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La pedrada de Letizia

La Reina dice ser de la tribu de quienes aman el lenguaje, por sus actos se podría decir que es miembro de honor

La reina Letizia, durante el acto por el aniversario de FundéuRAE.Foto: José Oliva (Europa Press) | Vídeo: EPV

“Tenéis cara de fruncir el ceño cuando leéis, escucháis en algún medio de comunicación, incluso cuando recibís algún WhatsApp con errores gramaticales”, dijo este miércoles la reina Letizia en el acto por el vigésimo aniversario de FundéuRAE. La Reina enumeró algunos de esos errores que salpican los textos de los periódicos y las locuciones de radio o televisión: “Una coma mal puesta, unas mayúsculas inventadas, gerundios repetitivos y sin sentido, una prosodia confusa, esas tildes inexistentes...”, afirmó entre las sonrisas del público.

Los errores de pluma —lapsus calami, en latín— en los medios de comunicación escritos son fruto de las prisas por publicar una noticia de última hora, de la premura de querer aportar todos los detalles de una información en unas líneas o, simple y llanamente, por falta de revisión. De ello da cuenta con una frecuencia mayor de lo que seguro desearía la defensora del lector de este periódico: “No hay día sin que alguien señale algún fallo que ha escapado al control de calidad. [...] No tendría más importancia si no fuera por la reincidencia”, escribió Soledad Alcaide el pasado domingo. En los audiovisuales, los lapsus linguae suelen deberse a la improvisación o a la presión del directo y por desgracia, también son muy frecuentes.

“Me estáis mirando, algunos reís, pero pensáis lo mismo que yo. No soy la única que tiene esa pedrada”, espetó Su Majestad también con una sonrisa. Esa “pedrada” de la que habló el miércoles doña Letizia no es más que el gusto por la lengua correcta, escrita o hablada, contó. Por eso dijo que le gustaba estar entre los lingüistas, periodistas y académicos de la RAE que acudieron al acto, en esa “tribu” de quienes aman el lenguaje, el rigor, la exactitud rica y mullida de las palabras, la corrección flexible, esas voces hispanohablantes tan diversas.

Ella pertenece a esa tribu y se podría decir que es miembro de honor. Doña Letizia es una gran comunicadora, sabe elegir las palabras, lanzar los mensajes, y rara es la vez que sube a un atril con un papel para leer el discurso que va a pronunciar. Además, sus declaraciones suelen estar muy trabajadas, son acertadas, y las transmite con una buenísima dicción y naturalidad, como si hubiera nacido para eso. No solo se percibe cuando se pone frente a un micrófono o una cámara, como en la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de Innovación y Diseño, donde mostró su interés por “la excelencia” de los galardonados, recogida en la extensa memoria de los Premios, que dijo haber leído al completo; también se hace notar en privado, como contaba a El País Semanal la entonces secretaria de Estado de Cooperación Internacional en un reportaje de 2022 con motivo de su 50 cumpleaños: “Pensaba que era fría y distante, y ha resultado ser profesional, normal y hasta divertida. Se ha currado los temas. Este viaje está en sintonía con sus intereses sociales, desde la seguridad alimentaria al trabajo infantil o la violencia machista. Nos reunimos con ella en su despacho de La Zarzuela y se había empollado a conciencia nuestro dosier, que tenía lleno de post-its”.

Con todo, cada vez que se difunde por las redes sociales un mensaje de la reina Letizia, la opinión que se recoge en los comentarios es de un aplauso casi unánime. “No hay que ser monárquico para apreciar la capacidad de comunicación tan bonita, lúcida, de dicción impecable y sólida que tiene esta mujer”, escribió un usuario cuando la Reina intervino en el 50 aniversario de Informe Semanal. “Gusta ver cuando la Reina coge el micro y lanza preguntas o hace comentarios que refuerzan el discurso del ponente”, comentó otro al difundir un vídeo de una intervención en un acto de la Fundación Fad Juventud. “La silla L de la RAE para Letizia y un programa cultural para ella en La 2. No pido más”, publicó el periodista Martín Bianchi tras la declarada obsesión de la Reina por la lengua.

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