Pakistán: cuando el país vecino prohíbe exportar arroz y se abre una inesperada oportunidad comercial
El país asiático, cuarto vendedor mundial de este cereal, puede beneficiarse económicamente si satisface parte de la demanda que deja de atender India, pero la posibilidad de inundaciones podrían truncar sus planes de incrementar la producción y surge el temor al desabastecimiento de sus propios ciudadanos
Rukaya Mansoor es cocinera en Karachi, (Pakistán), y no llega a final de mes ni siquiera trabajando en dos sitios. Los alimentos, dice, se han vuelto inasequibles. “Antes podía pensar en ahorrar un poco de lo que ingreso. Pero ahora tengo que recortar en comida para que el dinero dure hasta final de mes”, lamenta. El precio del trigo aumentó un 106% en el último año y a Mansoor le preocupa que el del arroz, un alimento básico en su casa, también suba. La cosecha de este cereal se redujo a causa de las inundaciones de 2022 que arrasaron el país y ya entonces los precios eran altos.
El precio que pagará Mansoor por el arroz los próximos meses no solo dependerá de que no haya más desastres naturales que mermen la producción, sino también de la decisión que tomó la India el pasado 20 de julio de prohibir la exportación de su arroz no basmati. Y no es la primera prohibición que impone: el año pasado vedó la exportación de arroz partido, una medida que sigue vigente.
En 2022, la India era el mayor exportador de arroz del mundo y representaba casi el 40% del comercio mundial de este cereal, según el Departamento de Agricultura de EE UU, por lo que su decisión de poner fin a las exportaciones ha provocado un importante vacío en el mercado global. Aunque las razones de este país eran puramente nacionales —el aumento de los precios locales y la proximidad de las elecciones—, el impacto de su decisión ha tenido repercusiones en toda la región. Competidores como Tailandia y Vietnam, segundo y tercer exportador de arroz, respectivamente, rivalizan para compensar la escasez, a medida que los precios del arroz en el mercado internacional han ido subiendo hasta alcanzar en agosto de 2023 (último dato disponible, de FAO) su nivel más alto en más de 15 años. Pero, aunque el impacto de la prohibición se está notando en todas partes, no en todas se siente de la misma manera y Pakistán —que sigue a Vietnam en cuanto a exportaciones de arroz— se encuentra actualmente ante una mezcla de oportunidades y amenazas.
Ali Hussam Asghar, expresidente de la Asociación de Exportadores de Arroz de Pakistán, afirma que, desde el punto de vista de las exportaciones inmediatas, la medida es muy buena para el país, que últimamente ha pasado apuros económicos y ahora tiene la oportunidad de aumentar considerablemente su PIB. La inflación ha alcanzado el 30%, su nivel más alto en 50 años y, según el Índice de Desarrollo Humano, Pakistán ocupa el puesto 161 entre 185 países.
La mayoría de expertos creen que la prohibición de la India será temporal, pero que dará a Pakistán la oportunidad de entrar en liza y alcanzar sus propios acuerdos
A pesar de que la mayoría de los expertos creen que la prohibición de la India será temporal y solo durará hasta las elecciones del año que viene, es probable que tenga un impacto más permanente en la credibilidad del país, dando a Pakistán la oportunidad de entrar en liza y alcanzar sus propios acuerdos de venta del cereal.
S. M. Tanveer, ministro de Agricultura de la provincia de Punjab, afirma: “Pakistán tiene ahora una gran oportunidad y la aprovecharemos introduciendo semillas híbridas y arroz basmati de grano extralargo”. Según sus previsiones, esto mejorará el rendimiento y permitirá a Pakistán generar la producción adicional que necesita para satisfacer la demanda exterior. El Gobierno, asegura, está dispuesto a desarrollar las capacidades de sus agricultores y a invertir en ellos para aprovechar al máximo sus oportunidades, así como a utilizar a los países africanos como punto de entrada, ya que eran los mayores consumidores de las exportaciones de arroz basmati y no basmati de la India.
Las compañías exportadoras se esfuerzan para satisfacer la demanda que ha dejado de atender India. Irfan Mukhtar, copropietario de Irfan Noman Brothers, una de las mayores empresas de procesamiento y exportación de arroz de Pakistán, que facturó 250.000 toneladas métricas de arroz entre 2021 y 2022, señala: “El precio medio del arroz se ha encarecido porque la oferta ha disminuido y la demanda ha aumentado, lo que significa que Pakistán puede incrementar sus exportaciones sin complicarse la vida, porque la demanda está ahí”. Reconoce que hubo problemas con el abastecimiento el año pasado debido a las inundaciones, pero subraya: “En general hemos visto que las aguas de las riadas dejan tras de sí suelo fértil, por lo que esperamos obtener una cosecha mucho mayor este año que podremos aprovechar para las exportaciones”.
Pese a este abanico de beneficios para Pakistán de las acciones de su país vecino, a algunos expertos, tanto locales como internacionales, les preocupa que la situación no sea tan sencilla como parece. La decisión de la India de prohibir las exportaciones de arroz se debe a la necesidad de proteger su mercado local, ya que El Niño, un fenómeno meteorológico que provoca lluvias torrenciales y sequías, ha reducido la producción e impulsado al alza los precios locales. La India no es el único país amenazado por El Niño, y algunos temen que Pakistán sufra también inundaciones fuera de temporada. Si esto ocurre mientras se esfuerza por aumentar sus exportaciones de arroz con un abastecimiento local ya de por sí limitado, hay muchas probabilidades de que el país sufra una experiencia similar a la de la India y que sus consumidores nacionales tengan dificultades para poder permitirse el arroz.
Un problema de reputación e innovación
“La India volverá dentro de un año con una producción aumentada para satisfacer la demanda del mercado local e internacional”, asegura Sajjeed Aslam, responsable regional de asuntos públicos de la Asociación de Contadores Públicos Colegiados (ACCA) Asia Pacífico e inversor que apoya a las empresas. Aslam advierte que Pakistán no debería confiar en que aumentará su exportación de arroz únicamente por la prohibición de la India. En su opinión, debe superar diversos retos si quiere mejorar su posición en el mercado mundial. La falta de innovación previa y su oferta comparativamente baja corren el riesgo de situarlo muy por detrás de Tailandia y Vietnam, indica el experto. La reputación del país es otro inconveniente, agrega, ya que anteriormente ha habido problemas con la calidad del arroz que exporta. “Si nos fijamos en los aspectos positivos, ellos [Vietnam y Tailandia] tienen ventaja, porque producen un volumen mayor y su infraestructura para manejar ese mayor volumen ya está ahí”.
La preocupación por el aumento de los precios nacionales es otro desafío al que deberá enfrentarse el país. El empresario Mukhtar cree que el precio del arroz podría escalar como ha sucedido con el del azúcar, que ahora es elevado debido al contrabando y a una escasez artificial. El incremento del coste de los alimentos básicos, unido a la inflación, podría empeorar la inestabilidad en el país, que ya ha experimentado tensiones a cuenta del trigo y con el arroz podrían repetirse.
Mukhtar Ali, un obrero de Lahore, la capital provincial de Punjab, acababa de llegar a un centro de distribución de trigo subvencionado establecido por el Gobierno cuando estalló un motín. Eso fue el pasado marzo. “No creo que pueda arriesgarme a volver allí ni a enviar a mi mujer. Si nos pasa algo, ¿quién cuidará de nuestros hijos?”, comenta. Ahora, agrega, quiere que elegir qué comprar. Aunque confía en que el Gobierno aprenda de sus errores, y opina que la subvención fue un buen primer paso, tiene miedo de que sea demasiado tarde. Cerca de 10,5 millones de personas experimentarán “altos niveles de inseguridad alimentaria” entre abril y octubre de 2023, según la ONU. Y se prevé que la situación empeore entre noviembre de 2023 y enero de 2024, cuando la falta de alimentos afectará a 11,8 millones. El país ocupa la posición 99 de 121 en el Índice Global del Hambre de 2022.
A Aslam le inquieta que si los retos de Pakistán no se afrontan como es debido, el país corre el riesgo de dañar aún más su reputación en el mundo en lugar de obtener el beneficio que esperaba tras la prohibición. Por esta razón, opina el especialista, el país debería abordar esta oportunidad a largo plazo en lugar de precipitarse ahora, cuando las cadenas de suministro atraviesan dificultades. Desde su perspectiva, Pakistán debería aprender de los países que ya estaban preparados para hacer frente a esta situación. La introducción de nuevas variedades de cultivos y semillas, señala, es el primer paso de lo que debería ser un planteamiento meditado y a más largo plazo de colaboración y crecimiento entre Gobierno y agricultores.
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