África apuesta por el ARN mensajero para romper su dependencia en vacunas

El 99% de las dosis que administra el continente procede del extranjero. Las nuevas fábricas de Senegal y Sudáfrica se interesan por una tecnología que reduce el coste de producción y permite superar la barrera de las patentes

Vacunación oral de covid en Baidoa, al suroeste de Somalia, en septiembre de 2022.Ed Ram (Getty Images)

El acaparamiento de vacunas por los países del Norte durante la pandemia de covid-19 puso sobre la mesa la sangrante realidad de la dependencia vacunal de África, donde el 99% de las dosis que administra procede del exterior del continente. Para ganar autonomía, un puñado de países, entre ellos Senegal, Sudáfrica y Ruanda, se lanzaron a una frenética carrera por construir centros de producción de vacunas. Sin embargo, las patentes y propiedad intelectual de las mismas, en manos de las grandes farmacéuticas, seguía limitando la capacidad de acción africana. Para romper esta atadura, el continente apuesta por la tecnología del ARN mensajero (ARNm), mucho más económica y fácil de transferir que las vacunas clásicas, puesta a prueba a gran escala y con éxito durante la covid-19 y considerada revolucionaria por los expertos.

“La diferencia entre una vacuna de ARN mensajero y una vacuna más tradicional es que hoy es posible, a partir de un virus y la proteína, diseñar en dos semanas una secuencia de ARN [una molécula complementaria del ADN que hace casi todo el trabajo de la vida] para que cuando la administres a alguien, sus células produzcan el antígeno. La persona es el reactor que fabrica la vacuna. Eso es una revolución porque lo único que necesita cualquier país es que alguien les enseñe a hacerlo, mientras que con las vacunas tradicionales hay una barrera enorme de propiedad intelectual basada en el virus”, asegura José Castillo, gerente de Quantoom Biosciences, empresa especializada en esta tecnología con sede en Bélgica.

La tecnología de ARNm, cuyos artífices acaban de ganar el Nobel de Medicina, es considerada una revolución sobre todo para enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la malaria o la fiebre de Lassa, que afectan a los países más pobres

Durante tres días, expertos mundiales en salud y nuevas tecnologías, científicos y empresarios, gestores y representantes de centros de investigación e innovación, se han reunido en el centro de conferencias Abdou Diouf de Diamniadio, cerca de Dakar, en el marco de la iniciativa Grand Challenges impulsada por la Fundación Bill y Melinda Gates. Esta serie de reuniones anuales, que pretende estimular la búsqueda de soluciones a los problemas globales de salud, nació hace dos décadas, durante las cuales la citada fundación y sus socios han subvencionado 3.800 proyectos en 118 países por un valor total de unos 1.500 millones de euros.

Este lunes, el propio Bill Gates, copresidente de la fundación, anunció en Dakar una ayuda de 37,7 millones de euros para facilitar el acceso a la plataforma de investigación y fabricación de ARNm a bajo coste de Quantoom Biosciences. El Instituto Pasteur de Dakar —que abrirá un centro de producción de vacunas en los próximos años, llamado Madiba— y Biovac, instituto de investigación sudafricano, recibirán 4,7 millones cada uno para adquirir la tecnología que les permitirá fabricar vacunas adaptadas al contexto local. Otros 18,8 millones irán a parar a la plataforma Quantoom, mientras que los 9,4 millones restantes se repartirán entre otros centros de producción de vacunas en países pobres o de renta media.

“El desarrollo de nuestra capacidad para descubrir y fabricar vacunas de ARNm adaptadas a África es una etapa importante y necesaria hacia la autosuficiencia en materia de vacunas en la región”, aseguró el doctor Amadou Sall, responsable del Instituto Pasteur de Dakar. “Nos alegramos de esta nueva financiación que favorecerá el desarrollo de tecnologías vitales en el continente, contribuyendo a la seguridad sanitaria mundial gracias a un crecimiento de la oferta y acceso a las inmunizaciones, lo que nos permitirá alcanzar una mayor igualdad sanitaria en el mundo”, añadió.

Un científico trabaja con muestras en un centro de vacunas de ARNm respaldado por la OMS, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.SHELLEY CHRISTIANS (REUTERS)

La tecnología de ARNm, cuyos artífices acaban de ganar el Nobel de Medicina, es considerada una revolución sobre todo para enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la malaria o la fiebre de Lassa, que afectan a los países más pobres. Gracias a ella se pueden abaratar los costes de investigación y fabricación y la convierten, por tanto, en más accesible. “Poniendo la tecnología innovadora del ARNm en las manos de los investigadores y productores africanos y de todo el mundo, se logrará que un mayor número de personas se beneficien de vacunas de nueva generación”, aseguró el doctor Muhammad Ali Pate, ministro de Sanidad de Nigeria. “La innovación puede ser transformadora”, dijo por su parte Morena Makhoana, responsable de la sudafricana Biovac, “pero solo si es accesible para las personas que más lo necesitan”.

Hoy en día muchas empresas transfieren conocimiento para fabricar, pero los frasquitos y ampollas de virus se quedan en su país. Mandan a África la vacuna al por mayor y aquí la embotellan
José Castillo, gerente de la empresa Quantoom Biosciences

Quantoom Biosciences trabaja en la tecnología modular de ARNm que reduce hasta en un 50% los costes de producción de este tipo de vacunas con respecto al ARNm tradicional que poseen empresas como Moderna. De igual modo, para producirla no será necesario contar con expertos altamente cualificados —lo que beneficia a los países con déficit en formación— ni con grandes laboratorios, permitiendo así la descentralización de la producción. Este interés social, compatible con la rentabilidad económica, es lo que ha permitido que la Fundación Bill y Melinda Gates subvencione su proyecto.

“Estamos haciendo transferencia de conocimiento”, añade Castillo, gerente de Quantoom Biosciences. “Opino además que una de las maneras de frenar las tragedias de la emigración es hacer esto, permitir que los países se puedan desarrollar y que sean maestros de su propia investigación. Hoy en día muchas empresas transfieren conocimiento para fabricar, pero los frasquitos y ampollas de virus se quedan en su país. Mandan a África la vacuna al por mayor y aquí la embotellan. Vale. Pero el valor fundamental está en la investigación y el desarrollo”, subraya. “Lo único que necesitan es esa transferencia de las capacidades para que un Instituto Pasteur de Dakar pueda tener propiedad intelectual sobre las secuencias de ARN que ellos van a diseñar”, concluye.

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