La antidemocrática ofensiva contra el PSOE
La vergüenza de los actos cometidos por muy pocos no puede caer sobre miles de militantes y millones de votantes socialistas
En el Derecho Penal tradicional, las organizaciones no delinquen, lo hacen las personas. Esto ha cambiado hoy, y aquellas sí pueden ser declaradas penalmente responsables si sus dirigentes cometen delitos en su nombre y en beneficio, directo o indirecto, de la organización. A partir de la Ley 7/2012, de lucha contra el fraude fiscal, se incluye a los partidos políticos como responsables de esos actos, siempre que se den las circunstancias descr...
En el Derecho Penal tradicional, las organizaciones no delinquen, lo hacen las personas. Esto ha cambiado hoy, y aquellas sí pueden ser declaradas penalmente responsables si sus dirigentes cometen delitos en su nombre y en beneficio, directo o indirecto, de la organización. A partir de la Ley 7/2012, de lucha contra el fraude fiscal, se incluye a los partidos políticos como responsables de esos actos, siempre que se den las circunstancias descritas. Justamente por ello, el PP fue condenado por corrupción en el llamado caso Gürtel.
Sin embargo, para la derecha española y sus medios afines, el PSOE es una mafia dirigida por su secretario general, Pedro Sánchez. Ello, claro, sin base probatoria alguna y sin sentencia firme que así lo declare.
Los socialistas estamos acostumbrados a las violentas ofensivas que se suceden cuando obtenemos la confianza ciudadana para formar gobierno. Recordemos el llamado sindicato del crimen, grupo de periodistas y medios de comunicación críticos con el Gobierno de Felipe González, a quien trataron de desestabilizar de todas las formas a su alcance, incluidos los dudosamente legales o democráticos, como reconociera uno de sus integrantes, Luis María Anson. O cuando Mariano Rajoy, en la oposición, acusó a Zapatero de traicionar a los muertos y revigorizar a una ETA moribunda, cuando fue su Gobierno quien acabó con la actividad armada del grupo terrorista.
Hoy, de nuevo, quizá con una virulencia especial, se pretende no sólo derribar a un Gobierno, sino debilitar, o acabar, con un partido, el PSOE. No niego la gravedad de los hechos protagonizados por Ábalos y Cerdán, ni la imperiosa necesidad de cooperar con la justicia para el esclarecimiento de los hechos (como se está haciendo). Pero ello no puede implicar las gravísimas acusaciones contra una organización sin pruebas que las sustenten.
152.000 personas militamos en el PSOE. Todas ellas dignas, honestas, limpias, que se asocian para defender sus ideales y construir un mundo mejor. Lo mismo pienso de los miembros de otros partidos políticos, incluido el PP, que, en su inmensa mayoría, defienden sus ideales, se compartan o no, sin caer en prácticas corruptas. Ninguno de ellos son responsables de los actos de corrupción, por graves que sean, que cometen una ínfima minoría de sus dirigentes con poder y capacidad de decisión. Sólo un proceso judicial independiente, y con hechos probados, puede declarar la responsabilidad de una organización en estos hechos, aunque a nosotros ya se nos haya juzgado y condenado previamente sin prueba alguna.
Entre manipulaciones, mentiras, informaciones confusas, pues todo vale, se apunta a la posible financiación ilegal del Partido Socialista, por el presunto hecho de que Ábalos y Koldo pasaban elevados gastos al partido, no justificados, y se insinúa que podría responder a una estrategia de blanqueo de dinero, dejando caer que ello favorece al PSOE o le permite financiarse de forma irregular.
Como la transparencia es un sano ejercicio de responsabilidad democrática, sólo hay que visitar la página web del PSOE, apartado Cuentas e Informes Financieros, donde se detalla la financiación pública y privada (casi en exclusiva compuesta por las cuotas de sus afiliados y de sus cargos públicos) y la deuda viva con entidades financieras. Desde hace años, el PSOE viene siguiendo una férrea política de austeridad que ha permitido reducir dicha deuda a 11,5 millones de euros en 2024. Cualquier experto podrá indicar que el peso de la misma, para una organización con unos ingresos de 91 millones de euros en el año 2024, es reducida.
Si las personas mencionadas pasaban gastos elevados al partido, y se demuestra que era así y que no estaban justificados, entonces son ellos quienes están estafando, o robando, no sólo al partido, sino a todos los afiliados que pagamos nuestras cuotas. ¿Qué tiene esto que ver con financiación irregular? Como se ha indicado, según los informes financieros y los dictámenes del Tribunal de Cuentas, nada de eso hay, entre otras cosas porque el PSOE no lo necesita debido a su situación financiera.
También se cometen errores que nos llenan de dolor, de angustia, de ira e, incluso, asco. Resulta una trágica ironía que la organización que más ha luchado por los derechos de la mujer, no sólo de forma declarativa, sino con obras como las leyes para combatir la violencia hacia la mujer o para reducir las desigualdades entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida, se vea comprometida por las acciones de unos pocos desaprensivos. Y aquí no caben las excusas, ni siquiera las disculpas; sólo la acción decidida. A las mujeres que denuncian acciones de acoso sexual o por razón de sexo (o delitos más graves), se les debe dar la presunción de credibilidad, se las debe acompañar, proteger y asesorar para formular denuncia ante la justicia. Y de forma inmediata, sin más dilaciones.
Porque estos hechos no nos harán renunciar a nuestras creencias, al modo en que vemos el mundo, los valores que defendemos, porque sin duda este es mucho mejor si la mujer obtiene las cotas máximas de igualdad. Como dijo Ignasi Guardans hace unos días, y lo comparto, si la brújula ética que marca el camino se rompe o se descompone, estamos perdidos.
Entretanto, además de saltarse las reglas del Estado de derecho, la estrategia desplegada por el PP y Vox trata de silenciar el verdadero estado real de las cosas en este país. En su reciente visita a España, el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, daba a conocer los resultados de su informe anual: España ha registrado un sólido crecimiento económico desde la pandemia, acompañado por la creación de empleo, la reducción del desempleo, el aumento de los salarios reales y la mejora de la productividad. De igual modo, se añade, las reformas estructurales contribuyen a mejorar la calidad del empleo, la política fiscal va en la dirección correcta y el modelo económico se ha vuelto más equilibrado, con superávit por cuenta corriente y costes eléctricos más bajos que en otros países europeos. El informe también recomienda tomar medidas para garantizar la sostenibilidad futura de nuestras pensiones.
Este es el resultado de una acción de gobierno que se pretende tapar. Por supuesto que hay problemas, y algunos serios, pero que con otro recetario económico no se resolverían; se agravarían. Para quienes se preguntan si merece la pena continuar con esta legislatura, la evidencia contesta por sí misma: se acaba de firmar un acuerdo salarial para los empleados públicos que mejorará sus salarios reales durante los próximos tres años, ajenos al tremendo ruido ambiental y ocupándose de lo que de verdad importa a la gente: su empleo y su capacidad de compra. Igual ocurre con los más de nueve millones de pensionistas que verán aumentadas sus pensiones según el coste de la vida, y para algunas categorías, por encima del mismo, ganando poder adquisitivo. Creo que estos colectivos y quienes año tras año encuentran trabajo, defienden las justas causa del feminismo, del derecho humanitario internacional o la lucha contra el cambio climático, preferirán que esta continúe.
No pretendo restar gravedad a estos presuntos casos de corrupción, ni escurrir el bulto, pues exijo la más estrecha cooperación con la administración de justicia, la transparencia más aguda, el conocimiento de todos los mecanismos de gastos que se utilizan en el PSOE y la asunción, si fuere el caso, de las responsabilidades precisas por los hechos ocurridos. Pero lo que no puedo admitir es que se vierta la mancha del oprobio y de la vergüenza sobre miles de compañeros y millones de votantes por actos cometidos por muy pocos.
Nos ataremos al mástil de la nave, como hizo Ulises, para no escuchar los cantos de sirena, al mástil de la lucha por nuestros ideales, porque esos cantos no auguran nada bueno para la democracia española.