Diana Yousef, de consultora de la NASA a inventora de un retrete que evapora los residuos
Este inodoro, que no necesita agua ni conexión al alcantarillado, trata de resolver la falta de saneamiento, un problema que afecta a la mitad de la población mundial, especialmente a niñas y mujeres
No cualquiera es capaz de lograr apasionar a sus interlocutores con un retrete. Diana Yousef lo es, y así lo demuestra en cada presentación a posibles donantes o inversores, en cada entrevista con la prensa, incluso en una charla TEDx organizada en el colegio de su hija. Nacida en Boston (EE UU) de inmigrantes egipcios, Yousef, doctora en Bioquímica por la Universidad de Cornell, ha desarrollado un inodoro que no necesita agua ni conexión a ninguna red de alcantarillado, y funciona a través de una membrana que evapora entre el 90% y el 95% de los residuos. La idea trata de resolver uno de los grandes problemas para la mitad de la población mundial, la falta de saneamiento, y todas las consecuencias aparejadas: muertes por enfermedades infecciosas, problemas medioambientales y, uno que toca especialmente a Yousef, la violencia que sufren niñas y mujeres simplemente por ir a hacer sus necesidades.
“Cuando la gente vive sin acceso a saneamientos seguros, es muy difícil que pueda mejorar su calidad de vida”, afirma Yousef en una entrevista por videollamada desde su casa en Boston. Según la Organización Mundial de la Salud, 4.200 millones de personas usan servicios de saneamiento que no tratan los desechos. De ellas, 673 millones no tienen ningún tipo de retrete y defecan al aire libre. Unas 564.000 personas mueren al año debido a enfermedades relacionadas con saneamientos precarios, principalmente diarrea.
Existe un enorme problema, del que se habla poco, de mujeres que son violadas e incluso asesinadas, simplemente porque necesitan ir al baño
“Pero más allá de eso, una de las cosas que más me conmueve es la forma desproporcionada en que perjudica a las mujeres y las niñas no tener acceso a aseos privados seguros cerca de sus casas. Existe un enorme problema, del que se habla poco, de mujeres que son violadas e incluso asesinadas, simplemente porque necesitan ir al baño”, explica Yousef. “El 50% de las escuelas del mundo carecen de instalaciones sanitarias adecuadas, lo que dificulta enormemente la escolarización, especialmente de las niñas. Cuando van a la escuela, luchan contra las ganas de ir al baño, así que no comen, no beben, acaban cansadas, les cuesta prestar atención. Y cuando empiezan a tener la regla, pierden una semana de clase al mes y se quedan retrasadas”.
Madre de tres hijas, de 13, 8 y 5 años, reconoce: “Me resulta muy difícil entender que esto les ocurra a niñas de todo el mundo, mientras que mis hijas tienen la vida que tienen solo por el lugar donde nacieron”. Precisamente su nacimiento fue uno de los motores que llevaron a Yousef a iniciar su startup, change:WATER Labs, en 2013. “Cuando tuve a la primera, me quedé dos años sin trabajo porque nadie me quería”. Así que tuvo que reinventarse. “Quiero darles ejemplo, que vean que pueden hacer lo que quieran, que tienen la capacidad de decidir”. También influyeron sus raíces egipcias. “Creo que todos los que provenimos de Oriente Próximo somos muy conscientes de la importancia del agua, es vital”.
Retomó una idea que había surgido durante su participación como consultora en una iniciativa conjunta de la NASA y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en 2009, que trataba de encontrar soluciones tecnológicas a los problemas de acceso al agua. Durante ese trabajo, se planteó el uso de materiales transpirables para reciclar agua residual en el espacio y convertirla en potable. “Estos materiales tienen la propiedad de absorber la humedad de una zona y pasarla al aire seco del otro lado. El agua líquida entra en el material y sale por el otro lado en forma de vapor”, describe.
Creo que todos los que provenimos de Oriente Próximo somos muy conscientes de la importancia del agua, es vital
Su trabajo previo con la ONU para buscar modelos de negocio que implicaran al sector privado en el campo del desarrollo le había permitido visitar países del Sur Global y conocer el problema del saneamiento. El material transpirable parecía una solución de muy bajo consumo energético y que se podría utilizar tanto a pequeña como a gran escala. Así que resultaba muy útil en comunidades pobres sin mucha infraestructura. “Me di cuenta de que probablemente era mejor usarlo para deshacerse del agua sucia, en lugar de para hacer agua limpia”.
Yousef hizo las primeras presentaciones del proyecto en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), lo que le permitió conocer a investigadores interesados en la idea que se sumaron al equipo, que actualmente cuenta con siete personas. Gracias a una beca inicial de 50.000 dólares (45.700 euros), pudo acceder a un laboratorio donde llevar la idea del papel a la realidad. En febrero de 2020 se hizo el primer piloto sobre el terreno en una comunidad de acogida de refugiados en Kiboga, Uganda, con la financiación del Humanitarian Grand Challenges Award (una iniciativa de los gobiernos de EE UU, Reino Unido, Países Bajos y Canadá para financiar soluciones útiles en conflictos o crisis de refugiados). Los dos inodoros instalados, de estilo turco (en el suelo, sin asiento), dieron servicio a unas 400 usuarias por semana en un hospital de mujeres y una escuela de niñas. “Vimos que contenían completamente los residuos de forma higiénica, y no detectamos ningún olor en el lugar. Además, solo había que hacer mantenimiento cada dos o tres semanas”.
El siguiente piloto se está llevando en Kuna Naga, un suburbio informal de Ciudad de Panamá habitado por los indígenas kuna, sin agua corriente ni alcantarillado, con la financiación de Asocsa, una empresa constructora local que suele trabajar en comunidades de bajos recursos. En octubre, se instalaron dos retretes de estilo occidental, es decir, sentados, en sendos hogares, con unos 25 usuarios en total. No hay cadena de la que tirar, simplemente, la membrana comienza a evaporar el agua de la orina y las heces cuando entran en contacto con ella. “Hemos podido demostrar que podemos hacer funcionar estos inodoros durante dos, incluso tres meses, sin tener que vaciarlos”. La siguiente fase prevista es instalar inodoros de uso público en la misma comunidad.
Yousef calcula que el precio final del iThrone —que en mayo logró el Premio de Fundación Mapfre a la Innovación Social en la categoría de Mejora de la Salud y Tecnología Digital—, rondará los 200 dólares por unidad. “Planeamos subcontratar la producción a socios locales, por lo que el precio bajará aún más. Otras soluciones que se utilizan cuestan decenas de miles de dólares. Esto es mucho más barato y sencillo, porque no requiere mucha infraestructura, pero ofrece un alto rendimiento al hacer desaparecer los residuos in situ”, asegura.
Tanto la bolsa de material transpirable como los desechos que no se evaporan son, en su gran mayoría, compostables, indica Yousef. Así que al vaciar el retrete, los residuos “pueden eliminarse de la manera que el socio necesite. Si se trata de una organización humanitaria en una crisis o un campo de refugiados, sin capacidad de construir una infraestructura de saneamiento adecuada, les basta con quemar los residuos. Pero en una comunidad que quiere hacer saneamiento circular, los residuos se pueden convertir en algo con valor, energía, fertilizante”.
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