Invertir en la conectividad de las mujeres rurales mejorará el mundo
Un 32% de la población de América Latina y el Caribe carece de acceso a Internet, las más afectadas son las campesinas
Mientras que muchos ya no sabemos vivir sin estar conectados al email y las redes sociales o viendo miles de vídeos, fotos y aplicaciones en el teléfono, el 32% de las personas de América Latina y el Caribe no tienen acceso a Internet. La mayor desconexión se da en las poblaciones rurales y las más afectadas son las mujeres, según nuevos estudios promovidos por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Digitalizar el campo podría mejorar la vida cotidiana y la actividad económica como lo hacen las buenas carreteras. Elvia Monzón no tuvo oportunidad de estudiar cuando era niña y ha luchado toda su vida por garantizar esa posibilidad a sus hijos. Trabajó la tierra de sus padres y después la suya para alimentar y cuidar a su familia. Creció en San Antonio Huista, un pueblo rural cerca de la frontera con México, a 360 kilómetros de Ciudad de Guatemala, la capital del país.
En 2001, su esposo emigró solo a Estados Unidos, dejándola con cuatro hijos menores, de 12, 10, 5, y 3 años. Tener cobertura telefónica y señal de Internet le permitió formarse, acceder a apoyo institucional, asociarse con otras agricultoras y crear juntas una cooperativa caficultora en su comunidad, que hoy dirige. Elvira tiene ahora en su terreno 20 colmenas, que le han reportado hasta seis quintales de miel, cría conejos y, como parte de la diversificación de cultivos en su cafetal, siembra árboles de aguacates y ha vendido alrededor de 1.800 de sus frutos.
Un aumento del 1% en el índice de desarrollo del ecosistema digital, es decir, que haya acceso a una cobertura móvil de Internet de calidad, da lugar a una expansión del 0,13% del PIB per cápita, con sus consecuentes impactos positivos, según la investigación Conectividad Rural en América Latina y el Caribe – Un puente al desarrollo sostenible en tiempos de pandemia, presentada el 29 de octubre por el IICA, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Microsoft.
Digitalizar el campo podría mejorar la vida cotidiana y la actividad económica como lo hacen las buenas carreteras.
“Es fundamental propagar la conectividad para el desarrollo de la vida rural, la vida comunitaria y productiva. Es necesario corregir las brechas de conexión rural rápido porque hay una situación de desventaja en los territorios rurales frente al contexto urbano”, explicó Sandra Ziegler, la investigadora del IICA que lideró la elaboración del estudio. “La propagación de la covid-19 agrava la magnitud del problema de la marginalización de casi un tercio de la población latinoamericana y caribeña en el uso de Internet”, alertó Ziegler.
El estudio, que concentró su trabajo en 24 países latinoamericanos y caribeños y ofrece un completo panorama sobre la situación de la conectividad rural en la región, revela que un 71% de esta población urbana cuenta con opciones de ella, ante menos de un 37% en la ruralidad. “Una brecha de 34 puntos porcentuales que mina un inmenso potencial social, económico y productivo”, asegura la publicación.
Además, la investigación constató que solo el 50% de los países de la región cuenta con mediciones específicas sobre conectividad en el ámbito rural. Para paliar esas lagunas, el IICA, el BID y Microsoft desarrollaron un índice para medir su calidad en zonas rurales. En base a este índice, la mayor conectividad rural se da en Bahamas, Barbados, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y Panamá. Y en estos países todavía entre el 53% y el 63% de unos 43 millones de personas no accede a servicios de conexión significativa. Los países con un nivel medio son: Argentina, Ecuador, México, Paraguay, República Dominicana, Trinidad y Tobago y Uruguay. Los de más baja son: Belice, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Perú y Venezuela.
“Tenemos como meta atenuar radicalmente las brechas que traban el desarrollo. La brecha de la conectividad rural-urbana es una de las que más atención exige”, dijo el día de la presentación Manuel Otero, director general del IICA. “Su carencia no solo impone una barrera tecnológica. Constituye también una barrera en el acceso a la salud, a la educación, a servicios sociales, al trabajo y a la economía en general. Si no la cerramos, esa barrera cada vez será más alta y tornará aún más desigual a la región que ya es la más desigual del mundo”, señaló por su parte Marcelo Cabrol, gerente del Área Social del BID.
Más internet para las mujeres rurales
Las mujeres rurales con baja escolaridad son el grupo menos conectado y cuanto mayor es la brecha de género en la posesión de teléfono, peor es la inserción laboral, según los resultados de otro estudio publicado en octubre con apoyo del IICA y firmado por la Universidad de Oxford, con apoyo también del Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
La científica social Valentina Rotondi fue clara: “Creo que ha quedado claro durante la pandemia que las personas con acceso a Internet pueden seguir con sus estudios y las que no tienen, no”, dijo al presentar la investigación, coordinada por ella con datos de la Encuesta Mundial Gallup, informaciones de 23 países y de rastreos de la red social Facebook.
Chile y Argentina son los dos únicos países de la región en donde más mujeres tienen teléfonos celulares que hombres. Género y lugar de residencia interactúan produciendo varias desventajas para las que habitan en los territorios rurales, asegura el estudio, algo que agravó la pandemia del coronavirus. Las diferencias se dan hasta en temas tan vitales como en la prevención de la violencia machista: “Las mujeres con celular están más dispuestas a denunciar abusos en la pareja”, añadió Rotondi. “Para muchas personas, dispositivos móviles son computadoras baratas, fáciles de usar y eficaces, con las que pueden comunicarse, acceder a información y acceder a servicios vitales vinculados a la salud, la educación y la economía o a vender su producción”, dijo.
El estudio concluyó que, de modo general, cuanto menor es la brecha de género en la posesión de celulares, mejores son las perspectivas para la inserción de las mujeres en el mercado de trabajo y menores son las disparidades entre los géneros en trabajos vulnerables y desempleo juvenil.
Los promotores de la investigación, IICA, BID y FIDA, añaden algunas recomendaciones para mejorar este desigual panorama. Algunas, más obvias, pasan por difundir en el entorno agrícola las tecnologías digitales, actividades de capacitación para potenciar su uso y fomentar políticas públicas que impulsen a que los Estados inviertan en la construcción de la infraestructura necesaria. También se considera oportuno apostar por los subsidios, las asociaciones público-privadas, los incentivos fiscales y los fondos de acceso universal, así como mapas de infraestructura para poder identificar las fallas actuales.
Y otras como ampliar el uso de la tecnología TVWS como servicio secundario o como uso libre en la banda de UHF para las zonas rurales en las que ha habido mayor dificultad, garantizando el acceso a internet (esta tecnología aprovecha el espectro radioeléctrico entre los 470MHz y los 698MHz, el cual ha sido asignado a los radiodifusores de televisión y ha sido liberado con el paso de la televisión analógica a la digital y puede proporcionar acceso a Internet de alta velocidad en las zonas más apartadas de América Latina y el Caribe con una inversión mínima en infraestructura). Ideas sobran, solo faltan gobiernos que las apliquen.
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