Ecuador y Sinaloa: entre el camarón y la coca
La disputa criminal en territorio ecuatoriano tiene a los habitantes del país frente a una ola de violencia terrible y no hay indicios de que eso vaya a terminar pronto
Sinaloa y Ecuador tienen dos cosas en común: el camarón y las drogas. El primero es motivo de controversia comercial pues los pescadores y acuicultores sinaloenses se oponen a que el camarón ecuatoriano entre al país tanto legal como ilegalmente. En el caso de las segundas, y en específico la cocaína, representa un negocio multimillonario cuya disputa ha sumido al país sudamericano en una ola de violencia creciente y brutal.
El episodio relacionado más reciente es el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio tras salir de un evento de campaña. Villavicencio, antes periodista, había denunciado amenazas del líder de Los Choneros, José Adolfo Macías Villamar, alias Fito. Los Choneros son uno de los grupos criminales más poderosos de Ecuador y operan como socios del Cártel de Sinaloa en el tráfico de cocaína. Son tan poderosos que Fito se encuentra detenido, pero ejerce su violencia desde dentro de la prisión.
Tras el magnicidio, el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso declaró el estado de excepción por 60 días. Desde México, el presidente Andrés Manuel López Obrador cuestionó que “no había elementos” para afirmar la versión de que el Cartel de Sinaloa estuviera detrás del asesinato.
Lo cierto es que, más allá de lo que pudieran arrojar las investigaciones sobre el asesinato de Villavicencio, la disputa criminal por el tráfico de cocaína en territorio ecuatoriano tiene a los habitantes de ese país frente a una ola de violencia terrible y no hay indicios de que eso vaya a terminar pronto.
Lo digo así por dos razones: la primera es que el mercado de la cocaína se encuentra en expansión y es demasiado atractivo como para abandonarlo; y segundo, no hay elementos institucionales en materia de seguridad y justicia para pensar que los estados involucrados –países de destino, tránsito o producción– están ganándole la batalla al crimen organizado.
De acuerdo con el informe más reciente de Naciones Unidas sobre la cocaína, en 2020 se registró un récord en la producción de esa droga con más de 2.000 toneladas a nivel mundial, lo que se debe tanto al incremento en el cultivo de hoja de coca en Bolivia, Perú y Colombia, así como al crecimiento en la demanda debido al mayor número de usuarios en diversas regiones del mundo.
Según ese reporte, en 2020 Estados Unidos ocupó la quinta posición en consumo de cocaína en el mundo con 2,4% de su población. Muy atrás se encuentran México y Ecuador, que fungen en realidad como países de tránsito. De allí la pelea entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco Nueva Generación en territorio ecuatoriano por el control del tráfico de cocaína.
Así como en amplios territorios de México, el gobierno ecuatoriano también está siendo rebasado por el crimen organizado. Los Choneros, Los Lobos y otras bandas, disputan el territorio con violencia en alianza con los cárteles mexicanos.
Según el mismo reporte de la ONU, el Cartel de Sinaloa opera como una red de células con funciones específicas en la cadena de suministro de la cocaína. Una de sus tareas es la adquisición formal de lanchas rápidas para el tráfico a través del océano Pacífico, también recogen la droga en diversos países de centroamérica como Costa Rica y la llevan a ciertos estados del pacífico mexicano para, posteriormente, trasladarla a la frontera con Estados Unidos.
Otro apartado del informe enfatiza que la mayor parte del tráfico de cocaína sudamericana a Estados Unidos se hace a través del mar: con lanchas rápidas con poderosos motores fuera de borda que en Sinaloa son conocidas como “viajeras”, semisumergibles y contenedores marítimos, pero también puede incluir hasta avionetas.
Desde 2015 en Sinaloa hemos documentado fuertes decomisos de cocaína en Ecuador y México relacionados con operadores sinaloenses, así como diversas detenciones. De hecho, en febrero de 2022, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) boletinó al sinaloense Miguel Ángel Valdez Ruiz por “contribuir materialmente al tráfico de cocaína” hacia Estados Unidos en colaboración con Walder Emilio Sánchez Farfán, alias El Gato, detenido en febrero de este año en Colombia como el narcotraficante más buscado de Ecuador.
El subsecretario del Tesoro para Terrorismo e Inteligencia Financiera, Brian E. Nelson, explicó que Valdez Ruiz tenía contacto directo con Ismael Zambada García, uno de los líderes más longevos del Cartel de Sinaloa, y era el responsable de ayudarlo a recibir la cocaína de Sánchez Farfán desde Ecuador. “Valdez Ruiz utiliza su flota de aviones privados para transportar cocaína de Ecuador a Sinaloa”, comentó Nelson en declaraciones recuperadas por el diario Expreso.
Mientras los decomisos y las detenciones aisladas continúan, la violencia se expande y este 2023 Ecuador podría cerrar el año con una tasa de homicidio doloso de 40 por cada 100.000 habitantes, muy por encima de la tasa mexicana de 25 registrada en 2022.
Es decir, la sofisticada operación transnacional del narcotráfico que los cárteles mexicanos lideran en la región latinoamericana, requiere abordajes y esquemas de colaboración entre los países involucrados que lo entiendan así para combatirla; de lo contrario, seguirán perdiendo la batalla frente a una violencia que ya alcanza a altas esferas de la política.
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