte del alma y de la cultura de la ciudad; están en cada esquina y cada neoyorquino tiene su favorita. Muchas están abiertas 24 horas y uno puede conseguir cualquier cosa que necesite de forma urgente: desde un cartón de leche, papel higiénico, chicles, o hacerse una copia de llaves. Pero lo más importante es que frecuentemente los empleados mantienen con los clientes una relación de familiaridad que en ocasiones llega a rozar el afecto. Se saben el nombre de muchos de sus clientes a través de relaciones personales que han ido construyéndose a lo largo de los años. Muchos se sienten tan cómodos en la bodega del barrio como en su propia casa. Proteger estos establecimientos es una forma de cuidar también la ciudad, su legado y sus habitantes.

En mayo de 2023, policías en un deli en Queens investigan el asesinato de un cliente altercado por un hombre ajeno al establecimiento.
En mayo de 2023, policías en un deli en Queens investigan el asesinato de un cliente altercado por un hombre ajeno al establecimiento.Theodore Parisienne (Getty Images)

Para el presidente de la UBA, Fernando Radhamés Rodríguez, la razón por la que los ataques como el que sufrió Amad se han vuelto comunes es la impunidad. “Saben que no hay consecuencias. Incluso si los llevan presos los sueltan sin fianza. Estábamos más protegidos con Giuliani y con Bloomberg”, Radhamés explica por teléfono, refiriéndose a dos anteriores alcaldes de Nueva York, ambos republicanos. “Ahora a nadie parece importarle y hacen lo que quieren. Por eso necesitamos más seguridad”, añade. En general, en lo que va de año, la policía de Nueva York ha contabilizado un total de 8.211 robos a lo largo de la ciudad, un 4,9% más que en 2023.

Además, Radhamés resalta que los episodios de violencia están llegando a lugares inusuales, a barrios acomodados donde la violencia no es tan habitual como en otras zonas de la ciudad. Por eso exigen que las leyes cambien “para castigar debidamente a los malhechores que insultan y agreden física y verbalmente a los bodegueros”, que aumente la vigilancia policial y que los agentes puedan llegar más rápido.

$3,000 al año por botón

El mayor obstáculo para ampliar este programa piloto es su coste: la instalación y mantenimiento de botones de pánico cuesta en torno a $3,000 al año. Es un gasto que no todos los propietarios de bodegas pueden permitirse. Por tanto, la UBA ha hecho un llamamiento para que los políticos se movilicen para garantizar la seguridad de dueños y empleados de las bodegas. Se les pide que contribuyan a que la instalación de botones de pánico se financie total o parcialmente con fondos públicos, dado que en los episodios de violencia en bodegas han aumentado en los cinco distritos de Nueva York. De momento, no ha habido ninguna promesa, pero Radhamés mantiene la esperanza porque ha recibido algunas llamadas al respecto. Oswald Feliz, concejal del distrito 15 de la ciudad de Nueva York, ha asegurado públicamente que quiere convencer a sus colegas de invertir $15 millones en el programa.

“Este era un barrio tranquilo pero ahora nos sentimos muy inseguros por los robos”, cuenta Amir Hussein, uno de los socios de la bodega y tienda de tabaco que se encuentra frente a Bird of a Feather en Williamsburg. Este restaurante ha sido uno de los lugares donde en la última semana se han producido robos a mano armada (el 21 y el 27 de junio). Algo insólito en esta parte de Brooklyn, ya que es uno de los barrios más acomodados de Nueva York, conocido también por ser uno de los más gentrificados y seguros. “Nosotros estamos abiertos hasta las tres de la madrugada y si entran a robar, no nos daría tiempo a llamar al 911, ¿cómo vamos a protegernos?”.

Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_