Borrón y candidata nueva
En la carrera electoral estadounidense las tormentas se han sucedido desde hace un mes, sin respiros de por medio, semana tras semana, hasta que destruyeron todo
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Un saludo a donde quiera que estén leyendo:
Dicen que después de una tormenta llega la calma. Pues en la carrera electoral estadounidense las tormentas se han sucedido desde hace un mes, sin respiros de por medio, semana tras semana. Desde la última vez que les escribí, unos pocos días después de que —¿ya se olvidaron?— una bala le rozara la oreja a Donald Trump en medio de un mitin, el viento huracanado y las cargadas nubes de la política no se detuvieron hasta que destruyeron todo.
Mientras un Trump vendado se coronaba como el amo y señor de los republicanos en la convención del partido en Milwaukee, las voces pidiendo que Joe Biden se retirara de la carrera empezaron a tener apellidos cada vez más pesados: Schumer, Pelosi, Obama… Luego, al presidente le dio Covid. Se fue a su casa de verano en Delaware y se aisló. Con Biden fuera de las cámaras, los rumores llegaron a niveles sin precedentes. El jueves, el día del discurso de cierre en la convención republicana, en el que Trump empezó con un tono de unidad, antes de rápidamente volver a su maniquea y extrema marca personal, el único registro en el que se siente cómodo, las apuestas eran sobre cuándo y no si Biden daría un paso al lado.
El domingo 21 de julio, un poco después del mediodía, sucedió. Por medio de una carta publicada en X, el presidente Joe Biden se retiró de la contienda electoral. Casi enseguida dio su apoyo a la vicepresidenta, Kamala Harris, para ser la próxima candidata presidencial del Partido Demócrata en las elecciones de noviembre. En un par de turbulentos días todo habría cambiado: borrón y candidata nueva.
Es Kamala
Ante el miedo de los estragos que podría causar una lucha dentro del partido por hacerse con la candidatura —la implosión absoluta de un partido ya herido de gravedad— el equipo de Kamala Harris se movilizó con una determinación asombrosa, aprovechando sabiamente su ventaja de partida, para golpear la mesa, poner orden y asegurarse de que todos los ojos estuvieran sobre ella.
Después de cientos de llamadas a miembros del partido, delegados y donantes importantes para asegurar sus apoyos, las cuentas apuntaban a que ya no había vuelta atrás: efectivamente, Kamala Harris sería la candidata demócrata a las presidenciales. Misión cumplida. La vicepresidenta se había asegurado el voto de bastantes más delegados de los necesarios para ser confirmada en la convención en agosto y había recibido el espaldarazo público de decenas de figuras del partido, desde políticos que se suponía que podrían buscar la candidatura como Gavin Newsom o Gretchen Whitmer, a pesos pesados como los Clinton, Nancy Pelosi y la primera plana de Hollywood. Cualquier atisbo de disenso había sido neutralizado. El Partido Demócrata andaba ahora al son de Kamala Harris.
En paralelo, en las arcas de la campaña oficial que ya había pasado de Biden a Harris, el dinero entraba a borbotones. 81 millones en 24 horas, un récord histórico. En unas jornadas más, prácticamente se duplicaría la recaudación de toda la campaña y hace unos días llegaron a los 200 millones, sin contar el dinero que recaudaron otros candidatos locales del partido o los comités de acción política en favor de los demócratas.
También se inscribieron miles de voluntarios para hacer campaña por Harris, el internet se llenó de memes sobre la vicepresidenta. La energía volvió al partido y el electorado se contagió. A la mitad azul de Estados Unidos le dio fiebre de Kamala. Comenzó a circular una palabra que no se escuchaba hacía tiempo: esperanza.
Faltan todavía 98 días para el día de las elecciones. En esta campaña eso es una eternidad. Cualquier cosa puede pasar, pero entre los demócratas ven con buenos ojos la reacción de la población a la decisión de Biden y el ascenso de Harris. El prospecto de la primera presidenta, y negra, y sud asiática ha recordado por momentos el entusiasmo que generó Barack Obama en 2008. Sí, hay esperanza. Kamala Harris puede ayudar a recuperar votos de minorías que se habían perdido; puede dar una pelea más contundente a favor de los derechos reproductivos de las mujeres, una cuestión central en estas elecciones; es capaz de arrojarle a Donald Trump el argumento de la edad y las capacidades cognitivas con el que, hasta hace días, los republicanos bombardeaban a Joe Biden; y se puede enfrentar a él como una fiscal frente a un criminal convicto. Aun así, las encuestas predicen resultados agónicos. Cada día y cada voto cuentan.
De la unción a la reacción en la campaña de Trump
Rápidamente, antes de despedirme, pasemos al otro lado. En la campaña de Donald Trump también todo ha saltado por los aires. Se intenta aparentar calma, pero el desconcierto después de una convención triunfante es palpable. No están preparados para enfrentarse a Harris aún. Están probando líneas de ataque. Las primeras, más instintivas, han tenido sus tintes misóginos y racistas, las siguientes, más políticas, han incluido una buena porción de falsedades. Todavía falta mucho, es probable que encuentren el arma con el cual atacar, pero por ahora están todavía con un brazo en el arsenal, toqueteando a ciegas, mientras miran con temor la marea producida por Harris en apenas unos días.
Junto con esto, los primeros días de J.D. Vance como compañero de Donald Trump en la papeleta han dejado mucho que desear. Algunos incluso dicen que el expresidente está arrepentido. Vance es “raro”, “poco carismático” y tiene un historial vergonzoso en internet que ha sido explotado para retratarlo negativamente. Una pesadilla de comienzo de campaña.
Aquí estaré para contarles cada avance a medida que la carrera agarra —¿es posible?— mayor ritmo.
Más noticias sobre las elecciones de Estados Unidos
Después de este resumen de un par de semanas más que movidas, aquí les dejo varios artículos para que puedan desmenuzar todo aún más detenidamente:
Perfil | El enigma Kamala Harris: historia de la hija de la inmigración que llama a las puertas de la Casa Blanca. De madre india y padre jamaicano, ha sido fiscal, senadora, vicepresidenta y hoy, una inesperada aspirante a la presidencia con opciones de plantar cara a Trump. “La ambición es el rasgo que mejor la define y ha perdido la cuenta de las veces que la subestimaron en su vida”, dice su biógrafo.
¿Puede ganar Kamala Harris? Así han mejorado sus encuestas, por Kiko Llaneras. La retirada de Biden acaba con la crisis de los demócratas y las elecciones de noviembre vuelven a igualarse: los pronosticadores dan un 55% de opciones a Trump y un 45% a Harris.
El Partido Demócrata sí existe, por Carlota García Encina. Mientras los republicanos se rinden al culto a Donald Trump, sus rivales demuestran con la renuncia de Biden que mantienen su identidad.
Kamala y el mundo de hoy, por Máriam Martínez-Bascuñán. Lo más interesante de la carrera de Harris es que la presenta como una lucha del futuro contra el pasado.
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