Tribuna

Mano a mano para transformar los sistemas agroalimentarios en Europa y Asia Central

La pandemia no ha logrado que escaseen los alimentos, pero la recesión económica y la pérdida de empleos han supuesto mayores limitaciones para que las personas tengan acceso y dietas saludables y nutritivas

Un temporero marroquí recoge mandarinas en los cultivos de Foleli, en la isla francesa de Córcega, el 29 de octubre de 2020.PASCAL POCHARD-CASABIANCA (AFP)

Del 2 al 4 de noviembre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) celebra su 32º período de sesiones de la Conferencia Regional para Europa, que hospeda en forma virtual el Gobierno de Uzbekistán. En ella, los miembros tendrán la oportunidad de profundizar en su debate sobre la forma de transformar los sistemas agroalimentarios para hacerlos más resilientes, sostenibles e inclusivos, tanto a nivel regional como mundial.

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La Conferencia está abierta a todos los miembros de Europa y Asia Central. La región, que se extiende desde Lisboa hasta Vladivostok y desde el Círculo Ártico hasta las montañas del Pamir en Asia Central, es vasta y diversa, y sus sistemas alimentarios presentan una gran variedad.

Incluso antes de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (covid-19), la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios era ya una preocupación creciente en la región debido al aumento de las tasas de obesidad (alrededor del 23 % de la población adulta en Europa y el 18 % en Asia Central) y a las enfermedades no transmisibles asociadas, así como al incremento de la desnutrición y las carencias de micronutrientes en algunos países.

A la luz de la próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios de 2021, la Conferencia se centrará en los Sistemas alimentarios sostenibles y dietas saludables en Europa y Asia Central entre sus temas principales. El debate tendrá por objeto esbozar la situación de la nutrición y los sistemas alimentarios sostenibles, determinando interrelaciones, así como desafíos y oportunidades en la región.

Los efectos de la pandemia han significado una mayor presión sobre la situación nutricional en general. No hay escasez de alimentos, pero la recesión económica y la pérdida de empleos han supuesto cada vez mayores limitaciones para que las personas tengan acceso a alimentos nutritivos y a dietas saludables.

Las cadenas regionales de suministro han funcionado bien gracias, sobre todo, al compromiso de los agricultores, que han hecho un esfuerzo enorme para seguir produciendo y cosechando, a pesar de la pandemia y las medidas de contención asociadas. En Europa y Asia Central, muchos pequeños campesinos y productores familiares han indicado que utilizan sus ahorros para pagar los gastos de explotación, en detrimento de las condiciones de vida de sus hogares. Y el 85 % de ellos subraya que su supervivencia depende de que el Gobierno siga prestando ayuda para cubrir los gastos corrientes.

En este contexto, se necesitan políticas apropiadas y colaboración público-privada para atender las necesidades de los productores de alimentos y mejorar la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios. Otras cuestiones relacionadas —como la inocuidad de los alimentos, la conservación de la biodiversidad y la innovación digital—, ocuparán un lugar destacado en el programa de la Conferencia Regional.

Las tecnologías digitales —como las imágenes por satélite, los sensores remotos y las aplicaciones móviles y de cadena de bloques— prometen cambios revolucionarios para los pequeños agricultores y los consumidores. Pueden contribuir a optimizar las cadenas alimentarias, aumentar el acceso a los mercados, reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, mejorar la gestión de los recursos hídricos y luchar contra las plagas y enfermedades, por citar solo algunos de sus beneficios.

4.500 millones de personas dependen de los sistemas agroalimentarios para sus medios de vida y para alimentarse a sí mismos y sus familias

Pero Europa y Asia Central no deberían limitar sus debates a la perspectiva regional. Estos territorios cuentan con un acervo de conocimientos y experiencia de valor inestimable para promover el desarrollo sostenible en todo el mundo, y el apoyo financiero de los países europeos ha sido fundamental durante mucho tiempo para combatir el hambre y la pobreza en los países en desarrollo de África, Asia y América Latina.

Antes de la covid-19, había en 2019 casi 690 millones de personas subalimentadas en el mundo. La evaluación más reciente de la FAO sugiere que la pandemia puede sumar hasta 132 millones de personas a esas filas. Además, alrededor de 4.500 millones de personas dependen de los sistemas agroalimentarios para sus medios de vida y para alimentarse a sí mismos y sus familias.

La pandemia ha puesto de relieve la importancia de no dejar a nadie atrás, principio rector de la Agenda 2030. Más que nunca, los Gobiernos, las organizaciones internacionales, el sector privado, la sociedad civil, el mundo académico y otros socios pertinentes deben colaborar de forma estrecha para abordar y superar los desafíos que se avecinan.

Las alianzas sólidas son un elemento básico de las iniciativas de la FAO para promover sistemas agroalimentarios sostenibles y, en última instancia, poner fin al hambre y la pobreza. Con una nueva estrategia para la colaboración con el sector privado, la FAO pretende asociarse con este sector para apoyar y ampliar la innovación, promover inversiones, movilizar el conocimiento científico y generar datos para el seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) basándose en recursos, redes, conocimientos y tecnologías compartidos.

La FAO colabora además estrechamente con los parlamentarios de todo el mundo, en calidad de socios estratégicos para mejorar los marcos jurídicos, adoptar políticas adecuadas y promover la asignación de recursos para implementar estas políticas en todos los sectores alimentarios y agrícolas.

Se necesita un cambio transformador en la forma en que gestionamos nuestra biodiversidad, producimos y consumimos nuestros alimentos e interactuamos con la naturaleza

Antes de la pandemia, la FAO había puesto en marcha la iniciativa Mano a mano, que tiene por objeto emparejar a los países donantes y a los receptores para acelerar la innovación, la inversión, el cambio institucional, la transformación agrícola y el desarrollo rural sostenible sobre la base de datos e información. La iniciativa cuenta con tecnologías de vanguardia, como la Plataforma Geoespacial Mano a mano, que proporciona información clave para la adopción de decisiones, y el Laboratorio de Datos para la Innovación Estadística, que combina fuentes de datos no convencionales, macrodatos, inteligencia artificial y ciencia para la adopción de decisiones y la evaluación de impacto. 29 países participan ya en este proyecto y otros tantos han expresado su interés en sumarse a él en los próximos meses.

En respuesta a la pandemia, la FAO elaboró el Programa de respuesta y recuperación de la covid-19, amplio y exhaustivo, que busca tener efecto a nivel mundial, regional y nacional. Está concebido para mitigar las consecuencias socioeconómicas inmediatas, fortaleciendo al mismo tiempo la resiliencia a largo plazo de los sistemas alimentarios y los medios de vida, en consonancia con el enfoque de las Naciones Unidas de “construir para transformar” y en estrecha colaboración con diversos asociados. Se necesita un cambio transformador en la forma en que gestionamos nuestra biodiversidad, producimos y consumimos nuestros alimentos e interactuamos con la naturaleza, si queremos reconstruir mejor después de la pandemia de covid-19 y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El 5 de noviembre, la FAO presentará oficialmente la Coalición Alimentaria, un mecanismo multisectorial y de múltiples partes interesadas para movilizar los recursos, la experiencia y la innovación que apoyarán al Programa de respuesta y recuperación de la covid-19 y a la iniciativa Mano de la mano. Mediante la promoción del diálogo y el intercambio de conocimientos y experiencias entre países y la elaboración de planes de acción orientados a la búsqueda de soluciones, la Coalición Alimentaria ampliará nuestra asociación y promoción conjunta. Me complace ver que unos 40 países ya han expresado interés en ser socios activos de la Coalición Alimentaria, que fue concebida por primera vez por Italia y otros socios clave.

A lo largo de 2020, la FAO ha abogado por mantener activas las cadenas de valor alimentarias, haciendo hincapié en que solo cuando los países colaboren y comercien libremente podrá superarse esta crisis. Es evidente que muchos países de esta región están haciendo un esfuerzo por mejorar sus entornos de políticas comerciales agroalimentarias, y les alentamos a seguir por este camino.

El 75º aniversario de la FAO —que acabamos de conmemorar hace unos días— es un hito histórico que refuerza nuestro compromiso de asegurar el acceso a alimentos nutritivos para toda la población y eliminar el hambre de una vez por todas. El 32º período de sesiones de la Conferencia Regional para Europa es una buena ocasión para asegurar que este compromiso se convierta en hechos con nuevas ideas, alianzas sólidas e innovadoras formas de trabajar para alcanzar nuestros objetivos comunes de una producción, una nutrición, un medio ambiente y una vida mejorados.

Qu Dongyu es director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

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