La actividad física puede proteger frente a las infecciones respiratorias
Las personas que realizan ejercicios aeróbicos y de tonificación muscular reducen un 54% el riesgo de muerte por neumonía y gripe, según una revisión de estudios
Los beneficios del ejercicio físico en la salud se han demostrado en multitud de ocasiones. Reduce el riesgo de padecer patologías como la enfermedad cardiovascular, la diabetes y varios tipos de cáncer, entre los que se encuentran el de mama y el de riñón. También aumenta la esperanza de vida y ayuda a combatir la depresión y la ansiedad. Ahora hay evidencias de que un mayor nivel de actividad física está relacionado con una menor incidencia de infecciones respiratorias agudas (IRA), así como con una sintomato...
Los beneficios del ejercicio físico en la salud se han demostrado en multitud de ocasiones. Reduce el riesgo de padecer patologías como la enfermedad cardiovascular, la diabetes y varios tipos de cáncer, entre los que se encuentran el de mama y el de riñón. También aumenta la esperanza de vida y ayuda a combatir la depresión y la ansiedad. Ahora hay evidencias de que un mayor nivel de actividad física está relacionado con una menor incidencia de infecciones respiratorias agudas (IRA), así como con una sintomatología más leve en caso de desarrollarlas.
Las IRA como el resfriado común, la neumonía, la gripe, la covid 19 y la bronquitis son las enfermedades que más contribuyen a la carga de morbilidad y mortalidad a nivel mundial, según una revisión de estudios publicada en la revista Journal of Sport and Health Science en 2022. El texto afirma que el riesgo de mortalidad por estas enfermedades disminuye entre un 36% y un 40% en adultos que realizan una actividad física de moderada a vigorosa. En el caso de las personas que participan en deportes aeróbicos y de tonificación muscular, el riesgo de muerte por neumonía o gripe se reduce un 54%, continúa la investigación.
Pablo Berenguel, responsable del Grupo de Trabajo de Medicina Deportiva de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), cuenta que, según las estimaciones, cada año un niño sufre alrededor de cinco infecciones de las vías respiratorias altas, y un adulto entre dos y tres. Además, estas patologías figuran entre las cuatro principales causas de muerte y discapacidad tanto en niños como en adultos en todo el mundo, añade el texto. De hecho, suponen la primera causa de muerte por infección en el mundo, amplía Rosario Menéndez, jefa de Neumología en el Hospital La Fe de Valencia.
En enero, un estudio publicado en la revista Pediatric Research hizo un seguimiento de la actividad física de 110 niños entre los cuatro y los siete años utilizando pulseras inteligentes. Los autores observaron una menor prevalencia de infecciones respiratorias en el grupo más activo y que, entre los pequeños que practicaba más ejercicio físico y los que lo hacían menos, los síntomas duraban, de media, cuatro días menos a medida que aumentaban en mil los pasos diarios. Esta reducción se acentuaba sobre todo en los niños que practicaban deporte con regularidad, añade la investigación.
Manuel Praena, miembro del Grupo de vías respiratorias de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), que no ha participado en el trabajo, considera que, aunque todavía no están claras las causas de esta relación, abre una vía de investigación “interesante”. Los niños son los que más sufren estas infecciones debido a que tienen un sistema inmunitario más inmaduro y, si se complican, pueden derivar en otras patologías como la otitis, agrega el pediatra.
Rosario Menéndez, que también es miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica apunta que la explicación podría encontrarse en dos factores: “la actividad física mejora la respuesta del sistema inmunitario y favorece la actividad antiinflamatoria”. Además, expone la doctora, contribuye a contrarrestar lo que los profesionales llaman inmunosenescencia. Con el envejecimiento, el sistema inmune va perdiendo eficacia y el ejercicio “ayuda a ponerlo en forma”. El deporte moderado potencia la respuesta defensiva del organismo, disminuyendo la incidencia y la severidad de los procesos infecciosos, muy especialmente los de carácter respiratorio, amplía Pablo Berenguel, de SEMG
Una investigación publicada en 2021 en la revista Plos One y realizada con 2.690 personas mayores en Reino Unido mostró que aquellos con una aptitud cardiorrespiratoria moderada y alta (la capacidad para realizar ejercicio de cierta intensidad y larga duración) tenían significativamente menos riesgo de mortalidad por covid-19 frente a los que tenían una aptitud baja.
En general, la revisión de 2022 aprecia una sólida reducción del riesgo de padecer de forma grave el covid-19 en personas con una alta Aptitud Cardiorrespiratoria y las que siguen las directrices de actividad física recomendada y evitan una vida sedentaria.
¿Cuánto deporte hay que hacer?
La OMS recuerda que uno de cada cuatro adultos no alcanza los niveles recomendados de ejercicio físico y, en el caso de los adolescentes, la cifra se eleva hasta el 80%. La institución aconseja que los menores entre cinco y 17 años dediquen al menos 60 minutos diarios a practicar actividad física aeróbica de moderada a intensa. A las personas entre 18 y 64 años, sugiere que inviertan al menos entre 150 y 300 minutos (entre dos y media y cinco horas) semanales.
Las guías médicas, dice Pablo Berenguel de SEMG, reflejan que el ejercicio más adecuado para los pacientes con enfermedades respiratorias es el deporte aeróbico regular a una intensidad que permita hablar mientras se hace la actividad. En cambio, advierten de que el ejercicio anaeróbico necesita un alto consumo de oxígeno de golpe, lo que baja el nivel de oxígeno en sangre más de lo que ya lo tienen.
Las actividades aeróbicas ayudan a las personas con una patología respiratoria a disminuir la sensación de ahogo y a aumentar la tolerancia al esfuerzo, mientras que el entrenamiento de resistencia contribuye a incrementar su masa muscular y fuerza, manifiesta Berenguel. Si se combinan ambos, se consigue un aumento de la capacidad para realizar las tareas de la vida diaria, una disminución del número de agudizaciones, una mejora de la calidad de vida y un incremento de los años de vida saludables, concluye el sanitario.
Puedes seguir a EL PAÍS Salud y Bienestar en Facebook, Twitter e Instagram.