¿Está España abocada a un nuevo confinamiento?
El asesor sanitario de la UE admite que el encierro domiciliario es la única medida que hasta ahora ha funcionado
España, y prácticamente toda Europa Occidental, llevan un par de semanas ensayando restricciones cada vez más severas para intentar contener el aumento de casos en la segunda ola sin tener que pulsar el botón del confinamiento domiciliario, el método más eficaz, pero más temido. En esa tesitura está medio continente. Mientras los hospitales se van llenando, el repertorio de restricciones va ...
España, y prácticamente toda Europa Occidental, llevan un par de semanas ensayando restricciones cada vez más severas para intentar contener el aumento de casos en la segunda ola sin tener que pulsar el botón del confinamiento domiciliario, el método más eficaz, pero más temido. En esa tesitura está medio continente. Mientras los hospitales se van llenando, el repertorio de restricciones va desde el reciente toque de queda hasta la idea de un encierro de fin de semana, como sopesa Cataluña. Son medidas intermedias que inciden en la movilidad sin cortarla de raíz. El problema es que no está claro qué eficacia tienen ni en qué plazo dan frutos, y el tiempo se agota ante un virus desbocado. Así que el debate que recorre ahora Europa es si una estrategia de cortocircuito, de confinamientos totales pero breves, sería más eficaz que restricciones graduales sostenidas en el tiempo.
En España es muy pronto para que se noten muchas de las medidas más recientes. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), calcula que hacen falta unos 10 días para que se reflejen en el número de contagios. Pero el cierre de la hostelería en Cataluña (del 15 de octubre), el confinamiento perimetral de Navarra (19 de octubre) o la reducción de los grupos en Ourense (3 de octubre) ya podrían verse en las estadísticas. No es así. En los últimos 15 días el número de diagnósticos en España ha subido un 23%, y en todas las comunidades y territorios —menos Madrid, País Vasco y La Rioja, donde el ritmo del aumento está estabilizado—, la semana más reciente ha ido peor que la anterior.
“El confinamiento es la única medida de la que existe evidencia científica”, apunta Tomás Cobo, vicepresidente de la Organización Médica Colegial. “Con el resto estamos en ensayo y error, pero yo lo dejaría como última opción”, añade. “Son medidas nuevas y no conocemos su efecto”, dice Patricia Guillem, catedrática de Epidemiología de la Universidad Europea de Valencia. “Más allá de las restricciones, lo principal es la concienciación de la gente: usar la mascarilla siempre y estar a más de metro y medio o dos metros de otras personas”, añade Joan Caylà, de la Sociedad Española de Epidemiología.
La situación no es única de España. En Francia, pionera del toque de queda nocturno, hace ya un mes que los premios Nobel de Economía Esther Duflo y Abhijit Banerjee propusieron un cierre domiciliario de 20 días a primeros de diciembre para salvar la campaña de Navidad. Desde que implantó las restricciones, Francia ha sumado 380.000 nuevos casos (en España han sido 150.000), y es el país de Europa occidental más afectado, según el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC).
En línea con Duflo, el presidente del Consejo General de Enfermería, Florentino Pérez Raya, es tajante: “Sólo es posible frenar la curva de contagios con un nuevo confinamiento estricto de 15 días”, dice. “Está claro que el cierre temporal serviría, pero habría que ver otros impactos y ver qué político se atreve”, apunta Caylà. José Martínez Olmos, de la Escuela Andaluza de Salud Pública, zanja: “Será difícil evitar confinamientos con las cifras de las comunidades”.
Pese al rechazo que causa la medida, ya ha habido países que han optado por un confinamiento total, como Irlanda, que lo decretó para seis semanas el 20 de octubre. Aunque todavía es pronto para ver su efecto, en la última semana sus casos han subido un 9%. En España lo han hecho un 12%. Israel también ha recurrido a confinar desde primeros de septiembre.
Ante el descontrol de la epidemia en Europa, el ECDC y la Organización Mundial de la Salud (OMS) repiten su mantra de medidas: aislamiento, detección, cuarentenas, mascarillas, higiene de manos, distancia física, reducción de la actividad social. Con todos los países en situación de “gran preocupación” —solo se libran Noruega, Chipre, Liechtenstein, Estonia, Grecia y Finlandia—, el ECDC señala que todos han tomado medidas como restricciones de grupos y contactos, “pero estas no han sido completamente exitosas y la situación epidemiológica se está deteriorando rápidamente”. El organismo afirma que tomar medidas más estrictas, “que fueron las que demostraron su eficacia durante la primavera de 2020, parece la única estrategia posible”.
La duda sobre la utilidad de las restricciones intermedias parece abocar a un confinamiento domiciliario, “una medida drástica que logró reducir muchísimo las cifras, pero que también produjo mucho daño a la economía. La justificación para aplicarlo en marzo fue la elevada mortalidad”, dice Guillem.
El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, se pronunció el lunes: “Nadie quiere los confinamientos”. “Necesitamos dirigir mejor nuestras medidas y hacerlo antes para evitar intervenciones más restrictivas”, afirma un portavoz de la oficina europea de la OMS. “Es muy probable que sea necesario elevar el nivel de la respuesta, pero los confinamientos son una propuesta de trazo grueso, imperfecto y de mucho coste”, añade. También el ECDC insiste en que la orden de quedarse en casa es un último recurso.
Pero retrasar lo más posible una medida tan drástica dependerá de la evolución de la pandemia. En Italia, por ejemplo, el presidente de la Federación de los Colegios de Médicos, Filippo Anelli, señaló el lunes que las últimas restricciones adoptadas —cierre de cines, teatros y gimnasios, y cierre de bares y restaurantes a las seis de la tarde— representan “el último intento del Gobierno antes de un inevitable confinamiento total”, que se producirá si en 15 días la situación no mejora.
“En marzo se comprobó que el confinamiento domiciliario funcionaba frente al virus, pero antes de llegar a esta situación, debemos reforzar enormemente el Sistema Nacional de Salud. Tras superar la primera ola, hemos visto cómo nuestro sistema no ha logrado poner barrera a la segunda”, dice Guadalupe Fontán, especialista en Salud Pública del Consejo General de Enfermería. “Los confinamientos sin una política de salud adecuada para el control del virus, rastreo correcto y más recursos y mejor planificación para atención primaria no son la solución”, apunta Silvia Soler, de la Plataforma Covid Persistente.
Más pruebas
Si no se deciden confinamientos totales, los selectivos (de noche, fin de semana) “tienen ahora más sentido porque hay una capacidad mucho mayor de hacer pruebas”, dice Cobo. El médico admite que ahora se están ensayando medidas nuevas porque antes que el cierre completo hay que buscar “el equilibrio entre economía, restricción de libertades y enfermedad”. “Vamos por el tubo del embudo, cada vez hacia la parte más estrecha”, y este dirige al confinamiento total, afirma Cobo.
Carlos Arenas, vicepresidente de la Fundación Economía y Salud, dice que la llegada de la temida medida dependerá de “cómo estén las comunidades”, y advierte de que “en muchas UCI ya están en una situación complicada, aunque aún estemos muy lejos de la primera ola”. “Lo vamos a pasar mal en los centros sanitarios, lo que nos llevará a tomar medidas más restrictivas”, mantiene, pero cree que “quizá el Gobierno no se atreva a plantear un confinamiento a nivel nacional, pero sí a nivel local”.
“Si llegamos al confinamiento total será un fracaso de todos”, apunta el epidemiólogo Caylà. Este especialista afirma que las medidas ya tomadas, como el confinamiento nocturno, son, en primer lugar, escasas y, en segundo, hay que controlarlas bien. “El toque de queda empieza en Italia a la seis, en Francia a las nueve. Aquí se podría poner antes", dice. Patricia Guillem cree que se han tomado tarde, pero Caylà aún opina que con un buen control, un cumplimiento estricto de las medidas sociales e higiénicas se podría evitar el confinamiento. Si no, “vamos a ello”, concluye. Aurora Bueno, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Granada, no es tan optimista. En una entrevista publicada por EL PAÍS este domingo era tajante: “Estamos abocados a un segundo confinamiento”.
Las consejerías de Salud autonómicas no se plantean, de momento, recorrer ese camino. Fuentes del Departamento de Salud catalán matizan que el confinamiento de fin de semana no es su principal objetivo a corto plazo, sino que es una de tantas medidas que están sobre la mesa, en fase de estudio. “El decreto de Estado de alarma no lo contempla y no está sobre la mesa que Baleares lo proponga”, dicen fuentes de la consejería correspondiente. Pero nada es inamovible. “De momento, aquí no está sobre la mesa, pero siempre de momento. Vamos a ver los resultados en los próximos siete días”, señalan en la de Extremadura.
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