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Claudia Sheinbaum
Columna
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Cosas de la nueva izquierda mexicana

¿Representa Sheinbaum a la nueva izquierda que nace después del populismo lópezobradorista? No sabemos. A ella le gusta denominarse “el segundo piso de la cuarta transformación”

Claudia Sheinbaum durante la conmemoración de la Revolución Mexicana en Ciudad de México.
Claudia Sheinbaum durante la conmemoración de la Revolución Mexicana en Ciudad de México.Presidencia de México

Hay algunos entusiastas con la llegada de la izquierda al poder. Finalmente México tiene un Gobierno de izquierda con la llegada de Sheinbaum a la presidencia. Se entiende el júbilo. La izquierda había desaparecido del mapa de la mano de expriistas: López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Bartlett, los más distinguidos. Ya hemos comentado que la presidenta Sheinbaum es el primer cuadro de la izquierda mexicana que llega al poder. Más allá del abordaje que hicieron los priistas de la nave de la izquierda nacional hace unas décadas, hay que enfatizar que el movimiento izquierdista en México tiene historia. Hombres y mujeres que lucharon por sus ideales. Tiene mártires y próceres; guerrilleros e ideólogos, canciones y consignas. Tenía tradición y formación. Muchos de ellos se acomodaron en los diversos gobiernos de la Ciudad de México que ha sido su refugio, su caja de resonancia y su caja registradora. Ya con López Obrador en la presidencia, la mayoría de los cuadros provenientes de la izquierda encontraron lugar y felicidad en los cargos que se les ofrecieron. Dejaron atrás las gestas y se acomodaron en los gestos.

¿Representa Claudia Sheinbaum a la nueva izquierda mexicana que nace después del populismo lópezobradorista? No lo sabemos. Pareciera que a ella más que de “izquierda” le gusta la idea de denominarse “el segundo piso de la cuarta transformación”. Sobre la “izquierda” habla poco y reivindica casi nada. Sin embargo, para muchos de sus seguidores Sheinbaum es “la nueva izquierda mexicana”. Y cabe el adjetivo de “nueva” porque la conformación alrededor de la presidenta es de lo más variada. Mucho más de lo que se llegó a pensar de una izquierda incluyente. Claro que cerca de la presidenta están personas más afines a su ideología y a sus modos. No es como López Obrador, en que privaba la mediocridad y la incompetencia como características básicas. Sus primeras semanas de gobierno arrojan que el tema delicado está en el segundo círculo: sus operadores en el legislativo, sus bancadas, los centenares de legisladores que componen la voz colectiva de su movimiento son también la representación de esa nueva izquierda.

En la nueva izquierda mexicana caben todos: los del PRI, los del PAN, los del Verde. No hay una vara con qué medir a los integrantes de Morena. Lo mismo han sido neoliberales que neopopulistas, comunistas que fanáticos religiosos. Es una olla hirviendo en la que se cocina de todo sin que importe lo que va a salir de ahí. Igual una campesina, un líder comunal o millonarios que piensan que tienen conciencia social.

La nueva izquierda mexicana viaja en helicóptero, tiene diputados con Lamborghini, ocupa la “razón de Estado” para imponer a la persona peor evaluada para un cargo; la nueva izquierda mexicana tiene a su cacique sindical que paga campañas y pachangas; la nueva izquierda mexicana es autoritaria, no escucha más voz que la que habló un día en las urnas y la alarga y deforma según el gusto; la nueva izquierda mexicana goza particularmente con la humillación de opositores o compañeros, lo importante es el proceso de la ignominia: mostrar su poderío. La nueva izquierda mexicana tiene tanto poder que ya no se detiene para nimiedades con las fuerzas opositoras, ¿a quién le interesa un pleito con la oposición? Son pleitos que no valen la bala. Mejor se pelean entre ellos. Así dan el espectáculo de sangre al que son tan proclives y el respetable puede disfrutar de golpes, sombrerazos, y filtraciones en lo que parece un concurso de saqueo y corrupción.

La nueva izquierda mexicana parece dividirse en tres hasta: hampones multifacéticos, radicales y “progres buena ondita”. Muchos participan en dos de esos grupos. Y claro, como en todo movimiento, también hay asuntos que se respetan y se reservan para la presidenta. Por ejemplo, la austeridad corre a cargo de ella. Viajar en aviones comerciales, trabajar desde temprano y justificar las pillerías y destrozos de sus compañeros son exclusivas de la señora presidenta, faltaba más, que para eso se le dice “jefa”.

@jiuanizavala

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