El enemigo invisible de La Palma tras la lava y las cenizas del volcán
La UME alerta de que los gases tóxicos no permiten la vuelta a la normalidad aunque la erupción lleve una semana detenida
El ambiente animado se mantiene en la plaza de Tajuya siete días después de que el volcán de La Palma se echase a dormir. Grupos de turistas alemanes llegados en un crucero y traídos en guagua hasta aquí se sacan selfis ante la mole recién nacida en plena cordillera de Cumbre Vieja. Un poco más allá, un parroquiano de mediana edad llamado Alberto se apoya taciturno en la barandilla que separa la plaza del lugar reservado para los medios de comunicación. Contempla absorto la montaña, como esperando que s...
El ambiente animado se mantiene en la plaza de Tajuya siete días después de que el volcán de La Palma se echase a dormir. Grupos de turistas alemanes llegados en un crucero y traídos en guagua hasta aquí se sacan selfis ante la mole recién nacida en plena cordillera de Cumbre Vieja. Un poco más allá, un parroquiano de mediana edad llamado Alberto se apoya taciturno en la barandilla que separa la plaza del lugar reservado para los medios de comunicación. Contempla absorto la montaña, como esperando que se despierte de un momento a otro. “Vengo a menudo y lo miro”, explica. “Aun apagado sigue impresionando el bicho. Como que no me termino de creer que se haya acabado”.
Durante tres meses, esta plaza al borde de la carretera LP-3 se ha erigido en punto de encuentro de periodistas, científicos, y turistas, para enfado de los vecinos, que han soportado (a veces sin estoicismo) los cientos de coches mal aparcados que bloqueaban su ya de por sí complicado tránsito. Miles de personas han deambulado por este espacio buscando el mejor ángulo para divisar la erupción. Y en este tiempo, todos han encontrado el cobijo de la parroquia Sagrada Familia, el edificio que preside la plaza.
“El volcán nos ha enseñado a ser solidarios, a ser acogedores”, explica Domingo Guerra, “un joven de 79 años” que ha sobrevivido tres erupciones y que lleva 18 siendo el párroco de esta congregación. Como su parroquiano Alberto, el sacerdote siente “una alegría contenida”. Hace tres meses, tuvo la “ocurrencia sobre la marcha” de abrir la iglesia y permitir el tránsito libre sin vigilancia alguna “para que la gente tuviese un servicio y pudiésemos acogerles”. En todo este tiempo, destaca, el respeto ha sido máximo: ni un solo desperfecto o robo. “Ahora queremos volver a la normalidad, cuento las horas para que le den el certificado de defunción a este dragón”.
Este certificado está en trámite y, si nada cambia, podrá ser expedido aproximadamente el día de Navidad. Es cuando expira el plazo de 10 días que se ha dado el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) para decretar el fin de una emergencia que se ha saldado con 2.988 construcciones afectadas y una decena de localidades desaparecidas como Todoque, El Paraíso, El Pampillo, El Pastelero, o el Callejón de la Gata. Y con ello, la evacuación de unas 7.000 personas, 2.329 de las cuales poseían viviendas y terrenos dentro de las 1.219 hectáreas arrasadas.
La solidaridad de la que hablaba el sacerdote Domingo Guerra se ha concentrado, fundamentalmente en dos emplazamientos: el polideportivo Severo Rodríguez, en Los Llanos de Aridane, y el campo de fútbol municipal de El Paso. Este campo de hierba fue el punto de encuentro de los cientos de vecinos evacuados aquella tarde de domingo, el 19 de septiembre, en la que el suelo reventó, y sigue sirviendo de centro logístico para el reparto de cientos de comidas a los damnificados y los equipos de emergencia. Noventa días después, las instalaciones siguen sin recuperar su uso habitual, y las huellas de coches y furgonetas sobre el césped son la prueba palpable de que el fútbol aún tardará en regresar.
El enemigo invisible
Pese a la hibernación del volcán, el peligro no ha pasado del todo. “En eso estamos”, asegura el teniente coronel José Alberto Gallegos, jefe del Segundo Batallón de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y jefe del Grupo Táctico La Palma. “Tratamos de concienciar a la ciudadanía de que esto no ha acabado y que aunque no se reactive la erupción, aún hay un enemigo invisible: los gases”.
Desde el 19 de septiembre, la UME ha limpiado tejados, ayudado a las evacuaciones y, además, ha sido el cuerpo encargado de efectuar las mediciones dentro de la zona de exclusión. Dióxido de azufre, dióxido de carbono... Su trabajo aún no ha terminado, asegura Gallegos. “Hay puntos de la colada en los que el oxígeno desciende dramáticamente”, relata, y cita como ejemplos de ello zonas evacuadas como Puerto Naos o La Bombilla, áreas a las que no llegaron las coladas. Las causas pueden ser varias (fisuras, emanaciones de tubos lávicos...), y todas ellas retrasarán la vuelta a la normalidad de estas localidades. Siguen impidiendo, incluso, la entrada de vecinos a las zonas de exclusión más al sur de la colada.
Aún no se puede cantar victoria. Pese a ello, el cese de la erupción ya le ha cambiado la vida a muchos. Uno de ellos es Juan Carlos Baños Lozano, de 58 años, gerente desde hace 25 de la cafetería Mirador El Time (Tazacorte), otro de los puntos neurálgicos para observar tanto el cono volcánico como el devenir de las coladas y su desembocadura al mar en forma de dos deltas lávicos. “La experiencia ha sido muy desagradable”, relata. “La vida me trata bien, tengo trabajo, mis hijos gozan de salud, no tengo problemas económicos... Pero estos tres meses he sufrido de ansiedad, y esta es una sensación que yo desconocía”.
Su negocio ha estado lleno día y noche. Muchos de los que pasaban por ahí eran “amigos del Valle [de Aridane, zona que engloba a Los Llanos, El Paso y Tazacorte] a los que el volcán se les ha llevado la casa”, rememora. “Ha sido un tiempo penoso, sintiendo la impotencia de no poder hacer nada”. La ansiedad de Baños se acabó cuando el volcán se echó a dormir. Muchos otros palmeros no tienen tanta suerte. “Es ahora cuando empieza su propia reconstrucción”, reflexiona.
El Pevolca corrobora "el proceso de agotamiento" de la erupción
Quedan cinco días para que la erupción pueda darse por finalizada, según ha explicado este domingo el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca). Por ahora, afortunadamente, la estabilización del volcán discurre sin alteraciones visibles: "Los observables, tanto directos en superficie como procedentes de los sistemas de vigilancia, corroboran los signos de agotamiento del proceso eruptivo", sentencia el comité científico. En otras palabras, el tremor (la señal sonora que dejan el magma y los gases al ascender) está a nivel de ruido de fondo; la sismicidad es de baja magnitud y se mantiene en niveles muy bajos en todas las profundidades, y la emisión de dióxido de azufre lleva cinco días en valores bajos. El pequeño flujo de lava que se detectó este viernes en las coladas corresponde a un remanente de un tubo volcánico, según el Pevolca.
El Pevolca, como suele ser habitual, avisa, sin embargo, de que todo podría cambiar. "No es descartable un nuevo repunte de actividad estromboliana y de emisión de coladas", sostiene en su informe científico.
Con el fin de la erupción llega el tiempo de la reconstrucción. La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, y el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, han celebrado este domingo un encuentro en el Parador de Turismo de La Palma con los representantes de los sectores empresariales de la isla. En el evento se presentó un nuevo paquete de medidas denominado La Palma Renace dotado con 27,3 millones de euros para apoyar a los autónomos y a las pymes, especialmente a los afectadas por el volcán, y contribuir a la promoción turística de la isla.
Según informó Industria en un comunicado, el plan contempla una inversión de 12,38 millones de euros para la recuperación y promoción del turismo en la isla, una vez que se dé por finalizada la erupción del volcán. En concreto, se lanzará una línea de bonos turísticos de 300 euros articulada a través de tarjetas de débito virtuales para estimular los viajes a la isla de La Palma a lo largo de 2022.