Pilar Garrido, responsable de la OCDE: “La cooperación es una inversión inteligente”
La experta en la lucha contra las desigualdades alerta de que el compromiso de lograr el 0,7% del PIB para ayuda al desarrollo, previsto por la ley, exigirá pisar el acelerador de aquí a 2030
Faltan seis años para la fecha límite para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre ellos el fin de la pobreza y del hambre, la reducción de las desigualdades, incluida la de género, y la educación para todos, y la comunidad internacional saca claramente suspenso en esta apuesta, afirma Pilar Garrido, directora de Cooperación al Desarrollo en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Pero, aunque termine siendo realidad más allá de 2030, esa ambiciosa agenda global “nos mantiene caminando y nos hace acelerar el paso” hacia la prosperidad de todos, asegura la responsable, en una entrevista con este diario en Madrid.
Garrido, nacida en Costa Rica de madre malagueña hace 39 años, lamenta —pero minimiza— el hecho de que España esté aún lejos del 0,7% de su PIB dedicado a ayuda al desarrollo, ya que el país tiene un compromiso claro en luchar contra la pobreza y la desigualdad. Para ella, la cooperación es como las mareas, “que suben, pero de repente bajan”, debido a las crisis geopolíticas, a los cambios en los gobiernos o a una pandemia mundial. “Por eso hace falta ser resiliente y optimista”, recalca.
Desde el Comité de Asistencia para el Desarrollo (CAD) de la OCDE, compuesto por 32 países, entre ellos España, que son los principales donantes del mundo, y por varios organismos multilaterales, la responsable admite que hay que repensar algunas de las bases de la cooperación, aprender de países que tejen eficaces redes de solidaridad Sur-Sur e incluir otras voces y otros donantes.
Pregunta. ¿Las crisis del mundo actual nos obligan a centrarnos en atender emergencias y la cooperación al desarrollo pasa a un segundo plano?
Respuesta. Vivimos una tensión permanente entre las crisis que exigen una respuesta inmediata, muchas de ellas conflictos, y la visión de atender necesidades más a largo plazo en los países que más lo necesitan. La guerra en Ucrania ha movilizado recursos y ha ayudado a que batamos un récord en ayuda al desarrollo, que ha rozado los 224.000 millones de dólares [207.000 millones de euros] en 2023, una cifra nunca vista. Pero también es verdad que en 2023 se han dedicado más recursos, un 3% más, a los países de menor desarrollo, fundamentalmente en África. Es una tendencia correcta que tiene que ir en aumento, porque estas inversiones son las que influyen de manera más directa en las posibilidades que tenemos como mundo de poder avanzar juntos.
El desafío es salir de la eterna dualidad entre cambio climático y desarrollo. La lucha contra el cambio climático es también la lucha contra la pobreza y desigualdad
P. Dentro de la ayuda al desarrollo, ¿la lucha contra el cambio climático ocupa ya un lugar central?
R. Hay más conciencia y más contribuciones, pero nos hace falta ambición. Creo que el desafío es salir de la eterna dualidad entre cambio climático y desarrollo. La lucha contra el cambio climático es también la lucha contra la pobreza y desigualdad. Hay que romper algunas brechas estructurales que tenemos; las prioridades climáticas deben enfocarse en las personas con mayor vulnerabilidad.
P. En abril, el CAD de la OCDE, que usted dirige, publicó las cifras provisionales de 2023, en las que se calcula que España dedicó a cooperación un 0,24% de su PIB. La ley aprobada el año pasado aspira a llegar al 0,7% en 2030. ¿Es posible?
R. España es un país profundamente solidario y mantiene un compromiso con la ayuda humanitaria y con la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Que la ley de cooperación recoja la ambición del 0,7% es muy significativo. La cifra actual del 0,24% creo que se explica sobre todo por presiones domésticas en los presupuestos. En la OCDE, estamos a punto de lanzar nuestro informe de pobreza y desigualdad y hay números que nos llaman a reflexión: por ejemplo, solamente el 9% del total de la ayuda oficial al desarrollo se destina a luchar contra la extrema pobreza. Hay muchísimo trabajo que hacer de parte de todos los donantes y llegar a un 0,7% del PIB en 2030 es también una forma de medir el liderazgo global de un país, de su responsabilidad con los países en desarrollo.
España es un país profundamente solidario y mantiene un compromiso con la ayuda humanitaria y con la lucha contra la pobreza y la desigualdad
P. ¿No es un gasto, es una inversión?
R. Claro, es una buena decisión económica, la cooperación es una inversión inteligente porque implica tener nuevos socios comerciales a largo plazo. Y es una inversión profundamente responsable, diría yo, con vistas a una prosperidad compartida.
P. Al mismo tiempo, hay una reflexión en el seno de las ONG sobre la manera de cooperar desde nuestros países y sobre la necesidad de tejer relaciones más horizontales. ¿En la OCDE también?
R. Sí, y es en primer lugar un ejercicio de humildad, de reconocer que nos hemos equivocado y de que se puede hacer mejor. Hay que reinventar y reestructurar la forma en que hemos venido trabajando, hablar de asociaciones y de relaciones de confianza y no de estructuras verticales entre donantes y receptores. ¡Qué horrible palabra es receptor!, ¿no? Habría también que descolonizar el lenguaje de la cooperación.
P. Estos días, la comunidad internacional tiene una cita en Nueva York para medir cómo se está avanzando con respecto a la agenda 2030 y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Todos suspendidos?
R. Suspendidos. Particularmente en el tema de lucha contra la pobreza. Juntos podemos erradicar la pobreza, está demostrado. No es un tema de escasez de recursos, solamente de desalineamiento. Tenemos que recordarnos que es importante no perder el foco y que si hay algo en lo que merece la pena invertir es justo en esto.
P. Pero, ¿es una utopía seguir hablando de la agenda 2030?
R. No. Es algo que ahora nos mantiene caminando y nos hace acelerar el paso. Y además, los países en desarrollo no se olvidan de estos objetivos. Nos comprometimos todos juntos, es una agenda mundial para hacer las cosas mejor, incluso los países de la OCDE que están en estadios superiores de desarrollo sostenible.
P. Aunque la Agenda 2030 se convierta en Agenda 2040.
R. Sí, aunque todo llegue un poco después hay que seguir avanzando. Es verdad que todas estas tensiones geopolíticas no ayudan mucho a avanzar en una agenda de desarrollo sostenible. Esto es un proceso lento y no es una línea recta, hace falta ser resiliente y optimista.
Hay que hablar de asociaciones y de relaciones de confianza y no de estructuras verticales entre donantes y receptores
P. Está en Madrid para participar en una reunión de miembros del Comité de Asistencia para el Desarrollo (CAD) de la OCDE con responsables de países de América Latina y del Caribe. ¿Qué aporta la experiencia de América Latina?
R. Uno de los elementos más importantes de nuestra estrategia es cómo nos acercamos a la comunidad de donantes, que es mucho más amplia que los miembros del CAD. Esta reunión se enmarca en esta tendencia y nos ayuda a ver cómo podemos apoyarnos para avanzar en los objetivos de desarrollo que compartimos. Y por ejemplo, el caso de Brasil es interesantísimo, por su compromiso con el fin de la pobreza y su sistema de cooperación Sur-Sur y cooperación triangular, no solamente dentro de la región, sino también con países de África.
P. Dentro de un año exactamente, España albergará la 4ª Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo. ¿Por qué esta reunión es crucial?
R. Es muy importante porque redefinirá el pacto de financiación destinado a los países de menor desarrollo y la forma de acompañarnos mutuamente para que las sociedades puedan seguir avanzando en su agenda de desarrollo sostenible. Estamos ya inmersos en las reuniones previas, en Etiopía y en México, para poder repensar y replantear bien cómo estructurar esa financiación.
P. ¿La voz del Sur Global se escucha en los pasillos de la OCDE?
R. En mi Comité siempre. Y alto, porque es lo que motiva que lo hagamos mejor y que sepamos acompañar mejor, cuando los países necesitan nuestra ayuda y cuando ya no la necesitan, pero siguen siendo vulnerables y no se les puede dejar a la deriva.
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