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¿Dónde está María Gómez? El 40% de los menores de 12 años desaparecidos en lo que va de año son niñas hispanas

Las autoridades ofrecen 30.000 dólares por alguna pista que lleve al paradero de la última menor desaparecida en Atlanta. El Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados asistió 28.886 casos en 2023

Ficha de búsqueda de la menor María Gómez.
Ficha de búsqueda de la menor María Gómez.
Ana Vidal Egea

La última vez que alguien vio a María Gómez Pérez estaba en su casa de Georgia, Atlanta. La niña de 12 años, que llegó hace seis de Guatemala con su padre, desapareció sin dejar rastro el pasado 29 de mayo. La alerta por su desaparición ya ha cruzado Estados Unidos y las autoridades ofrecen 30.000 dólares por alguna pista que lleve a su paradero. Estados Unidos encabeza la lista de países donde desaparecen más menores. Según el reportaje anual que publica el Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados (NCMEC, por sus siglas en inglés), el pasado año recibieron casi un 35% más de llamadas que en años previos y asistieron en 28.886 casos reportados como desapariciones. Aunque en su gran mayoría se resuelven, 3.500 niños siguen sin ser localizados. Los Estados con el mayor número son Nueva York (donde aún hay 210 desapariciones pendientes), seguido de Texas y Florida.

Un simple descuido mientras los niños se columpian en el parque del vecindario o al hacer cola en un parque de atracciones podrían bastar para que alguien secuestre a un menor. En septiembre del 2023, ocupó muchos titulares el caso de una niña de nueve años secuestrada cuando paseaba en bicicleta por un camping en Moreau State Park (en Saratoga) donde pasaba las vacaciones con su familia. El secuestrador, Craig N. Ross Jr., ha sido condenado a 47 años de prisión. Como ilustra este ejemplo, existen niños secuestrados por desconocidos o por el crimen organizado, pero, aunque es la opción más temida, no llega a suponer el 1% de los casos. En ocasiones, especialmente si se trata de bebés, son raptados por uno de los padres o un familiar cercano y en la gran mayoría de circunstancias (93%) los menores reportados como desaparecidos se han dado a la fuga, considerándose “desapariciones voluntarias consideradas peligrosas”.

Fotos de los hermanos Tammy Alexandra y Diego Alejandro Flores.
Fotos de los hermanos Tammy Alexandra y Diego Alejandro Flores.

Desde el 1 de enero hasta el 12 de junio, el 39,2% de los menores de hasta 12 años cuya desaparición ha sido reportada son hispanos. Hay 11 niños hispanos (diez niñas y un niño), de un total de 28 desaparecidos. Así lo refleja la base de datos actualizada y pública del NCMEC, donde se registra el número actual de desapariciones y donde aparece tanto la fotografía como los datos personales de los menores para facilitar la localización si alguien los reconoce. El número de casos va cambiando a medida que los niños son encontrados y otros desaparecen. En los registros oficiales de 2003 a 2023 se contabilizaron 187 niños de hasta 12 años desaparecidos y el 31,5% de ellos eran hispanos (con 59 niños reportados), seguidos de los negros (con 43 niños desaparecidos) y los blancos (42 niños).

Intentar dilucidar el por qué resulta complicado, pero es importante tener en cuenta que si los niños tienen 11 o menos años su desaparición se clasifica como “perdido, herido o desaparecido” y nunca como una fuga voluntaria, ya que, según explica por teléfono Rebecca Steinbach, productora y portavoz de NCMEC “realmente no tienen las habilidades de supervivencia, no tienen suficiente astucia callejera”. Steinbeck hace especial hincapié en que las cifras son simplemente estimaciones porque nadie está obligado a reportar una desaparición y lamentablemente hay muchas desapariciones que no quedan registradas.

Cuando se reporta un menor desaparecido se le asigna un equipo de trabajo (en el que se involucran como mínimo tres personas) y un director de caso, que puede llegar a trabajar en cien casos al año, considerando el alto volumen de desapariciones que se registran anualmente. No obstante, también cuentan con la colaboración del FBI, los servicios secretos, los de Seguridad nacional y el servicio de Marshals (una agencia federal de policía). Según Steinbach todos los casos, independientemente de su causa, son tratados de la misma forma e invirtiendo el mismo número de recursos. Todos estos pasos se han seguido en la búsqueda de Tammy y Diego Flores, que llevan 17 años desaparecidos, aunque según su madre, Griselda Gonzales “la investigación se está enfriando”. La última vez que se vio a los menores tenían 2 y 3 años y, siguiendo órdenes judiciales, habían ido a visitar a su padre que, en palabras de Griselda, es un hombre “abusivo”. Nunca regresaron. Para ella es terrible imaginar siquiera qué puede haberles pasado “si nadie los ha visto en casi dos décadas”. El padre, Francisco Flores, también continúa desaparecido desde aquel 26 de octubre del 2007.

El último informe del NCMEC destaca el aumento del peligro por las relaciones que los jóvenes establecen a través de internet. Los casos de desapariciones debidos a engaños o seducciones online se han incrementado un 300% en los últimos dos años. Suponen una principal fuente de amenaza para las menores, que representan el 92% de las víctimas, especialmente si tienen entre 15 y 17 años. Entre las más de 28.800 desapariciones reportadas el año pasado, 1 de cada 6 menores probablemente fueron víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual. Para educar tanto a los padres, tutores como a los niños, la institución ha creado un programa gratuito NetSmartz repleto de recursos para enfrentarse a amenazas como la explotación sexual, la sextorsión o el ciberacoso derivadas del sexting.

Para denunciar la desaparición de un menor de edad o compartir información sobre su paradero llame al 911, o a la línea de atención gratuita 1-800-843-5678 del Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados.

Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
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