Claves de “la propagación silenciosa del dengue”: cifras históricas de infecciones y casos en lugares nunca vistos
El aumento de las temperaturas, que favorece la reproducción del mosquito que lo transmite, y el aumento de la movilidad tras la covid-19 han disparado el número de contagios de esta enfermedad, que en los casos más severos puede causar la muerte
Las cifras de dengue se han disparado en el mundo. El máximo histórico alcanzado en 2023, con más de 6,5 millones de casos diagnosticados, dejó de serlo el pasado abril. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 7.890.546 personas contrajeron durante los primeros cuatro meses del año este virus, transmitido por un mosquito. Un mes después, el número rozaba ya los 10 millones, de los que se ha confirmado la muerte de 5.366 personas, la mayoría en América Latina. Sin embargo, los países tropicales del hemisferio norte todavía no han vivido la temporada de mayor circulación del virus, que se produce en la segunda mitad del año, por lo que la previsión es que el número de nuevas infecciones continúe con su espiral de crecimiento.
Aunque solo un pequeño porcentaje de quienes adquieren la infección presentan síntomas graves, su tratamiento exige “enormes” recursos sanitarios a los países que tienen que hacer frente al dengue, que la OMS incluye en la lista de “enfermedades tropicales desatendidas”. Pero, además, su explosión en América Latina y su aparición en lugares en los que nunca antes se habían detectado casos —sobre todo en África, como consecuencia del aumento de las temperaturas y de la movilidad humana— preocupa especialmente a la OMS, que en diciembre de 2023 declaró la emergencia de grado 3 contra el dengue (el nivel más alto), una emergencia que todavía continúa. Solo en Burkina Faso, cerca de 800 personas han perdido la vida desde que comenzó el último brote, a finales del año pasado.
Estas son las claves de una epidemia sobre la que, según la OMS, existe un “claro riesgo de propagación”:
¿Qué es el dengue?
El dengue es una enfermedad vírica que se transmite al ser humano a través de la picadura de un mosquito infectado, fundamentalmente el Aedes aegypti, aunque también el del Aedes albopictus en algunas regiones de Europa y de América del Norte. La mayoría de las personas que adquieren el virus no presentan síntomas, que son más frecuentes en los pacientes más vulnerables como los niños y las embarazadas, explica desde Ginebra Belén Pedrique, jefa de proyecto de la Iniciativa de Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi, por su sigla en inglés). Los síntomas más frecuentes son fiebre alta, dolor de cabeza y en otras partes del cuerpo, erupciones en la piel y náuseas. En los casos más graves, puede causar la muerte.
“En los países donde la enfermedad es endémica, la gente se infecta muy joven”, añade Pedrique. Por ejemplo, “en Asia, a los nueve años, el 80% es positivo”, bien porque han contraído el virus por la picadura de un mosquito o porque su madre les ha traspasado los anticuerpos durante el embarazo.
¿Por qué puede ser mortal?
El virus tiene cuatro serotipos o variedades: DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DEN-4. “Si alguien contrae uno de ellos, genera anticuerpos contra ese dengue en concreto y estará protegido unos dos años más para el resto de dengues”, explica Pedrique. Pero el problema aparece cuando se adquiere “un segundo tipo de dengue”. “Si han pasado más de dos años, tus anticuerpos no son suficientemente específicos para ese segundo dengue, y son los que provocan una reacción severa porque hacen que se abran los capilares y que se pierdan todos los líquidos, de manera que el cuerpo se queda sin agua y puede entrar en shock y morir”, añade la experta. También puede desencadenar “hemorragias en muchas partes el cuerpo”. Por eso, “el dengue que realmente es malo es el segundo”, insiste.
La explosión de dengue de Burkina Faso ilustra la advertencia de Pedrique sobre el segundo dengue. “En 2016 tuvieron un dengue 2 y ahora han tenido un dengue 3, por lo que han perdido la inmunidad adquirida con el primero, pero tienen los anticuerpos que les pueden provocar las complicaciones con el segundo”, explica la experta, tras el estudio que el DNDi ha realizado en este país de África Occidental.
¿Cómo se trata el dengue?
No existe un medicamento específico contra la enfermedad, sino que “solo se pueden tratar las complicaciones”. “El dengue es una enfermedad dificilísima, en la que hay 48 horas muy críticas durante las que si no se tratan los síntomas el 20% de las personas pueden morir”, aclara Pedrique, que aprendió a tratarlo en Camboya cuando trabajaba para Médicos Sin Fronteras. “En Asia lo conocen muy bien y han conseguido bajar la mortalidad al 1% gracias al establecimiento de unos protocolos en los casos severos”, continúa la experta. “Si bajan muy rápido las plaquetas y sube mucho el hematocrito [proporción de glóbulos rojos en la sangre], significa que estás perdiendo el agua del cuerpo y que hay que actuar”, dice a modo de ejemplo. Por eso, es una enfermedad que “exige un esfuerzo enorme” al sistema de salud: “Aunque son pocos los casos que se complican, hay que hacer una vigilancia intensiva y seguirlos a todos porque no sabes quién se te va a complicar”.
La OMS ha aprobado dos vacunas contra el dengue. La primera es la CYD-TDV, que puede ser administrada a una población de entre 9 y 45 años o 9 y 60 años —en función de las regulaciones de cada país—, pero solo pueden recibirla quienes previamente han resultado infectados por el virus, por lo que antes de administrarla es preciso someterse a un cribado. El pasado 10 de mayo, la OMS precalificó una nueva inmunización, la TAK-003, recomendada para niños de entre 6 y 16 años.
¿Por qué se han disparado los casos?
“La primera razón es por el cambio climático, porque el aumento de las temperaturas favorece la reproducción de los mosquitos y la multiplicación del virus en el cuerpo de los mosquitos”, explica Raman Velayudhan, jefe de la unidad de control de vectores de enfermedades desatendidas de la OMS. Además, el mosquito Aedes está ahora presente en más de 150 países del mundo”, alerta el doctor, que reconoce que los investigadores no eran conscientes hasta ahora “de esta propagación silenciosa”. “Hay ahora muchos lugares en los que las temperaturas son muy favorables para los mosquitos y se están propagando en zonas del sur y en países en los que antes no habían tenido presencia, como en Europa”, explica.
Otra de las consecuencias del cambio de temperatura es que “en algunas zonas, la transmisión ha empezado uno o dos meses antes”, añade Maria Ven Kerkhove, directora de la unidad de preparación de pandemias de la OMS.
Además del cambio climático, “tras las restricciones impuestas por la pandemia de covid, las personas han comenzado a moverse mucho más y llevan con ellas las enfermedades tanto dentro de un país como de un país al otro”, apunta Velayudhan. Esta movilidad ha favorecido, por ejemplo, la expansión de los distintos serotipos del dengue.
Por último, el experto en vectores destaca que, además del virus del dengue, se están expandiendo otros virus de la misma familia, como el chikunguña o el zika, que “a veces se diagnostican como dengue”, lo que podría aumentar las cifras de esta última enfermedad al tiempo que se infradiagnostican las otras.
¿Dónde hay dengue?
El sistema global de vigilancia que acaba de crear la OMS para conocer la situación del dengue con la mayor actualidad posible revela que, hasta el 30 de mayo, última cifra disponible, se diagnosticaron 9.639.384 casos en todo el mundo. De ellos, 9.333.654 se registraron “en la región de las Américas”, detalla Martina MacMenamin, que lidera la gestión de la emergencia de grado 3 por dengue de la OMS. “Tenemos a 161 países incluidos en el sistema de vigilancia, de los que 79 han informado de casos”, añade.
No obstante, MacMenamin explica estas cifras durante un encuentro con periodistas: “El sistema de vigilancia de las Américas está muy bien desarrollado, mientras que en otras regiones todavía se está formando”, lo que significa que el número de infecciones podría ser mucho mayor.
Brasil, con 7.840.694 casos, es con diferencia el país más afectado, aunque el Estado con más incidencia (número de casos por cada 100.000 habitantes) es la Guayana Francesa (4.189), seguido de Paraguay (3.411) y Brasil (2.942). En Europa no ha habido casos en lo que va de año.
“Hemos alcanzado en 2024 niveles nunca vistos”, alerta Livia Vinhal Frutuoso, coordinadora general de vigilancia de arbovirus del Ministerio de Sanidad de Brasil, durante un encuentro por internet con periodistas organizado por la OMS. “En el norte del país era zona endémica, pero ahora se ha extendido al este y al sur”, advierte. Una de las explicaciones a las que atribuye la expansión de la “epidemia” es que “actualmente circulan en Brasil los cuatro serotipos, con una mutación rápida”.
¿Por qué preocupan los casos de África?
“Nos preocupa especialmente África por lo que pueda pasar”, advierte Pedrique, que subraya como ejemplo lo sucedido en Burkina Faso. “Ha vivido la peor epidemia por dengue de la historia de África”, lamenta. La experta recuerda que siempre se había contemplado la hipótesis de que la existencia en el continente de otros arbovirus de la misma familia, como los que provocan la fiebre amarilla o el zika, inmunizaba a la población africana contra el dengue, hasta la aparición de brotes con casos severos en 2023.
Pero además de en Burkina Faso donde, desde 2023 más de 170.000 personas han resultado infectadas, el dengue se extiende por otros países como Etiopía, Santo Tomé y Príncipe, Malí e Islas Mauricio. “En Islas Mauricio habíamos eliminado el dengue hasta el brote de 2009″, explica Abha Jodheea Jutton, responsable de la oficina de Preparación y Respuesta ante Emergencias de la OMS en este Estado insular africano. Desde aquella fecha, hubo nuevos brotes, aunque todos “menores, muy localizados y fácilmente controlables”. Sin embargo, en 2023 hubo un nuevo brote que todavía no ha podido ser controlado. “Es la primera vez que nos enfrentamos a algo así”, dice con preocupación esta doctora. La experta recuerda que su país “es muy pequeño, pero recibe 1,3 millones de turistas anuales” aproximadamente, lo que le hace temer que se introduzca un nuevo serotipo en la isla y emerja el peligro del “segundo dengue”.
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