Una nueva plataforma para vigilar que ningún niño se quede sin educación
Nace una comisión internacional integrada por más de 30 países para pedir la reapertura de las aulas después de que la ONU haya alertado de una grave crisis nutricional derivada del cierre de las escuelas
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“A los niños que vienen a la escuela una o dos veces por semana y se quedan en casa el resto del día para completar sus tareas, les ayuda tener un sentido de normalidad y actividades estructuradas durante toda la semana”. Quien reflexiona así es Memoona Nazli, una profesora del centro de educación secundaria femenina Chitta Batta, en Mansehra, una ciudad de Pakistán. El país, que cerró sus colegios el 16 de marzo de 2020 y volvió a abrirlos en septiembre, tuvo que dar de nuevo el cerrojazo tras una segunda ola por la covid-19. El pasado uno de febrero se volvieron a abrir sus centros educativos. En la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, donde se encuentra el centro de Nazli, más de cinco millones de niños en edad escolar se vieron afectados, según datos de Unicef. “Este método mantiene a los alumnos en contacto con los estudios y les ayuda a no perder la motivación“, añade en un testimonio recogido por la organización internacional.
La Unesco ya temía el pasado agosto que 24 millones de alumnos de todos los niveles en el mundo podían abandonar su educación para siempre a causa de los cierres inducidos por la crisis del coronavirus. Desde la ONU se hizo un llamamiento de manera urgente para que se reabrieran las escuelas una vez que la covid-19 se controlase de manera local. La organización, además, pedía que se mantuviera la continuidad en el aprendizaje, sobre todo para los más vulnerables, o habría un riesgo serio de que estas circunstancias se convirtieran en una “catástrofe generacional”.
De esta misma preocupación ha nacido una comisión mundial que defiende la educación para todos los niños en la era postpandémica; la ha puesto en marcha el think tank canadiense The Institute for 21st Century Questions (21CQ). El comité, al que se han adherido hasta la fecha 30 países —con Pakistán, India, Sri Lanka, Haití, Costa de Marfil, Ghana, Senegal, México, entre otros— quiere dedicar sus esfuerzos a advertir de la tragedia que supone para millones de niños estar fuera de la escuela y a pedir a los estados y gobiernos la reapertura gradual y segura de las aulas para no dejar a nadie atrás.
La nueva plataforma, que comenzó su andadura a finales de enero, tiene tres objetivos: crear conciencia social sobre las consecuencias para cientos de millones de niños, en decenas de países de todo el mundo, que han sido desescolarizados por la pandemia; alentar a las autoridades nacionales, regionales, provinciales y locales, así como a los consejos escolares y los propios centros educativos, a que examinen y auditen todos los casos de niños fuera de una educación reglada, e instar a todas las autoridades a desarrollar e implementar estrategias para reintegrar a estos niños con la mayor rapidez posible. “Nuestro trabajo está siendo muy gradual, de reunión en reunión desde nuestro comienzo, con líderes educativos, líderes políticos, de la sociedad civil, intelectuales y, por supuesto, maestros y directores. Todos juntos, para alcanzar nuestro propósito”, explica Irvin Studin, presidente de The Institute for 21st Century Questions (21CQ), en una entrevista desde Canadá a través de Zoom. El próximo 26 de febrero la comisión ha convocado una charla internacional en la que espera que se adhieran más regiones, hasta llegar a 50 países.
“Estamos hablando de cientos de millones de niños que, apenas ayer, tal vez hace seis meses, hace un año, estaban en los campos de fútbol, de hockey, jugaban baloncesto en los parques y, de repente, han dejado de ir al colegio. Y nadie se da cuenta de que están fuera. Dentro de un tiempo, el mundo volverá a abrir y se encontrarán en una época poscovid mucho más pobre, más desestabilizada, en un mundo más perverso para el que no tienen ninguna preparación”, reflexiona Studin.
Imagina a un niño de 13 años que ha estado fuera de la escuela durante dos cursos. Probablemente no va a volver. El sistema escolar no está preparado para aceptar a esa persona, y además, nadie los buscaIrvin Studin, presidente de The Institute for 21st Century Questions (21CQ)
Ejemplos en los que profesores y alumnos, como las pupilas de Memoona Nazli, hacen un esfuerzo por continuar una educación reglada hay en cada rincón del mundo. Ellas han podido volver a las aulas, pero ¿qué pasará con todos aquellos que aún no y que no tienen fecha de vuelta? “Imagina a un niño de 13 años que ha estado fuera de la escuela durante dos cursos. Probablemente no va a volver. Y un niño de cinco o seis años que nunca ha ido, de repente cuando todo abre y tiene ocho o nueve años. El sistema escolar no está preparado para aceptar a esa persona, y además, nadie los busca”, explica Studin.
Desde la organización canadiense, y junto a los representantes educativos de cada país que integra el comité, quieren ejercer presión para que la educación, además de la salud, se convierta en una prioridad para los gobiernos. “Tenemos un verdadero desafío en nuestras manos. Como todo el mundo imagina que la gente está trabajando virtualmente, es una especie de colapso silencioso, pero nos golpeará en la cara en todo el mundo, lo hará, y será más pronto de lo que pensamos”, lamenta.
Más de 39 mil millones de menús escolares perdidos
Pero la tragedia del parón escolar lleva aparejada otras consecuencias tanto o más devastadoras que la pérdida de las lecciones. La Oficina de Investigación de Unicef-Innocenti y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han advertido recientemente que desde el inicio de la pandemia en el mundo se han perdido ya más de 39 mil millones de comidas escolares debido al cierre de los centros educativos. En el informe, titulado Covid-19: Missing More Than a Classroom (Covid-19: No solo se pierden las clases, en castellano) las dos organizaciones señalan que 370 millones de niños, muchos de los cuales dependen de estos menús como fuente clave de nutrición diaria, han sido privados de una media del 40% de esas comidas. “Los que dependen del colegio para recibir su comida diaria no solo están perdiendo una educación, sino también una fuente de nutrición confiable. Mientras respondemos a la pandemia y esperamos la distribución de la vacuna, debemos dar prioridad a la reapertura de las escuelas y pasar a la acción para que sean lo más seguras posible”, pedía Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef.
Los menús escolares no son solo vitales para garantizar la nutrición, el crecimiento y el desarrollo infantil, sino también para proporcionar a los niños —especialmente las niñas y a quienes proceden de las comunidades más pobres y marginadas— un fuerte incentivo para volver a la escuela una vez que se levanten las restricciones. Durante la pandemia, según este mismo informe, ha habido una reducción del 30% en la cobertura de los servicios de nutrición esenciales, incluidos los programas de alimentación escolar, suplementos de micronutrientes y promoción de la nutrición en países de ingresos bajos y medios, así como programas para el tratamiento de la desnutrición grave en niños. Durante los confinamientos a nivel nacional en algunos países se cancelaron todos los programas de alimentación escolar.
Cuanto más tiempo estén fuera de las aulas, mayor es el riesgo de que acaben abandonando la educación por completo, alertan desde Unicef. Las niñas se enfrentan al riesgo añadido del matrimonio temprano o verse forzadas al comercio sexual. “Cuando un padre o una madre que pertenece a una familia de bajos ingresos tiene que decidir qué hacer con sus hijos, si mandarlos a la escuela o ponerlos a trabajar, necesita una razón, que suele ser económica, para hacerlo. Estos menús son esos incentivos y al continuarlos hay una mayor probabilidad de que manden a sus hijos de vuelta, incluso a sus hijas, que suelen ser las primeras excluidas”, contextualiza Carmen Burbano, directora de Alimentación Escolar del PMA.
“La reapertura de la escuela es fundamental, porque existen alternativas que se han puesto en marcha para sustituir los menús diarios, como las transferencias de efectivo que se han adoptado en muchos países durante la pandemia, por ejemplo. Pero los efectos de estos sobre la nutrición de los niños en edad escolar son menos consistentes y, en algunos casos, menos rentables. Así que conseguir que los estudiantes vuelvan a educarse e invertir en la alimentación escolar es la mejor solución para su salud”, asegura Artur Borkowski, uno de los expertos que ha trabajado en el informe y miembro de la oficina de Investigación de Unicef-Innocenti.
Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha estado dando apoyo a los gobiernos para adaptar sus programas de menús durante el cierre. Según el informe, más de 70 países han proporcionado raciones para llevar a casa, transferencias en efectivo o vales de comida, dando así una solución provisional. En los primeros nueve meses de 2020, más de 13 millones de alumnos recibieron apoyo escolar por parte de la organización internacional, en comparación con los 17,3 millones del año anterior.
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