Inteligencia emocional para albañiles
La emprendedora Oare Ehiemua dejó un trabajo de élite para crear empleo juvenil en el sector de la construcción en su Nigeria natal. La formación integral que ofrece su academia le ha valido el premio de liderazgo de la escuela de negocios ESADE
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África subsahariana tiene una de las mayores tasas de urbanización y crecimiento demográfico del mundo y Nigeria, con sus más de 200 millones de habitantes, es uno de sus principales polos económicos. La construcción es el tercer sector que más personas emplea en este país rico en petróleo, pero son pocas las empresas que contratan a trabajadores locales, a pesar de los elevados índices de desocupación juvenil.
En 2019, la nigeriana Oare Ehiemua dejó un cargo muy bien remunerado en una empresa de capital inversión para emprender un proyecto profesional plagado de incertidumbres. Su idea era ofrecer formación gratuita y de alta calidad a albañiles, fontaneros, electricistas y carpinteros, y facilitar su colocación en el mercado laboral mediante acuerdos con constructoras y una bolsa de empleo que facilitase el contacto entre oferta y demanda.
La iniciativa ya ha formado a más de 700 jóvenes, un 10% de ellos mujeres, y ha alcanzado un 85% de colocación. También le ha valido a su fundadora el galardón MBA Leadership Award 2021 en calidad de exalumna de la escuela de negocios Esade. Tras la entrega del premio, hablamos con Ehiemua sobre la receta para el cambio de su proyecto, One Precious Life (OPL) Academy, sobre qué tiene que ver un curso de inteligencia emocional con la construcción y sobre su propio camino como emprendedora social.
Pregunta. El sector de construcción en Nigeria apenas emplea a jóvenes locales, a pesar de las elevadas tasas de paro. ¿Qué está fallando?
Respuesta. El problema empieza por la educación. En Nigeria, cada año salen unos 180.000 graduados de 373 centros de formación profesional, pero la mayoría de estas escuelas tienen un equipamiento y profesorado pésimo y están desconectados de la red empresarial.
P. ¿Y por parte de las empresas?
R. Las constructoras carecen de buenas estrategias para captar talento local. Muchas veces, los capataces se limitan a reclutar a las personas que merodean en torno de la obra buscando trabajo. A menudo acaban empleando a personas de otros países africanos, e incluso de otros continentes, por una cuestión de precio o de calidad. El sector paga poco, de modo que tampoco resulta demasiado atractivo.
Muchas veces, los capataces se limitan a reclutar a las personas que merodean en torno de la obra buscando trabajo
P. ¿Qué le ha sorprendido en su trabajo con alumnos de la OPL Academy?
R. Cuando empecé, muchos se preguntaban qué sería de una mujer joven tratando con hombres considerados peligrosos, en la base de la pirámide social. En realidad, son personas con hambre de aprender y progresar. En Nigeria, las oportunidades dependen de tu red de contactos y ellos no tienen ninguno. En la academia experimentan, por primera vez, un sistema meritocrático: a mejor desempeño, más oportunidades. Esto es transformador.
P. ¿Y qué hay de las brechas económicas y de género?
R. Un 10% de nuestros los alumnos ya son mujeres, frente a la media del 2% en el sector, y las personas que consiguieron un empleo ganan el doble del salario mínimo en Nigeria. Es un buen comienzo.
P. Su formación abierta tiene cursos sobre comunicación, pensamiento crítico y manejo de dilemas éticos. ¿Qué tiene que ver esto con la construcción?
R. Al principio, preguntamos 50 directores de empresa cuáles eran los principales retos que enfrentaban en el trabajo con los operarios. Las respuestas se iban repitiendo: no entienden lo que se les pide, no siguen instrucciones, no logran resolver problemas o imprevistos de forma efectiva, toman atajos… Diseñamos los cursos basándonos en esta información y, hoy en día, el de inteligencia emocional es de los que más éxito tiene.
Muchos de nuestros alumnos comprenden, por primera vez, que pueden gestionar el estrés y controlar sus emociones en el entorno de trabajo
P. ¿El de inteligencia emocional?
R. Muchos de nuestros alumnos comprenden, por primera vez, que pueden gestionar el estrés y controlar sus emociones en el entorno de trabajo, sobre todo en un ambiente de tanta presión como es una obra. Esto les hace mejores profesionales. Además, abordamos la problemática del consumo de drogas, que es habitual en este colectivo.
P. ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
R. Se me ha pasado por la cabeza unas cuantas veces. ¡Hay tantos retos que enfrentar! Regulatorios, de financiación, de captación de talento, operativos… Algunos días tengo que librar una batalla mental para recuperar la perspectiva, recoger el testigo y seguir corriendo. Lo que me mantiene en marcha es mi equipo y el cambio positivo que veo en los beneficiarios.
P. ¿Cuál es su visión para el futuro de OPL Academy?
R. Formar a 20.000 personas en los próximos cinco años en todo el país: educando a formadores, impartiendo cursos en línea y aliándonos con socios que puedan impartirlos desde sus entidades. Ahora nos financiamos a través de capital semilla y donaciones de fundaciones nigerianas, entre otros medios, pero ya estamos buscando nuevas fuentes de financiación para seguir creciendo.
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