La tímida entrada de Sevilla en la fase 1
La ciudad más grande de España en adentrarse en esta etapa de la desescalada asume con prudencia el retorno a las terrazas y a los comercios
La primavera sevillana con su aguacero imprevisto a media mañana ha deslucido las tímidas esperanzas de sus vecinos por estrenar la fase 1 del desconfinamiento. La capital andaluza, la ciudad más poblada de España en entrar en esta nueva etapa, no ha variado de manera ostensible su rutina respecto de la semana anterior. La novedad más ansiada, la apertura de las terrazas en los bares, apenas se ha dejado notar en el centro de la ciudad: la...
La primavera sevillana con su aguacero imprevisto a media mañana ha deslucido las tímidas esperanzas de sus vecinos por estrenar la fase 1 del desconfinamiento. La capital andaluza, la ciudad más poblada de España en entrar en esta nueva etapa, no ha variado de manera ostensible su rutina respecto de la semana anterior. La novedad más ansiada, la apertura de las terrazas en los bares, apenas se ha dejado notar en el centro de la ciudad: las plazas que antes de la cuarentena estaban atestadas de gente en los veladores han seguido prácticamente vacías. Es en los barrios donde se ha hecho más evidente el reencuentro entre los amigos, en torno a las mesas de exterior de algunos bares.
En el paseo de La Alameda, bordeado de terrazas, al mediodía apenas había dos bares con las mesas preparadas, la mayoría llenas, eso sí. Jack, Mila y Ayona son tres profesores de inglés de Reino Unido que llevan dos años en España y a las que la tromba de agua que ha caído no ha disuadido de pedir una cerveza en uno de los veladores. “No habíamos previsto de antemano reunirnos, pero nos hemos encontrado por casualidad esta mañana y hemos decidido sentarnos”, cuenta Jack. Un par de mesas más allá, Javier y Ana, “maestros online”, como se autodefinen estos días, también están disfrutando de unos botellines no planeados. “Habíamos pensado que no tenía sentido quedar tan pronto porque no queríamos tentar a la suerte, pero al ver que estaba todo tan vacío nos hemos animado, aunque el tiempo no acompañe”, cuenta el profesor. Unas calles más allá, en la plaza de la Gavidia, tan solo uno de los cuatro establecimientos que suelen tener allí terraza la ha montado. José, Pepe y Guillermo, de 25 años, sí habían quedado para festejar el relax de la cuarentena. “Hay que celebrar que podemos estar con amigos que hace dos meses que no nos veíamos”, coinciden.
En Sevilla, 900 de los 4.509 establecimientos de hostelería se habían preparado para abrir hoy, según los datos de la Asociación de Hostelería de la provincia. “Es muy probable que muchos al final no lo hayan hecho por el mal tiempo”, advierte su presidente, Antonio Luque. La asociación, para tratar de amortizar al máximo las condiciones de apertura establecidas en las distintas fases de desescalada, ha acordado con el Ayuntamiento ampliar el espacio de las terrazas. La apertura de hoteles aún ha sido más tímida. Solo 10 establecimientos —varias pensiones, tres apartamentos turísticos, dos hoteles de tres estrellas y una sola planta de uno de cuatro— han decidido retomar su actividad, según la Asociación de Hoteles de Sevilla. No les es rentable abrir si la movilidad queda reducida a la provincia. “Yo he venido a recoger las cortinas y a limpiar un poco, pero no estamos abiertos, ayer nos cancelaron las reservas para hoy”, explica Bruna, responsable del hostal El Rincón de Carlota, en el centro de la capital. “Tenemos reservas para junio, julio y agosto, la mayoría de extranjeros, pero no las están cancelando por si esto se resuelve”, cuenta.
Aunque las calles típicamente comerciales estaban más animadas que la semana pasada, el paisaje con comercios abiertos alternando con otros a oscuras, no ha sido el más atractivo para animar a las compras. Eso no ha disuadido a Arancha González de lanzarse a la calle con su hija para renovar el armario. “Yo lo tenía claro, puede que no necesite ropa, pero es necesario para relanzar la economía”, dice muy segura mientras mira de reojo los zapatos que se está probando su hija. Ellas no son las primeras clientas que se han llevado algo de ese establecimiento. “Ha venido bastante gente a mirar y a comprar. No sabría decirte si me esperaba más o menos”, cuenta la encargada, verbalizando una impresión que es común en otras tiendas. En la capital ha abierto el 75% del comercio minorista, según las cifras facilitadas por la Asociación del Pequeño Comercio de Sevilla, Aprocom. Su presidente, Tomás González, espera que conforme avance la semana se sumen más negocios. “Hay varios que aún no cumplen con los requisitos de Sanidad, pero es necesario abrir la puerta para dar confianza al consumidor”, indica.
Más expectación en los templos que en las terrazas
Sevilla ha arrancado a medio gas la fase 1 de la desescalada. El propio Ayuntamiento ha decidido reanudar de forma progresiva los servicios municipales. “Poco a poco se irán articulando programas de limpieza, desinfección, turnos de plantilla...”, explica un portavoz municipal. Los mercadillos de venta ambulante, a petición del sector, no se van a reanudar en esta etapa del desconfinamiento, mientras que el servicio de autobuses ha pasado del 10% al 80%.
La pandemia ha golpeado con dureza a la economía de la ciudad: abril, uno de sus mejores meses en cuanto a creación de empleo, ha registrado los peores datos de desempleo, agravados por la suspensión de la Semana Santa y la Feria. La provincia, con 225.282 desempleados, encabeza las cifras del paro en España. De esa cantidad, un tercio proviene de la capital.
Sevilla, sin embargo, se toma el regreso a la nueva normalidad sin prisas ni precipitaciones. La prudencia y una llamada a la responsabilidad han sido los mensajes más repetidos entre los transeúntes que se han animado a salir a la calle, algunos, como Mari Carmen, por primera vez desde que comenzó el confinamiento. “Soy mayor y he llevado la reclusión estupendamente bien. Hoy me he animado para acompañar a mi hija que está embarazada a comprar ropa de bebé, pero nos volvemos ya”, señala.
Lo primero que ha hecho Mari Carmen, no obstante, es ir a misa. Como ella, muchos fieles han aprovechado la apertura de los centros de culto para visitar a las imágenes a las que hacía dos meses que no podían rezar y que no pudieron ver en la calle durante la Semana Santa. En la basílica de La Macarena —el tercer monumento más visitado de la capital andaluza, tras la Catedral y el Alcázar— el trajín era más intenso que el de cualquier lunes normal. Dolores Ponce ha puesto el despertador a las siete de la mañana para asistir a la primera misa en la iglesia del Gran Poder. Aunque había cola, todos han podido entrar. “La última vez que lo vi fue el 14 de marzo, mucho tiempo”, cuenta emocionada. Las iglesias en Sevilla han reducido su aforo hasta un tercio de su capacidad y muchos han señalado los bancos en los que los asistentes se pueden sentar para rezar. En un día desapacible, los sevillanos han optado por refugiarse en los templos, antes que aventurarse a sentarse en las terrazas.
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