El cuento de las matemáticas

Los lectores escriben sobre los cambios en la enseñanza, el consumo responsable de agua, la penosidad de ciertos oficios y la guerra de Gaza

Una profesora da clase de Matemáticas en un aula de 2º de la ESO de un colegio barcelonés.Albert Garcia

A un país muy cercano llegaron un buen día unos individuos provistos de enormes tijeras. Con gran habilidad, ¡chas, chas!, recortaron la duración de las asignaturas de matemáticas en las ingenierías. “¡Por Bolonia!”, gritaban alborozados. Algunos del lugar recordaron entonces cómo, tiempo atrás, habían arribado otros que, provistos de hachas, talaron el árbol de las matemáticas del jardín del Bachillerato y segaron las mieses de estadística. ¡Cataplum! Cayó el tronco derribado. ¡Zis, zas!, sisearon las guadañas manejadas por, quién lo diría, comisionados de pulcros cuellos blancos y doctores c...

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A un país muy cercano llegaron un buen día unos individuos provistos de enormes tijeras. Con gran habilidad, ¡chas, chas!, recortaron la duración de las asignaturas de matemáticas en las ingenierías. “¡Por Bolonia!”, gritaban alborozados. Algunos del lugar recordaron entonces cómo, tiempo atrás, habían arribado otros que, provistos de hachas, talaron el árbol de las matemáticas del jardín del Bachillerato y segaron las mieses de estadística. ¡Cataplum! Cayó el tronco derribado. ¡Zis, zas!, sisearon las guadañas manejadas por, quién lo diría, comisionados de pulcros cuellos blancos y doctores con corbatas de seda. Al correr los años, los habitantes de este país tan cercano lloran por sus niños y jóvenes apenas saben álgebra o geometría y se rasgan las vestiduras porque no encuentran quienes puedan transmitir tales conocimientos. Y, a este paso, será preciso explicar la regla de tres en los cursos de doctorado.

María Jesús de la Puente Muñoz. Madrid

Insistiendo sobre el agua

A mí también me enerva ver correr el agua fría, en casa, esperando que salga caliente. O el agua que sale, desmesuradamente, en grifos automáticos de muchos aseos públicos. Si no aportamos nuestro granito de arena, iremos a las guerras del agua. El escudarse en que más agua se gasta en algunas industrias o en determinadas formas de turismo, me parece que es el “y tú más” al que nos tienen acostumbrados nuestros políticos. A quien competa tomar medidas, que las tome. Y los particulares, seamos conscientes y actuemos también.

María del Carmen Ortega Navasa. Soria

Trabajos insanos

El Ministerio de Seguridad Social está estudiando qué profesiones, por su penosidad o por el número de bajas de sus trabajadores, son susceptibles de una jubilación anticipada. Estoy viendo algunas que el ministerio tiene en mente, pero no veo a los sanitarios, esos a los que se aplaudía en el confinamiento, los que trabajan junto al dolor y la muerte, los que empiezan y llegan cansados mentalmente, a esos no los veo en el club de profesiones penosas. No queremos aplausos; queremos vivir algo más nuestra vida y no tanto la de los demás. Hay relevo, así que no nos aplaudan y dennos un poco de tranquilidad y vida normal.

Sergio López González. Vigo

Ese desparpajo de matar al débil

La historia está llena de episodios salvajes, de actos fieros, de matanzas tan crueles que espantan. La matanza de Katyn y las purgas de Stalin, las matanzas de hutus a tutsis, los fusilamientos de posguerra, los campos de exterminio de los alemanes en la dictadura de Hitler... Ahora asistimos a las matanzas del Gobierno de Benjamín Netanyahu, que llega a matar cobardemente a civiles hambrientos que intentan conseguir comida en la franja de Gaza. Criminales, asesinos, que, quizás, serán juzgados por la historia mientras que la comunidad internacional permanece ahora impasible, frenada con el bozal de los poderosos. Ese desparpajo de matar al débil.

José Antonio Martínez Lamoca. Madrid

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