Thalía, la última víctima de la transfobia en Honduras
Desde 2009, han sido asesinadas 402 personas LGTBI en el país centroamericano. La última víctima es una activista por los derechos trans, que fue baleada en su casa en Tegucigalpa
En esta entrega de Americanas, el boletín feminista de EL PAÍS América, queremos hablar de Thalía Rodríguez, una mujer transexual que fue asesinada el pasado lunes en su casa, en Tegucigalpa, Honduras. “Su muerte era una muerte anunciada”, decía esta semana en un mensaje de voz Indyra Mendoza, coordinadora de la Red Lésbica Cattrachas. Eran amigas, además de compañeras en el trabajo por la población LGTBI. En Honduras se vive siempre bajo tensión, pero la situación de...
En esta entrega de Americanas, el boletín feminista de EL PAÍS América, queremos hablar de Thalía Rodríguez, una mujer transexual que fue asesinada el pasado lunes en su casa, en Tegucigalpa, Honduras. “Su muerte era una muerte anunciada”, decía esta semana en un mensaje de voz Indyra Mendoza, coordinadora de la Red Lésbica Cattrachas. Eran amigas, además de compañeras en el trabajo por la población LGTBI. En Honduras se vive siempre bajo tensión, pero la situación de intimidación es peor si eres transexual y además defensora de derechos humanos, como lo era Thalía, de 46 años.
“Ya no queda ninguna activista trans de mi generación. Ella era la última. Todas están muertas: o porque las asesinaron o por el VIH”, decía Indyra esta semana. Contaba que en octubre del año pasado había compartido un viaje con Thalía y con otras activistas. “La pasó superbién. Fue a bucear, a nadar con los delfines, disfrutó”. Thalía se había convertido en una voz relevante en la defensa de los derechos de las personas transexuales en su país. Cuando en Honduras hubo problemas para acceder a antirretrovirales contra el VIH, su trabajo para garantizar el derecho a la salud fue determinante. “Es muy triste, era una compañera fuerte de lucha, íbamos creciendo juntas y quedarse una aquí no está fácil”, decía Indyra Mendoza, una de las caras más visibles de la comunidad LGTBI en Honduras. Cattrachas, la organización que dirige, lleva las estadísticas de los hechos violentos contra esta población y ayuda jurídicamente a las víctimas. Hace poco lograron que el Estado de Honduras fuera condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso de Vicky, una mujer transexual asesinada durante el golpe de Estado, en 2009. Tuvieron que pasar más de 10 años para encontrar algo de justicia, pero todavía hay muchas víctimas que siguen esperando reparación.
En Honduras, la impunidad es la norma. El año pasado fueron asesinadas 28 personas LGTBI. Desde 2009, han sido 402. Según el informe que publicó esta semana Human Rights Watch (HRW), en ese país la población LGTBI suele ser blanco de discriminación, extorsión y violencia por parte de las pandillas, la policía nacional civil y la policía militar, así como de la sociedad en general. La discriminación también es común en las escuelas, los lugares de trabajo y los hogares”. La violencia de la que son víctimas obliga a muchos a migrar y los que se quedan, como Thalía, saben que viven en riesgo. El lunes unos hombres armados entraron a su vivienda y le dispararon en la cabeza. Ha pasado casi una semana y no hay un solo detenido. “Exigimos justicia, esperamos que los atrapen”, dice su amiga. A su llamado se han unido voces de organizaciones de derechos humanos de toda la región que piden justicia. Mataron a Thalía y apagaron la voz de una persona que defendía los derechos trans en un país donde es casi prohibido protestar.
Xiomara Castro, que tomará posesión como presidenta este mes, tiene el reto de responder a las mujeres y los colectivos LGTBI que confiaron en ella como una posibilidad de cambio. ¿Quién mata a las mujeres trans?, ¿por qué sus crímenes no son investigados con rigor?, ¿qué hace el Estado para protegerlas? Hay muchas preguntas que, por ahora, nadie responde.
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Y para despedirnos, unas sugerencias:
Una bailarina
Una recomendación de la corresponsal en Brasil, Naiara Galarraga Gortázar. La cuenta en Instagram de la bailarina de ballet Ingrid Silva. Brasileña, vive y baila en Nueva York. Combina arte, activismo antirracista y feminista, maternidad y glamour. Quizá la conoces pero no la ubicas, es aquella que pintaba unas zapatillas de punta con maquillaje marrón en un vídeo que viralizó hace unos años. Sus vídeos bailando en las semanas anteriores a dar la luz son de una belleza extrema. Baila en una compañía creada en NY hace cuatro décadas porque el ballet clásico —siempre tan blanco y tan europeo— suele dar la espalda a quien no es blanco. Nacida en un barrio duro de Río de Janeiro, ella y su hermano, Bruno, se engancharon a la danza de críos en un cursillo de una ONG. Con permiso de ómicron, la artista acaba de salir de gira por Estados Unidos con el Theatre of Harlem. Tras ocupar un espacio antes vetado, está dedicada a la misión de que ninguna niña, ni niño, piense que el ballet está fuera de su alcance.
Una artista
La recomendación de la periodista Gladys Serrano: Enero y Abril es una artista audiovisual y multidisciplinaria originaria de Veracruz, México. Su obra crea atmósferas que parecieran salidas de sueños (o pesadillas) donde no queda clara la frontera entre realidad y ficción. A través de técnicas como el collage, fotografía, videos y fanzines, aborda historias muy personales. En su obra Made in La Charca habla sobre la migración de su padre desde Veracruz hacia Estados Unidos y a partir de eso fija una postura sobre el tema. Además de su trabajo audiovisual tan prolífico, Enero y Abril ha creado junto con Alejandra R. Bolaños un laboratorio de creación artística desde las montañas de Veracruz: Bruma Laboratoria. Este programa ha sido un espacio para que los artistas de la zona puedan crear arte contemporáneo con una perspectiva crítica, abordando el contexto local y las prácticas experimentales, un gran esfuerzo por promover una práctica artística más descentralizada en México.
Una mujer a seguir
Tamara Taraciuk, directora en funciones para las Américas de Human Rights Watch (HRW). La investigadora uruguaya comparte casi a diario información, basada en trabajo de campo, sobre las situaciones que ponen en riesgo la garantía de los derechos humanos en la región. Tamara Taraciuk está vinculada con la HRW desde 2005 y tiene un amplio recorrido investigando América Latina.
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