El aceite de oliva se calienta

El sector afronta dos campañas consecutivas de baja producción y refleja el impacto del cambio climático sobre el precio de los alimentos

Una clienta compra aceite de oliva en un supermercado.Getty

La campaña de recogida de aceitunas y producción de aceite de oliva, que comenzó el día 1, no permite ser optimista sobre la evolución de los altos precios del llamado oro verde en los próximos meses. Por primera vez desde que hay registros, el sector afronta dos campañas seguidas de muy baja cosecha y con una materia prima de peor calidad, lo que amenaza con prolongar las tensiones en la cesta de la compra, y ha empezado a ...

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La campaña de recogida de aceitunas y producción de aceite de oliva, que comenzó el día 1, no permite ser optimista sobre la evolución de los altos precios del llamado oro verde en los próximos meses. Por primera vez desde que hay registros, el sector afronta dos campañas seguidas de muy baja cosecha y con una materia prima de peor calidad, lo que amenaza con prolongar las tensiones en la cesta de la compra, y ha empezado a cambiar patrones de consumo en hogares y negocios.

Los datos ofrecidos esta semana por el Ministerio de Agricultura apuntan un crecimiento de la producción del 15% sobre la última campaña, hasta alcanzar las 765.300 toneladas, pero se situará un 34% por debajo de la media de las últimas cuatro, con la excepción de Extremadura, que mejora su rendimiento en ambos ejercicios. Las existencias de enlace, que tradicionalmente permiten amortiguar los precios entre el final de una campaña y el inicio de la siguiente, se encuentran a la mitad de los niveles habituales, lo que supone dificultades añadidas para el mercado. El principal condicionante de la baja producción es la situación climática, con episodios de altas temperaturas en plena floración que han provocado una merma en el cuajado del fruto, así como el aumento de costes derivado del encarecimiento de los fertilizantes y del transporte.

En este escenario, no es de extrañar que los precios del aceite se hayan duplicado en los dos últimos años, tanto en origen como en los lineales de los supermercados. Ni que ese encarecimiento se haya trasladado ya a la demanda: el consumo doméstico acumula una caída del 30% en volumen, liderada por el sector de la restauración y la hostelería; mientras, las exportaciones descienden un 45%, lo que deja margen a que otros mercados ganen terreno al aceite español o a su sustitución por alternativas más baratas. Ante la escalada de precios, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia abrió meses atrás una investigación, sin que de momento se hayan descubierto irregularidades en el funcionamiento del mercado.

El aceite de oliva tiene una importancia más que simbólica para España, primer productor mundial. Durante años, las autoridades y el propio sector han animado a un cambio de hábitos entre la población y han promovido los beneficios de su consumo para la salud. Aunque su peso en la cesta de la compra es relativamente pequeño en términos estadísticos, se ha convertido en un producto fundamental para las familias. Lejos de ser un asunto de activistas y agoreros, nadie puede negar ya que el calentamiento global tiene un fuerte impacto sobre el precio de los alimentos.


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