Abren los bares en la Comunidad Valenciana 40 días después: “Tenemos que consumir para ayudarlos”

La Generalitat permite el consumo en las terrazas después de más de un mes cerradas. Solo en Baleares, que levanta el cierre este martes, llevan más tiempo clausuradas

Comensales en un restaurante de la playa de la Malvarrosa de Valencia este lunes, primer día de apertura de la hostelería tras cuarenta días cerrada por la covid 19.Monica Torres

Y vuelta a empezar. Tras 40 días cerrados, los cerca de 30.000 bares, restaurantes y cafeterías de la Comunidad Valenciana han podido abrir este lunes sus terrazas con el 75% del aforo. La clientela ha respondido a pesar del cielo encapotado y de que muchos propietarios han optado por permanecer cerrados a la espera del sol, del fin de semana y de la ...

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Y vuelta a empezar. Tras 40 días cerrados, los cerca de 30.000 bares, restaurantes y cafeterías de la Comunidad Valenciana han podido abrir este lunes sus terrazas con el 75% del aforo. La clientela ha respondido a pesar del cielo encapotado y de que muchos propietarios han optado por permanecer cerrados a la espera del sol, del fin de semana y de la apertura de los interiores. “Bueno, la luz no la vemos aún, pero algo es algo”, comenta Juan, encargado de un popular bar frente al Mercat Central de Valencia, mientras los camareros llenan esta mañana sus bandejas con cafés con leche, cañas y raciones de puntillas o sepia. La mitad de los empleados sigue de ERTE. Se ven algunos bocatas a rebosar de calamares, pero predominan más los cortados y si acaso un montadito o una tostada. El tradicional y rotundo almuerzo valenciano a eso de las 10 o las 11 parece haber perdido parte de la fuerza que adquirió antiguamente en las faenas del campo que empezaban muy temprano, pero se resiste a morir incluso en la ciudad.

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“Nos gusta venir al bar de vez en cuando. Y la gente tiene que contribuir para que esto rebrote”, dice María José, maestra, apostada en una mesa alta, a pocos metros de las gárgolas góticas de la Lonja y frente al mercado modernista. A su lado, su amigo Fernando, ingeniero industrial, le coge el testigo: “Todos los que podamos, los que tenemos un mínimo de economía, tenemos que consumir para ayudar a los bares y cafeterías. Tendremos también que pensar qué modelo de país queremos. Porque ya hemos visto lo que ha pasado ahora con nuestro país de servicios, de camareros, de turistas, de bares. Hay que cambiar de modelo, pararse a pensar, como hizo Corea del Sur, pero mientras tanto hay que ayudar”.

Una camarera en una de las terrazas del centro de Valencia, este lunes.Monica Torres

En la cercana plaza del Ayuntamiento, Quique, de 45 años, reconoce que no almuerza casi nunca. Es de los que practica el ayuno intermitente, pero este lunes ha querido tomarse el bocata y el cortado en el centro. “Hoy me apetecía tomarme algo para apoyar a la hostelería. Siempre y cuando se respete la distancia de seguridad y no nos desmadremos, pero sí, sí. Hoy he venido por eso”, reconoce. Probablemente no vuelva a salir a almorzar de nuevo, pero sí salga el fin de semana. “¿Por qué no? Es una cosa que se echa de menos, el salir. También tengo ganas de volver al pueblo, que hace dos meses que no voy y hay ganas de ver a la gente que conozco”. Este es el primer fin de semana en el que se podrá salir de los municipios valencianos que seguían cerrados perimetralmente en sábado y domingo, como pasaba en la capital de la comunidad.

Cuatro funcionarias ya han acabado sus cafés e infusiones y muestran un escrupuloso cumplimiento de las restricciones todas ellas enmascaradas. “Claro que hay muchas ganar de salir, de ir a las terrazas, de viajar, de vivir fuera de casa”, comentan. El máximo de ocupación de una mesa es de cuatro personas y la hora de cierre es a las seis de la tarde, según las normas decretadas por la Generalitat la pasada semana. “Nosotros hemos notado las ganas de la gente que no ha parado de venir”, apunta Natxo, en una esquina del mercado, que se muestra muy animado, como es habitual, a pesar de que hay muchas persianas echadas en los alrededores.

“Solo ha abierto un 40% de los locales que tienen terraza; el 60% restante no abrirá hasta que no autoricen el aforo en el interior de los bares y restaurantes porque solo tienen dos o tres mesas en el exterior y en esas condiciones no les resulta viable”, explica Manuel Espinar, presidente de la Federación de Hostelería de València y de la confederación autonómica Conhostur. “Las zonas más turísticas son las que más sufren con la reapertura porque no hay apenas visitantes; sin embargo, las terrazas situadas junto a polígonos industriales o en zonas de oficinas están llenas”, agrega.

La Comunidad Valenciana ha permitido abrir de momento hasta las seis de la tarde tras ser la segunda autonomía que más tiempo ha cerrado su restauración tras el confinamiento general, 40 días seguidos, por detrás de Baleares, que abre este martes la suya (solo terrazas), después de 48 días. Ambas comunidades pasaron de situarse entre las que tenían menor incidencia en la primera y segunda ola del coronavirus a encabezar los contagios en la tercera. Sobre todo la valenciana, que desde mediados de enero y durante un mes ha sido la más castigada. Ahora, ambas tienen una incidencia por debajo de la media española. Galicia cerró 30 días su hostelería, que reabrió la pasada semana.

Una terraza del centro de Valencia, vista desde la cocina de un bar.Monica Torres

Ciertamente, el frente marítimo paellero de Valencia está semivacío. Buena parte de los cerca de 40 restaurantes de la Malvarrosa y de las Arenas está clausurado o de limpieza. Sin embargo, los que han abierto han tenido clientela que ha desafiado a la amenaza de lluvia. “Aquí influye mucho el tiempo. Si no hay sol, no viene casi la gente. Aunque algunos han venido”, señala Miguel, propietario de un restaurante pegado a la arena, mientras mira a los clientes cuyas siluetas aparecen recortadas entre el mar y el cielo que apenas se distinguen. La mitad de la plantilla también está de ERTE.

“Nos tienen que permitir ampliar mucho más las terrazas. Lo necesitamos y no hacemos daño a nadie”, sostiene José Miralles, presidente de la asociación de restaurantes de la Malvarrosa. Espinar considera esta desescalada decretada por la Generalitat valenciana “un cierre encubierto”, pues cuando les cerraron en enero la incidencia de contagios por cada 100.000 habitantes se acercaba a los 1.500 y ahora están en 112. “Se ha bajado una barbaridad. No se entiende que solo permitan la apertura de terrazas y con un aforo del 75%, que es además difícil de controlar”, añade. El dirigente hostelero apunta que están empezando a llegar algunas de las ayudas directas a través del Ayuntamiento. Forman parte del paquete de 340 millones de euros lanzado por la Generalitat valenciana hace 41 días, que también distribuye la propia institución autonómica.

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