Luis de Lecea, neurocientífico: “Con nuestros hábitos nos estamos cargando una fase muy placentera del sueño”
El investigador, catedrático en Stanford, señala que la sociedad duerme “poco y muy mal” y augura que eso tendrá consecuencias en la salud a largo plazo
Los seres humanos pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, pero la ciencia todavía no tiene claro para qué sirve exactamente el sueño. Luis de Lecea, catedrático de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Stanford (EE UU), lleva más de dos décadas intentando desentrañar los entresijos cerebrales que operan en esa transición de la vigilia al sueño y, a pesar de sus hallazgos —él mismo descubrió hormonas claves para mantenernos alerta y también las neuronas que preparan al cerebro para conciliar el sueño—, admite que todavía quedan muchas incógnitas por resolver en este campo.
El neurocientífico (Barcelona, 59 años) ha visitado la capital catalana para participar en una jornada científica organizada por la Cátedra UB – AdSalutem del sueño y sus trastornos, y atiende a EL PAÍS pocas horas antes de su conferencia sobre la neurobiología del dormir. Habla pausado, sin prisa, y evita las contundencias porque el cerebro, recuerda, todavía guarda muchos misterios para la ciencia. Mejor ser prudentes.
Pregunta. ¿Para qué sirve dormir?
Respuesta. Para reparar las neuronas a todos los niveles, optimizar su metabolismo y reequilibrar los circuitos neuronales. Para optimizar procesos fisiológicos cardiovasculares o neurológicos, bajar la inflamación, regenerar tejidos… Y es importantísimo para el sistema inmunológico: si no dormimos, caemos enfermos más frecuentemente. Pero dormir también es absolutamente esencial a nivel de salud mental porque previene la degeneración asociada a alzhéimer y otros. Y es importante para la memoria: necesitamos dormir para consolidar la memoria. Pero la ecuación del sueño tiene muchas variables y aún no lo sabemos todo.
P. ¿Esta sociedad está enferma de mal sueño?
R. Es evidente. La falta de sueño es un problema de salud pública clarísimo. Y no somos muy conscientes de ello. Dormimos muy poco y muy mal como sociedad.
P. ¿Dónde nos puede llevar esto?
R. Es muy difícil de predecir. Pero habrá consecuencias en la salud cardiovascular. Y si el sueño afecta al sistema inmune, esto va a tener un montón de consecuencias también.
El sueño es importantísimo para el sistema inmune: si no dormimos, caemos enfermos más frecuentemente”
P. ¿Qué pasa dentro del cerebro para decidir cuándo dormimos y cuándo despertamos?
R. La parte del cerebro que determina si te despiertas o no es una zona muy primitiva. Para decidir si te despiertas o no, el cerebro integra información de cuánta luz hay, cuál es tu ritmo circadiano, tu metabolismo en general, si estás enfermo o no, el estrés psicológico… Toda esta información se integra en unas cuantas neuronas y estas células transmiten esto a los grandes centros del cerebro. Por otra parte, de las neuronas que te hacen dormir conocemos cada vez más cómo se activan y sabemos que no es un proceso simétrico: no son las mismas neuronas las que te hacen despertar y las que te hacen dormir.
P. De todas esas variables que influyen en la transición sueño-vigilia, ¿cuál es la que pesa más?
R. Indudablemente, el estrés, porque es un mecanismo de supervivencia. El estrés externo y también el interno, que se basa en cómo el cerebro interpreta cómo está el resto del cuerpo. Por ejemplo, una infección en cualquier parte del cuerpo libera unas sustancias inflamatorias que acaban en el hipotálamo. Entonces, seas consciente o no de que estás enfermo, eso llega al cerebro. Y por eso cuando tienes un día que no estás para levantarte y no sabes por qué, es el cuerpo, que te dice que te quedes en la cama, porque el sistema inmune necesita tratar ese problema y duermes más.
P. Como si necesitase dedicar todas las energías a ese proceso.
R. Sí. Además, el sueño activa una serie de procesos inmunológicos que facilitan combatir la infección. Dormir bien fortalece el sistema inmune. Y cuando hay un ataque de algún patógeno, el sueño es extremadamente importante para poder combatirlo.
P. Las pantallas también están distorsionando nuestro modo de vida, con la exposición a la luz a todas horas y con las dinámicas de los propios algoritmos que disparan nuestra dopamina.
R. La luz es una de las variables que integramos para el sueño y si tenemos una intensidad superior a la aconsejable, enciende sistemas de alarma que nos impiden dormir. Pero también con la pantalla, sea mirando el Tiktok o el email, liberas dopamina y para dormir necesitas inhibirla, reducirla. Nosotros demostramos que cuando inhibes la dopamina artificialmente en ratones, activas un programa cerebral de comportamiento que induce a los ratones a hacer un nido para dormir. Si no inhibes la dopamina, no hacen el nido, que es una especie de protocolo que tienen los ratones y otros mamíferos para dormir. Es una anticipación al sueño. Obviamente, si te cargas este protocolo, te cargas el sueño, o la microarquitectura del sueño.
P. Con nuestros hábitos, ¿nos estamos cargando el sueño?
R. Nos estamos cargando una fase muy placentera del sueño, que es anticiparlo para optimizarlo. De hecho, en terapia conductual del sueño se incide mucho en esto para que el paciente tenga una fase de descompresión para no activarse de manera artificial e interrumpir este protocolo.
P. ¿El sueño se compensa? ¿Tiene sentido recuperar horas de sueño?
R. Sí y no. Afortunadamente, somos flexibles a la hora de adaptarnos al entorno, pero con cuidado. ¿Si duermo seis horas entre semana, puedo dormir nueve el fin de semana? Eso no funciona. Eso causa estrés al cuerpo porque el organismo no entiende de fines de semana. Cuando haces eso, hay un déficit de sueño.
P. A propósito de las fases del sueño, ¿saben exactamente para qué sirven? Por ejemplo, la fase REM.
R. No, no sabemos para qué sirve el sueño REM. Sabemos cada vez más cosas, qué es lo que hace y qué pasa. Sabemos que consolida la memoria, sí, pero eso no es exclusivo de esa fase. Puede ser que sirva para regular algunos circuitos de adaptación metabólica y social al entorno.
No sabemos para qué sirve soñar. Especulamos con que una de las funciones puede ser equilibrar el estado de ánimo"
P. ¿Necesitamos llegar a esa fase para decir que hemos dormido bien?
R. Sí, los clínicos lo usan para esto. Es un biomarcador del buen sueño y la latencia del sueño REM es indicadora de depresión: cuanto más tiempo tardas en llegar a esa fase se correlaciona con depresión.
Sabemos que es dispensable porque los delfines o las ballenas no tienen sueño REM y los reptiles tienen muchos tipos de sueño REM que se parecen muy poco a los de los mamíferos. Hay investigadores que dicen que es un reducto evolutivo que no sirve para nada. Pero yo no diría eso porque hay trabajos claros que dicen que si suprimes el sueño REM, tiene consecuencias en la memoria.
P. ¿Y para qué sirve soñar?
R. No lo sabemos. Probablemente, sea una forma de entrenar tus circuitos neuronales para que sigan activos. Pero si suprimes los sueños, no pasa nada. Son dispensables. Podemos especular también que una de las funciones es equilibrar el estado de ánimo, porque eso es lo que haces con la medicina psicodélica: abrir una ventana con ese juego de experiencias [oníricas], por ejemplo, en estrés postraumático, para disminuir la fuerza de la memoria traumática y reducir las consecuencias emocionales del trauma.
P. ¿Qué cuestiones les quedan por responder sobre la neurobiología del sueño que le quiten el sueño?
R. Hay tantas cosas que me quitan el sueño. Una es para qué dormimos. Es una pregunta que me gustaría responder. Y otra es cómo se adapta el cerebro a según qué entornos: llevamos solo como especie 200.000 años y viviendo como vivimos, menos de 100. Nos hemos adaptado a muchos ambientes, pero, ¿hasta cuándo nos vamos a adaptar? Porque estamos cambiando el planeta de forma irreversible y no sabemos cómo nos vamos a adaptar. Todo va muy rápido.