Colosio ‘vis a vis’ Javier Duarte
El misterio de las razones de Morena para supuestamente hacer justicia a Colosio se develarán (quizá) más pronto que tarde


Viaje al pasado. O a dos pasados.
A uno, el más remoto, el del magnicidio de Colosio; la memoria sobre esa muerte política es borrosa, o de plano nula si recordamos que en el país hay 30,4 millones de jóvenes menores de 29 años, es decir, no habían nacido en 1994.
Al otro, no tan lejano, la pasada década, los años del latrocinio de Javier Duarte en Veracruz.
De entre esos dos viajes, Morena y la Fiscalía General de la República quieren que México viaje al asunto más lejano. Este sábado lograron su cometido y con calzador obtuvieron de un juez la orden que deja en la cárcel al presunto segundo homicida de Luis Donaldo Colosio.
El sábado en Almoloya de Juárez, teatro de montajes justicieros, quedó bajo proceso Jorge Antonio Sánchez Ortega, exagente del desaparecido CISEN, y quien en su tiempo fuera investigado, encarcelado y liberado sin cargos, por el crimen de Lomas Taurinas.
Colosio es un mito. Casi un santo. No merecía, desde luego, el destino que mediante dos balazos segó su vida el 23 de marzo de 1994, marcando a un par de generaciones que nunca olvidarán donde estaban ese día, sumiendo al país en una zozobra en forma de pregunta sin respuesta: ¿Por qué mataron a Colosio?
El asesino confeso, detenido entre empellones en la polvorienta barriada donde Colosio encontró la muerte, sigue en la cárcel. Mario Aburto ya dice lo que sea con tal de salir cuanto antes. A ver quién se atreve a abrirle la reja a pesar de que suma 31 años a la sombra.
Para fincarle cargos a Aburto hicieron falta fiscales especiales (así en plural) que lo mismo decían que se trató de la acción de un asesino solitario, motivado a lo más parecido a un delirio de grandeza, que descubrieron un complot, en el que eventualmente incluyeron a José Antonio Sánchez Ortega. Al final, todo quedó como al principio: fue solo Aburto, dijo por décadas la justicia mexicana… hasta la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador y su fiscal Alejandro Gertz Manero.
El obradorismo, nos enteramos entrado el sexenio pasado, no creía en el asesino solitario y ahora Claudia Sheinbaum tiene en la cárcel a Sánchez Ortega. Más gasolina a la eterna conspiración que reza: ¿Por qué y quienes mataron a Colosio?
Cabe otra pregunta. Qué se le perdió a Morena en el caso Colosio. Sí, sí, desde el principio los obradoristas quisieron ligar a Sánchez Ortega con Genaro García Luna (que también se hizo en el CISEN), una de sus bestias negras del calderonismo y quizá la que más ordeñaron de 2018 a 2024. Qué esperan lograr al “reabrir” el expediente que nunca dio a los conspiracionistas sino cabos deshilachados cada vez que pretendieron armar un crimen de Estado, o del narco, o de una mafia, o de gobernadores, o de priistas, o de cualquier cosa que no fuera un obrero michoacano migrado a Tijuana con rayones patrioteros en sus cuadernos.
El misterio de las razones de Morena para supuestamente hacer justicia a Colosio se develarán (quizá) más pronto que tarde. Mientras ello ocurre, es imposible no pensar mal, no caer en la tentación de comparar el empeño que le pone el obradorismo a perseguir una supuesta conjura en algo que agravia a los priistas, y a la familia del malogrado candidato, desde luego, y no necesariamente a la población en general, como sí ocurre con el caso Javier Duarte.
Tan pronto como hoy, el exgobernador veracruzano podría salir libre por buena conducta. Cuesta escribir la frase sin soltar una carcajada tan sonora como las que caracterizaron al sucesor de Fidel Herrera. Bueno, en realidad no saldría por buena conducta, sino por desidia de Morena y su fiscal Gertz Manero, que han dejado sin investigar esquemas de desvío de recursos públicos por alrededor de 60 mil millones de pesos.
Ocurre que la única pena que le fue impuesta a Duarte era por cosa de nueve años y tras caer preso en 2017, luego de una fuga tan predecible como vernácula, todo muy chafa, estaría por alcanzar el beneficio de una preliberación por —hay que escribirlo sin desternillarse al recordar que hasta tuiter usaba desde la cárcel— buena conducta.
Duarte no encabezó un gobierno, lo suyo fue un despropósito donde se crearon empresas fantasma como para habitar todos los halloween de la historia. Si en un momento se volvieron famosos los esquemas de compañías fachada fue debido a este político de Veracruz.
Cómo sería de insoportable la permanencia de Duarte en el gobierno de Veracruz que la administración Peña Nieto lo consideraba un lastre para su imagen. Son palabras mayores. Mas lo importante es algo que hoy parece olvidar, o deliberadamente pasar por alto, Morena.
Lo de Duarte no fue un problema entre priistas. Su fanfarronería, la violencia desatada e impune, los cuadernos de su mujer decretándose abundancia mientras los desfalcos se acumulaban, el escándalo de dar agua en vez de medicinas a niños enfermos de cáncer… todo ello fue un agravio al pueblo de Veracruz, y por extensión al de México.
Morena hoy quiere encontrar un segundo tirador de un caso de 1994 donde no hay pruebas de que Sánchez Ortega haya estado junto a Colosio cuando recibió los balazos. Morena no va a meter las manos por los programas sociales que eran para las y los veracruzanos y terminaron en quién sabe qué fortunas y bolsillos.
Sin pruebas nuevas, a Morena le interesa más emplear los recursos del Estado para tratar de descubrir lo que nadie antes sobre la muerte de Colosio. Y si Peña Nieto sostuvo hasta lo indecible a Javidú antes de dejarle caer, Morena le consiente al no emprender nuevas pesquisas.
El PRI de Peña Nieto no iba a ser exhaustivo en contra del gobernador veracruzano so pena de acabar embarrado en las averiguaciones. Quizá por lo mismo Morena incurra en idéntica conducta. No por nada dicen que lo que no suena lógico suena metálico.
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