Dejarán tirado a Zelenski

Cualquier causa puede volverse antipática cuando los oportunistas de uno y otro lado encuentran un caladero de votos en el malestar ciudadano

Zelenski y su esposa, Olena, el miércoles en un homenaje en Kiev a los militares muertos en la guerra con Rusia.AFP

Mientras tomaba café en un área de servicio este verano, de pronto escuché “dejarán tirado a Zelenski” y casi me giro a preguntar quién lo publicaba, cuando entendí que los chavales de atrás sólo especulaban. Aunque el oportunismo está muy extendido en España a cuenta de la guerra de Ucrania, con los recelos de Podemos desde el inicio, y con los órdagos recientes de Isabel Díaz Ayuso. Se acerca el invierno, y la pregunta incómoda es ...

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Mientras tomaba café en un área de servicio este verano, de pronto escuché “dejarán tirado a Zelenski” y casi me giro a preguntar quién lo publicaba, cuando entendí que los chavales de atrás sólo especulaban. Aunque el oportunismo está muy extendido en España a cuenta de la guerra de Ucrania, con los recelos de Podemos desde el inicio, y con los órdagos recientes de Isabel Díaz Ayuso. Se acerca el invierno, y la pregunta incómoda es si las democracias resistirán a los ecos de recesión o exigirán a los ucranios que cedan.

Véase cómo Podemos viene reduciendo este debate, sin despeinarse, a la urgencia de parar la guerra para acabar con la inflación. El tabú silenciado en Europa es hoy perder las elecciones por el empobrecimiento ciudadano. Italia amaga con ser la primera parada, y Alemania tiene pánico a una recesión en invierno. Pero sería impúdico descargar sobre un país invadido, arrasado, otros efectos de nuestras políticas domésticas, o de la compleja realidad.

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De un lado, porque la inflación ha tenido génesis diversas en este tiempo. Viene hoy disparada por la guerra, pero en España hay también inflación subyacente, sin tener en cuenta el mercado energético. A finales de 2021, ya se registró un crecimiento de precios previo a la invasión. Algunos dirán que Putin hacía también de las suyas entonces. Otros recuerdan los efectos pospandemia, como los cuellos de botella industriales. E incluso, el importante gasto público de los Ejecutivos europeos para hacer frente a la covid-19.

Segundo, Podemos no detalla a qué precio quiere ese “armisticio”, con lo que peca de difuminar la responsabilidad del agresor. Aboga por “vías diplomáticas”, como si no estuviera pagando Europa el resultado de la vía de apaciguamiento alemana frente a Rusia. Enarbola la paz, como si la UE desease el conflicto. La realidad es que Bruselas prefiere hasta hoy inflación a la amenaza para la seguridad europea que aprecia en el Kremlin.

Resulta curioso que Podemos, que tanto se opuso a la pérdida de soberanía nacional de España tras los años de austeridad, dé tal impresión de arrastrar los pies cuando se trata de la soberanía nacional de Ucrania. Una parte de la izquierda alternativa busca diferenciarse tomando la bandera de la izquierda anti-OTAN, pero ello no acaba de encontrar su lugar en un mundo más complejo que la Guerra Fría ni en países hasta ahora neutrales como Suecia o Finlandia.

Aunque la derecha otanista también mete baza sin importarle su impacto en la opinión pública. Isabel Díaz Ayuso se llenaba la boca con la palabra “libertad” en la Comunidad de Madrid, mientras sus argumentos abundan ahora en el cuestionamiento del plan energético y de las medidas dirigidas a solidarizarnos con la libertad de los ucranios. En España, la regulación del Gobierno es hasta estética, comparada con Francia o con la dureza del invierno que sufrirán nuestros vecinos polacos o alemanes.

No parece así que la “libertad” de Ayuso sea transfronteriza, como tampoco la “soberanía nacional” de Podemos. Unidos por el populismo, el identitarismo madrileño de una y la desubicación histórica de los otros, acaban haciendo el juego a Putin, ya sea por descuido o por estulticia, ante la incapacidad de soportar su envite.

Para la presidenta madrileña, esto no va de cuatro farolas, sino de seguir alimentando el relato doméstico de “la derecha libertaria, próspera, que te deja hacer feliz lo que quieras y no te va a arruinar”, frente a una “izquierda moralista, prohibicionista, regañona, que os quiere arruinados e infelices”. Le sirvió durante la covid y ahora vuelve, a menos de un año de las autonómicas de 2023. El Partido Popular se suma al carro: prueba son los tumbos de Alberto Núñez Feijóo con un decreto energético auspiciado hasta por su correligionaria Ursula von der Leyen.

De pronto, en la tele del área de servicio aparece Josep Borrell proponiendo entrenar a soldados ucranios. Pienso que la UE o Estados Unidos no han llegado hasta aquí para dejar a Zelenski tirado en su ofensiva por recuperar el país entero, aunque Putin busca precisamente avivar el descontento social mediante el gas, para que Bruselas fuerce a Ucrania a ceder el territorio ocupado, según escribe Jesús Núñez Villlaverde. Y ya se sabe: toda causa puede volverse antipática cuando los oportunistas encuentran un caladero de voto en el malestar ciudadano. A lado y lado.

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