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Columna
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México: exportador de indocumentados

Son nuestros héroes. Quienes tienen suerte trabajan en Estados Unidos y ayudan a mantener a sus familias en México. Algunos mueren en el intento

Migrantes caminan frente al muro fronterizo de Estados Unidos en Lukeville, Arizona, en diciembre de 2023.
Migrantes caminan frente al muro fronterizo de Estados Unidos en Lukeville, Arizona, en diciembre de 2023.ALLISON DINNER (EFE)

México exporta material para automóviles, ropa, tequila, frutos rojos, aguacate. También exportamos seres humanos sin documentos, la inmensa mayoría a Estados Unidos (EU). 12 millones han emigrado; 13.5 millones nacieron en el país vecino (primera generación) y 12 millones vieron la luz como producto de segunda y sucesivas generaciones. La suma de mexicanos originarios de nuestro país o nacidos en EU, cerca de 37 millones, representa el 11% de la población estadounidense.

Ser indocumentado es una forma de ser anómala. Acta de nacimiento, familiares, canchas de futbolito, diplomas de la escuela, sociedad y amistades e iglesia, entre otros elementos conforman el esqueleto de las personas. La realidad cambia cuando otra realidad empuja; la primera, destrozada, deviene una nueva situación: cruda, imposible de sobrellevar. Abandonar es necesario. El presente escuece: apostar por el futuro es imperativo.

Quienes migran a fortiori, mexicanos u otras personas expulsadas de su país de origen, toman esa decisión por diversos motivos. Todos malos, Inter alia, destaco dos: supervivencia y amenazas contra su vida. Nuestros connacionales lo hacen, en su mayoría, por el primer motivo; las y los centroamericanos adultos, muchas veces llevando a cuestas pequeños, escapan de sus países para preservar sus vidas y las de los suyos. Sobrevivir es la meta. Esa idea, la de la supervivencia, sólo la comprenden quienes la experimentan. Apuestan un todo raquítico y sin futuro por otro todo del que han escuchado o leído. Esperanza, miedo, y sin son las constantes por las cuales se apuesta: sin presente, sin Estado protector, sin trabajo, sin dinero, sin techo digno, y un sin largo…

Ignoro qué tanto saben los indocumentados acerca de los peligros que conlleva cruzar la frontera sin papeles. Ignoro cuántos han escuchado de las boyas en el Río Bravo instaladas y luego retiradas por Greg Abbott, el nauseabundo gobernador de Texas; ignoro si acaso han oído el nombre del ex alguacil de Arizona Joseph Arpaio y los cazadores de seres humanos de ese y otros estados sureños o si saben de las muertes por asfixia o deshidratación cuando son abandonados en tráileres.

Lo que no ignoro son sus necesidades. Supervivencia, retomo la palabra, resume su realidad: hambre, falta de trabajo, inseguridad, insalubridad, abandono crónico por el Estado mexicano. Tampoco ignoro su heroísmo: arriesgan la vida rota en busca de la vida. Tampoco soslayo la necesidad transformada en dependencia de nuestros gobiernos: sus remesas son oxígeno. Sin ellas el país se hundiría más y la violencia se incrementaría.

En 2022, las remesas de nuestros mexicanos desterrados marcaron un récord histórico: 58.497 millones de dólares; entre enero y agosto del presente año han enviado 41.478 millones. Dicho dinero es una de las principales fuentes económicas de nuestro país, en este caso, otra forma de supervivencia: la del gobierno en turno. ¿Cuántos connacionales perviven y dependen de ese dinero? No hay respuesta, no hay estudios al respecto. ¿Millones? Si acaso los gobiernisitas actuales lo saben no lo dirían. Les debe dar pena. Apostarle a las remesas en vez de crear empleos dignos es penoso. ¿Desde cuándo exportamos mexicanos sin presente?: a partir del momento cuando hambre, olvido gubernamental e incertidumbre dominan la cotidianidad. Es decir, desde casi siempre.

Exportamos diversos enseres orgullosamente mexicanos. También exportamos cuatro ex presidentes: de esa penosa realidad escribiré en otra ocasión. Expulsamos connacionales. Los indocumentados son nuestros héroes. Quienes tienen suerte trabajan en Estados Unidos y ayudan a mantener a sus familias en México. Algunos mueren en el intento. El gobierno en turno, ni los previos, se han hecho cargo de sus deudos. México hoy, México como ayer.

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