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Columna
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Año 21 del siglo XXI

No sin claras metas para futuros, celebremos con una profunda conciencia y curiosidad por el pretérito y asumamos como salvoconducto la gratitud

Una ilustración de Jorge F. Hernández.
Una ilustración de Jorge F. Hernández.

No sin la intensificación de un berrinche impredecible, celebremos la primera quincena del año 21 del siglo XXI con la salida o evacuación forzada de la Casa Blanca de un tal Donald J. Trump y asumamos a los largo del año la culposa digestión al confirmar la ominosa veracidad de su fantasma: el fascismo supremacista, el racismo filtrado hasta en videos caseros y el oprobioso imperio de la ignorancia por vía de la mentira instantánea y la falsedad que triunfa por ignorancia.

No sin el respetuoso velo de luto generalizado por miles de muertos, celebremos la primera quincena del año 21 del siglo XXI con las vacunas que han de propagarse para alivio de millones de contagiados o víctimas en potencia del nefando virus con el que nos despedimos del mundo tal como lo vivíamos antaño y asumamos que –contra la lentitud y los tropiezos burocráticos, la variedad de circunstancias adversas y la aún incierta infalibilidad de las vacunas— volverán los besos y los abrazos que nos debemos.

No sin una cuesta más pronunciada que nunca, celebremos en la primera quincena del año 21 del siglo XXI las librerías que lograron sobrevivir a duras penas, los cafés discretos que vuelven a abrir sus cortinas de hierro, los bares de las tertulias y las casas de comida, los pequeños empresarios que no han roto velas y las niñas que vuelven a clases y asumamos que los niños todos ansían recreos sin mascarillas lo más pronto posible y los ancianos la callada paz de una siesta sin el pavor de que sean eternas y que lavarse las manos prosiga como costumbre continua.

No sin toda precaución higiénica y salubre, celebremos en la primera quincena del año 21 del siglo XXI el regreso de recitales en vivo, conciertos en directo, música visible al tacto y no sólo el salvavidas de las grabaciones fidelísimas y los videos en streaming y las transmisiones en pantalla y asumamos como función añadida a la nueva normalidad la realidad aumentada que hemos empezado a domesticar con reuniones desde el escritorio donde nos reunimos sin importar la distancia y los horarios, así como la contemplación de museos y arqueologías diversas desde la comodidad de la hiperealidad y sin el bochorno del turismo masivo.

No sin apego al papel y las encuadernaciones, celebremos la primera quincena del año 21 del siglo XXI reabonando la posibilidad invaluable de poder leer todo libro a la mano en pantallas de diverso tamaño y asumamos que la tersura de las páginas y el olor a la tinta envejecida, el lomo raído y esa marca anónima de un lápiz añejo en la página 234 de un volumen en octavo queda ya para siempre como un recordatorio del poderoso imperio del conocimiento y la nostalgia, del saber y la ternura, habiendo estado confinados al filo de la amnesia.

No sin antojos, celebremos el inicio del año 21 del siglo XXI con una renovada propensión a la mesura y la serenidad, al equilibrio del criterio y la renuencia al abuso y asumamos con sabia resignación la calma ante lo inevitable o imposible con la feroz voluntad e incansable afán de superar incluso lo que parece insuperable… con la mínima lucidez para distinguir la diferencia.

No sin claras metas para futuros, celebremos la primera quincena del año 21 del siglo XXI con una profunda conciencia y curiosidad por el pretérito, por todos los idos y hechos de nuestro pasado y asumamos como salvoconducto la gratitud con sus muchas satisfacciones y motivos con los que intento empezar un año no más próspero para todo el mundo donde realmente se logre pluralizar el propósito de superar tanto nocivo lastre de odio y desastre, desolación y destrucción, desahucio, destierro y muerte… como para que realmente dejemos atrás el año pasado al pasar la primera página aún sin palabras para el primer párrafo del año 21 del siglo XXI.

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