Inmersión lingüística, ¿todo por el pueblo, pero sin el pueblo?

La criticada sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre el porcentaje de horas lectivas en español parece acercarse bastante más a la preferencia del catalán medio

Entrada de la escuela infantil y primaria Xirinacs del barrio del Eixample Esquerra de Barcelona, en septiembre pasado.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

El pasado 23 de noviembre el Tribunal Supremo terminó por dar la razón al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que ya había instado a cuantificar el porcentaje de horas lectivas en español, visto que, de manera efectiva, su uso en las aulas estaba siendo marginal. Con ello, las escuelas catalanas tendrán que adaptar sus planes de inmersión lingüística, y el Gobierno de la Generalitat sufre un nuevo...

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El pasado 23 de noviembre el Tribunal Supremo terminó por dar la razón al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que ya había instado a cuantificar el porcentaje de horas lectivas en español, visto que, de manera efectiva, su uso en las aulas estaba siendo marginal. Con ello, las escuelas catalanas tendrán que adaptar sus planes de inmersión lingüística, y el Gobierno de la Generalitat sufre un nuevo revés, al ver truncadas sus esperanzas de perpetuar un modelo lingüístico con una sola lengua vehicular.

Una gran cantidad de políticos, analistas e instituciones han reaccionado enérgicamente equiparando este dictamen a un ataque contra el modelo educativo, y afirmando que el fallo urge un gran consenso social y pedagógico. Además, la decisión de una familia de Canet de Mar de exigir al colegio de su hija de cinco años que se respete el mínimo de 25% de horas lectivas en español ha suscitado una campaña de acoso en redes por parte de organizaciones independentistas, que no ha sido desautorizada por la Generalitat. Sin embargo, para poder evaluar lo acertado de estas quejas hay que hacer un esfuerzo por comprender qué opinan los ciudadanos de Cataluña y si realmente la sentencia del TSJC choca con sus preferencias. Entre el 5 y el 25 de octubre pasado, dentro del marco de un proyecto de investigación sobre populismo hemos entrevistado a 1.500 catalanes y preguntado sobre sus preferencias, hallando unos resultados que contradicen los discursos hasta ahora dominantes. Globalmente, los encuestados, lejos de avalar que el catalán sea la única lengua vehicular en la escuela, manifiestan que preferirían que el 48% de las horas lectivas se impartiesen en catalán, 26% en español, 19% en inglés, y 7% en otras lenguas.

Aunque la gran mayoría de catalanes, al ser preguntados, expresa su inclinación por un modelo mixto, las distribuciones de estas preferencias lingüísticas entre los electores de los distintos partidos son bien distintas. Los votantes de los partidos independentistas o favorables a un referéndum de autodeterminación (CUP, Esquerra Republicana de Catalunya, Junts per Catalunya y En Comú Podem) desean que entre un 19% y un 23% de la enseñanza se realice en español. Además, los votantes de estos partidos desean que el catalán se emplee solo algo más de la mitad del tiempo, entre un 50% y un 57% de las horas, y que el resto se divida (por este orden) entre enseñanza en español, inglés y otras lenguas.

Por su parte, los electores del PP, Vox y Ciudadanos prefieren una enseñanza con cierta prioridad para el español (entre el 37% y el 40% de las horas). Es destacable que en absoluto abogan por un sistema educativo sin presencia del catalán (al que confieren entre un 29% y un 31% de las horas). Por último, los votantes del PSOE-PSC proponen un 40% de catalán y 31% de español. Los votantes de este partido son los que, en esta cuestión, expresan unas actitudes más cercanas al votante medio.

Buscando explicar las preferencias de los ciudadanos sobre la cantidad de horas que deben impartirse en español en las aulas encontramos que ni el género del entrevistado, ni la edad ni el nivel educativo importan a la hora de entender estas preferencias. Como era de esperar, quienes tienen como lengua materna el catalán prefieren un menor porcentaje de educación en español (entre cinco y seis puntos porcentuales menos). La ideología también parece importar, cuanto más a la derecha se ubican los encuestados, mayor porcentaje de horas prefieren que se impartan en español (cada punto más a la derecha, se prefiere un punto porcentual más de uso del español, con lo que pasar del extremo izquierdo al extremo derecho de la escala supone un aumento de 11 puntos porcentuales).

Resulta interesante también que la predilección por el modelo lingüístico en Cataluña aparece ligada con actitudes de narcisismo colectivo, tal y como se definen en la escala desarrollada por la profesora de Psicología Agnieszka Golec de Zavala, incluidas en nuestro cuestionario. Encontramos que cada punto más de narcisismo colectivo reduce en casi tres puntos porcentuales las horas de español ambicionadas, con lo que pasar del nivel de menor narcisismo al mayor reduce las horas de español deseadas en casi 12 puntos porcentuales.

En definitiva, nuestro análisis muestra que, aunque hay significativas disparidades en cómo se distribuirían idealmente las horas lectivas en la educación pública en Cataluña, la gran mayoría de los encuestados se inclina por un modelo mixto con más de una lengua vehicular. Paradójicamente, la criticada sentencia del TSJC parece acercarse bastante más a la preferencia del catalán medio, que la postura adoptada por el Govern de la Generalitat y muchas organizaciones catalanistas que han expresado su malestar estos días. Este aparente desconocimiento sobre la realidad social puede ser atribuible a la ausencia de preguntas sobre preferencia lingüísticas en los grandes estudios sociales como los del CIS y del Centre d’Estudis d’Opinió, así como a las inercias adquiridas por ciertas interpretaciones casi hegemónicas de la realidad sociopolítica catalana. No es nuestro objetivo emitir ningún juicio de valor sobre el sistema educativo de inmersión, ya para eso sería necesario una evaluación sosegada de indicadores tales como el fracaso escolar y desigualdades en resultados académicos entre alumnos de distinta lengua materna. Sin embargo, sí que pretendemos hacer una llamada de atención sobre la necesidad de fundamentar los debates sobre políticas públicas, tan importantes como este, en evidencia empírica y evaluaciones desapasionadas.


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