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Shell abandona los yacimientos petroleros que adquirió durante la reforma energética de Peña Nieto en México

La compañía cedió la participación en su proyecto con Pemex y ha solicitado la terminación anticipada en el resto de los 11 contratos obtenidos en las rondas petroleras del sexenio de Peña Nieto

Una gasolinera Shell en Ciudad de México
Una gasolinera Shell en Ciudad de México, en 2022.Alejandro Cegarra (Bloomberg)
Karina Suárez

El gigante petrolero Shell ha comenzado su retirada de sus campos petroleros en México. La compañía, que fungía como operador o socio financiero en 12 contratos petroleros —derivados de la reforma energética de Enrique Peña Nieto— ha cedido y renunciado a los yacimientos ganados en las rondas petroleras del sexenio anterior. De acuerdo con los datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), de los diez contratos sobre los que hay un Procedimiento de Terminación Anticipada por renuncia, solo uno ha concluido y el resto están en proceso. En otro campo, donde exclusivamente figuraba como socio financiero, también se ha pedido la conclusión anticipada por reducción y devolución del yacimiento y, finalmente, en el bloque en asociación con Pemex, la privada cedió todo el proyecto a la paraestatal, a fines del año pasado. Aunque este diario buscó a la petrolera para conocer a fondo los detalles de estas deserciones, la firma declinó hacer comentarios.

Las burbujas de celebración por los campos licitados a las petroleras privadas el sexenio anterior se han evaporado. Si en 2018 todo era festejo y promesas de inversión de Shell por al menos 800 millones de dólares tras la obtención de nueve campos petroleros en aguas profundas en el golfo de México, ahora toca marcar la retirada. La mayoría de las solicitudes de renuncia presentadas por la petrolera ante el órgano regulador, la CNH, atribuyen la terminación anticipada de los contratos, con vigencias desde los 30 a 35 años, a la pobreza de resultados que han resultado de sus análisis geológicos y geofísicos.

En su más reciente solicitud de renuncia, a finales de febrero, Shell declinó ser operador de un campo de 3.000 kilómetros cuadrados, en aguas profundas, frente a las costas de Veracruz y Tabasco. “Los estudios geológicos y geofísicos han sido integrados y, en conjunto, muestran una prospección limitada para el área contractual, uno en el espesor limitado de los yacimientos y calidad pobre de los yacimientos”, explicó la privada en su exposición de motivos a la CNH.

Durante la sesión de la CNH donde se discutió dicha renuncia, el presidente del órgano regulador, Agustín Díaz, reconoció que Shell no ha tenido éxitos y han revisado las renuncias de “prácticamente todos los contratos”, declaró. En ese mismo foro, el comisionado Héctor Moreira, enfatizó que pese a la evidencia de que existen recursos petrolíferos en la zona, para la empresa no resulta rentable debido a los costos de extracción.

Tres meses antes, en noviembre de 2023, la firma anglo-holandesa solicitó en cascada ante la CNH la renuncia de cuatro yacimientos en aguas profundas. Los cuatro bloques operados por la compañía en la modalidad de licencia con vigencia de 35 años se ubican en el Área Perdido, frente a la costa de Tamaulipas. Unos días atrás, la petrolera cedió a Pemex la totalidad del yacimiento sobre un bloque que había ganado junto con la petrolera estatal en 2018, donde la privada era operadora y la paraestatal figuraba solo como socio financiero, ahora estará en sus manos culminar la etapa de exploración.

Debido a que en muchos de los procesos de renuncia aún están en proceso, solo en un caso, en la renuncia de un área contractual frente a las costas de Tabasco y Campeche, la petrolera recibió una multa de 732.000 dólares en octubre pasado. La pena económica fijada por la CNH se debió a que la petrolera no acreditó las Unidades de Trabajo (UT) conforme al Programa Mínimo de Trabajo (PMT). Además de su papel como operador de yacimientos, Shell también participó como socio financiero en un par de proyectos.

Miriam Grunstein, especialista en derecho energético, explica que no es normal que empresas tan grandes como Shell, con equipos de expertos en información geológica tan especializados, no hayan detectado el pobre potencial de recursos que ahora aducen en sus peticiones de renuncia. “Creo que vieron el panorama en México de forma muy optimista. Si las empresas se están yendo porque los proyectos son disfuncionales, ¿qué fue lo que licitamos?, o ¿qué interpretaron las empresas?”, cuestiona. Para la experta, la deserción de Shell y otras petroleras privadas refleja la crisis de la reforma de Peña Nieto y afirma que México festejó demasiado pronto una bonanza petrolera que ahora se topa con otra realidad: “Las licitaciones no parecían licitaciones, parecían fiestas, eso era altamente atípico”, zanja.

La académica asociada al Centro México de Rice University añade que pese a que la reforma petrolera del sexenio pasado fue diseñada por especialistas, no prosperó por los problemas internos de la Administración y ahora, en este Gobierno, la debacle operativa de Pemex es una mala señal para el resto de empresas, quienes buscarán invertir en países con mayores certezas en hidrocarburos.

Shell no es la única privada que ha renunciado a los yacimientos de ‘oro negro’. Otras empresas como BP o Repsol también han determinado abandonar los contratos obtenidos en las rondas petroleras tras sus análisis. Sin embargo, la compañía anglo-holandesa fue una de las jugadoras que más miradas y expectativas atrajo debido al número de contratos adjudicados, el segundo más alto, solo detrás de Pemex. Un vídeo de la compañía se mostraba optimista sobre los hallazgos de lo que consideraba “el programa exploratorio más ambicioso en la historia de Shell”. Ahora, la grabación formará parte del anecdotario del puñado de proyectos petroleros que, al menos bajo el amparo de la petrolera anglo-holandesa, no llegaron a ser.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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