Gobernar el Estado de México: la prueba maestra de Morena
El territorio enfrenta problemas severos en materia de seguridad, feminicidios, pobreza, empleo y transporte
Han transcurrido 94 años desde la época en que la sombra de Plutarco Elías Calles gobernaba este país. En aquellos tiempos distantes, el Partido Nacional Revolucionario (hoy PRI) iniciaba su primer mandato en el Estado de México, el más poblado del país. Hoy, la entidad alberga a una población equiparable a países como Bolivia, Bélgica, Suecia o Portugal. Muchísima gente.
El Estado de México lleva tiempo siendo tierra de nadie. El territorio enfrenta problemas severos en materia de seguridad, feminicidios, pobreza, empleo y transporte. Más que lluvia, lo que cae sobre el Estado de México es un diluvio.
La persistencia de inseguridad y del crimen organizado es alarmante, con un promedio de siete personas asesinadas al día el año pasado, lo que lo coloca como el tercer estado más peligroso del país. Los niveles de feminicidios son igualmente preocupantes: ocho mujeres mueren a la semana violentamente en su territorio, a pesar de la implementación de hasta dos alertas de género en algunos de sus municipios. No menos escandalosas son las cifras de pobreza, con casi la mitad de su población (48.9%) viviendo en condiciones precarias. Su tasa de desempleo es la segunda más alta del país. El 55% de su población trabaja en la informalidad. En lo que concierne al transporte, la situación no es menos apremiante: infraestructura deficiente, inseguridad, fragmentación de los servicios y disparidad en las tarifas. La tarea de gobernar el Estado de México es —para ser justa—desafiante.
El 4 de junio, la brújula política del Estado de México viró de dirección con el triunfo de Delfina Gómez, educadora y candidata a gobernadora por Morena. El triunfo de la maestra —hija de un padre albañil y una madre costurera— marcó un punto de inflexión al convertirse en la primera vez en 87 años que un partido distinto al PRI asumirá el liderazgo de la entidad mexiquense. El primer minuto del 16 de septiembre ella y su grupo político darán el banderazo de salida hacia el nuevo rumbo con destino desconocido
Lo que en su momento Morena bautizó como la “batalla maestra” para referirse a la lucha por la gubernatura del Estado en contra de la coalición conformada por el PRI, PAN, PRD y el Partido Nueva Alianza, se convertirá, finalmente, en su prueba maestra. La madre de todas ellas. Morena dispondrá de 2.196 días —seis años— para modificar el derrotero de una entidad que no había experimentado antes la alternancia partidista, desde los tiempos del Maximato.
Las propuestas de campaña de Delfina Gómez nos revelan poco de las medidas concretas que habrá de emprender como gobernadora del Estado. De inicio sabemos que compartirá algunas propuestas distintivas del presidente: austeridad republicana y revocación de mandato. En materia de seguridad, de entrada, ya ha sido designado Andrés Andrade Téllez, abogado con vocación progresista y que llega a esta función con una visión de “atención a las causas”, unas de las insignias del Gobierno federal. Delfina también prometió más y mejores policías, ministerios públicos y peritos, crear la Policía de Barrio, fortalecer la Policía de Género y crear y fortalecer los centros de videovigilancia que hay en el Estado. Para el transporte, se espera la construcción de una nueva línea del Suburbano y la ampliación de la Línea 5 del Metro. Además, Delfina mencionó un plan maestro de transporte público que permita incrementar la frecuencia y capacidad del transporte público. Todo esto, aunque ambicioso, parece insuficiente para el nivel de reto que se avecina.
El rompecabezas político que está por armarse podría fortalecer el gobierno de la maestra. Es verosímil pensar que, durante el siguiente sexenio, tanto el Gobierno federal como el Gobierno de la entidad vecina —la CDMX— serán encabezados por la misma bandera política. Sería la primera ocasión desde 1997 en que la Zona Metropolitana del Valle de México estaría gobernada bajo los mismos colores. De resultar así, las negociaciones para obtener mayores transferencias del Gobierno federal y para concretar ejercicios de coordinación con ambos niveles de gobierno podrían transcurrir de manera más fluida. La gobernadora electa lo intuía; una de sus promesas de campaña fue la creación de programas transversales y la continuación de la mesa de coordinación para la construcción de paz. Ya para el 12 de septiembre, cuatro días antes de tomar encargo, Delfina Gómez y Horacio Duarte visitaban Palacio Nacional para acordar los términos de la colaboración con el Gobierno de México. Lo que ahí se habló lo sabremos con números en los siguientes días.
Los intentos de coordinación destinados a mejorar el diseño y la implementación de políticas públicas entre la Ciudad de México y el Estado de México no son inéditos. Antes se han realizado esfuerzos en materia de movilidad, como el que permitió que la Línea 2 del Mexicable se extendiera desde Ecatepec hasta Tlalnepantla. También han existido alianzas en materia de seguridad, para el uso eficiente del agua y para combatir la tala clandestina. Es natural esperar que, de alinearse los planetas para Morena, es decir, de terminar encabezando los tres gobiernos en el 2024, los esfuerzos de coordinación deberán ser mayores y mejores. Una luz de esperanza para el Estado de México.
El desafío que enfrenta Morena en la entidad mexiquense trascenderá la mera retención del poder para la próxima elección. Su gestión será escrutada con recelo por una oposición que acecha con atención a su antigua presa. Ha llegado el momento de Morena en el Estado de México: un tiempo en que deberá justificar haber relegado al olvido la obsoleta maquinaria priista. La sombra de Plutarco Elías Calles empieza a difuminarse.
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