Los Monreal, y más allá de los Monreal
El tema hoy no es si entre los hermanos hay disputas sobre quién tendría que ser el candidato a la elección venidera, sino lo que el nepotismo supone para Morena


A Morena se le da adelantar los tiempos. Guiado por su instinto de movimiento más que de partido, la dinámica guinda desborda límites. Por eso, cuando faltan casi dos años para las elecciones de 2027, la calentura por las candidaturas está desatada, como en Zacatecas.
Junto con otras dieciséis entidades, la tierra del cerro de la Bufa renovará gubernatura en 2027. Medio país a las urnas. Y el ruido de la batalla se comienza a escuchar en estados como Nuevo León, en manos de Movimiento Ciudadano, o Chihuahua, panista hoy.
En el caso de Zacatecas, Morena estará sometido a la prueba de un candado autoimpuesto. La presidenta Claudia Sheinbaum canceló toda sucesión nepotista en cargos de elección popular, y si bien esa ley entra en vigor en 2030, el partido aplicará la regla desde ya.
La nueva determinación bajó de la nube a Saúl Monreal, senador del clan del mismo apellido que tiene como divisa suceder a su hermano David en el palacio de gobierno zacatecano. Lejos de amilanarse, el menor de esa prole remolonea en abierto desafío a Sheinbaum.
El tema ha llegado a la mañanera este viernes. La presidenta insistió ayer en que no se puede acceder a un cargo de forma inmediata si se es familiar directo de quien lo ocupa previamente. No hay resquicio en el mensaje de Sheinbaum. Como tampoco allanamiento de Saúl.
Zacatecas marcará el futuro de Morena. Con apenas dos elecciones presidenciales, si bien exitosas, el partido está lejos de madurar. El gran aglutinador es el liderazgo invisible de AMLO; las ambiciones, desatadas por la probada capacidad de triunfo, son la gran amenaza.
Saúl Monreal no dimensiona los riesgos de su desafío. Para empezar, su apellido no goza de horas altas. Dios da, dios quita: se ha beneficiado de la influencia de su hermano Ricardo, hoy líder de diputados guindas, pero ha de asumir los costos de esa familia.
Ricardo Monreal es uno de los protagonistas/damnificados del verano horribilis de Morena. El diputado prefirió un solaz madrileño a los trabajos partidistas donde se reclamó a la militancia devaneos y pugnas desgastantes.
Sin llegar al extremo de Adán Augusto López, su par en el Senado, Monreal también ha batallado desde 2024 para encontrar el lugar adecuado frente a Sheinbaum, una presidenta repelente a las grillas y marrullerías que caracterizan al también exgobernador zacatecano.
La gran prueba de fuego al respecto será las negociaciones para la reforma electoral en las cámaras, donde Monreal tendría que ser uno los artífices del consenso entre las fuerzas obradoristas para garantizar la mayoría que requiere ese cambio constitucional.
No está en duda la capacidad de Monreal —su carrera parlamentaria, colmillo político y buenas relaciones con los partidos del Trabajo y Verde suman en su haber—, pero la reforma impacta de lleno en los aliados de Morena al rebajar fondeo y cambiar las plurinominales.
Otro enredo de esa negociación surgirá de la eventualidad donde, para evitar las limitaciones antinepotistas de Morena, el Verde y del PT sean vehículo de quienes se rebelen a la directiva guinda y pretendan retar a su propio partido yéndose con quienes se supone son aliados.
Saúl Monreal no puede competir por la candidatura guinda al gobierno de Zacatecas en 2027. Lo dicta el partido, lo afirma la presidenta Sheinbaum, que ayer lo reiteró en Palacio Nacional, así luego haya saludado al senador en la vespertina gira zacatecana de Claudia.
Minutos después de la declaración mañanera de Sheinbaum, Saúl insistió en que seguirá trabajando por su futuro político; y cuestionado en la radio se negó a dar por cerrada su aspiración a la gubernatura en 2027. Fiel al estilo familiar, dio evasivas gaseosas y sacó la carta del compló.
El menor de los Monreal reclama el “derecho universal” a ser votado. No se hace cargo, por el contrario, de que además de individuo, es parte de un clan que desde 1998, cuando Ricardo defeccionó del PRI para cobijarse en el PRD y ganar la gubernatura, domina Zacatecas.
A su vez, David Monreal llegó al palacio de gobierno zacatecano en 2021, luego de dos intentos fallidos. Del involucramiento de Ricardo en esas aventuras hubo hasta filtraciones de llamadas entre ambos hermanos. Y como David, Saúl fue también alcalde de Fresnillo.
El tema hoy no es si entre los hermanos hay disputas sobre quién tendría que ser el candidato del grupo a la elección venidera —Ricardo prefiere a un cuadro suyo de nombre Rodrigo Reyes, secretario de gobierno de David—, sino lo que el nepotismo supone para Morena.
En su momento, López Obrador cuidó los equilibrios al interior del PRD. De ahí que Ricardo Monreal no pudiera imponer candidato a sucederlo en la gubernatura, designación que recayó en Amalia García, a la postre gobernadora y hoy en Movimiento Ciudadano.
A la presidenta toca ahora acotar algunas de las influencias que pudieran ser más perniciosas dentro de su partido. Su propuesta para abatir el nepotismo fue resistida por el Verde y por el PT, pero en Morena se volvió ordenanza inmediata lo que Sheinbaum deseó.
Y eso es lo que Saúl pone en riesgo con su ambición. Claudia necesita que las candidaturas salgan con el menor costo posible dentro del movimiento; que las encuestas no premien solo la popularidad, sino que se garantice el refresco de los clanes en el poder.
Sheinbaum necesita, además, despejar las dudas sobre si su voz hace diferencia una vez que ha pronunciado su intención. La rebeldía de Saúl no puede ser a costa de la credibilidad de la presidenta. Tal cosa también aplica al Verde y al PT en caso de que secunden al díscolo.
Morena entra en un momento de definiciones. O la pretendida hegemonía incluye la capacidad de disciplinar a sus cuadros sin mayor desgaste, o los guindas ceden a proyectos individuales apalancados desde fuera, y todo termina en un triunvirato con PVEM y PT.
La rala mayoría constitucional de Morena en el Senado, donde cada voto cuenta para imponer cambios a carta magna, no puede estar expuesta a chantajes de quienes buscan una candidatura o de los aliados que desde 2018 hacen bloque con el obradorismo.
Se equivocará grandemente Saúl Monreal si no comprende que esto no es una repetición de cuando su hermano Ricardo salió del PRI para derrotarlo. Aquel PRI iba de bajada, Morena se asume en pleno despegue, ascenso que vale mucho más que la frustración de un militante.
Con habilidad y experiencia, David y Ricardo, por su parte, juegan al gatopardismo, a que no llegue un Monreal a la candidatura para que todo su dominio siga igual. No los mueve nada distinto a los tres hermanos, solo la táctica es diferente entre los primeros y el menor.
En Morena, en cambio, Saúl ha de convertirse en el parámetro de cómo se aplicará la equidad interna, de cómo no alimentar apetitos que deriven en facciones o cotos, en las tribus que tanto daño hicieron al partido de la Revolución Democrática, papá de muchos morenistas.
PT y PVEM traen otras agendas en juego. Los recortes del fondeo partidista que promueve la presidenta, la nueva forma de premiar plurinominales a partir del resultado en el territorio, rompen el esquema cupular de estos partidos rémora, sobre todo el Verde.
La presidenta Sheinbaum se asume como la fuerza que ha de ser secundada desde los estados. También como la vigía de la buena marcha del partido. Con esa doble óptica, incidirá para que las principales candidaturas de Morena sean producto del mejor proceso.
Hay otras candidaturas y hay otros momentos, ha dicho la presidenta este viernes con dedicatoria a Saúl y a todas y todos los que muy pronto van a querer para sí mismos los siguientes turnos al bat en los estados. Veremos si se impone la presidenta o el desorden impera.
Dicho todo lo anterior, ni siquiera se ha entrado al tema más importante. ¿Sería Saúl Monreal una buena opción para la ciudadanía de Zacatecas? El anquilosamiento de un linaje es por definición algo pernicioso. Si a eso se suma que el aspirante dejó a Fresnillo sumido en el miedo por la inseguridad, no hay mucho más que agregar.
Por el bien de todos, primero la voluntad presidencial para que los gobiernos de los estados, las alcaldías y las legislaturas, no se vuelvan cargos hereditarios, vía Morena o vía partidos convenencieros como el Verde y el PT.
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