Bernardo Barranco: “El Gobierno está más contento con una visita del Papa a México que la jerarquía de la Iglesia”
El sociólogo señala las coincidencias entre el pensamiento de León XIV y el programa de Morena, por su énfasis en los pobres, mientras la cúpula de la Iglesia mexicana se vuelca hacia la derecha y las élites


El pontificado de León XIV representa una constate sacudida para la cúpula de la Iglesia católica de México, una de las más conservadoras de América Latina, sostiene el economista y sociólogo Bernardo Barranco (Veracruz, 71 años). El Papa, nacido en Estados Unidos pero con un pensamiento más cercano al sur global, ha declarado, en su primera Exhortación Apostólica, su indiscutible posición a favor de los pobres y ha hecho un llamado a los curas a dirigir su labor teniéndolos a ellos como prioridad. Barranco explica que eso acerca a León XIV a las tradiciones católicas más progresistas y supone un distanciamiento de las jerarquías eclesiásticas y las congregaciones que flirtean con los poderosos. Por ello, Barranco observa rasgos coincidentes en el pontificado de Robert Prevost y el programa político de Morena, en cuyo discurso tienen un lugar central los pobres.
En ese contexto, se ha dado la invitación formal al Papa de parte del Gobierno de Claudia Sheinbaum para que visite México. La presidenta mexicana ha asegurado que el pontífice aceptó la convocatoria, aunque no se ha definido fecha. Sheinbaum ha instruido que se hagan las gestiones políticas para que la visita ocurra tan pronto como en 2026. Para la mandataria ―como anteriormente para el expresidente Andrés Manuel López Obrador―, la llegada de un Papa como León XIV puede reforzar las políticas de pacificación contra la epidemia de violencia. México es uno de los países con más católicos del mundo y también uno de los más perjudicados por la guerra de los carteles, que deja cada día decenas de muertos y desaparecidos. Barranco recibe a EL PAÍS para hablar de las implicaciones de la invitación a León XIV en un momento en que la cúpula católica ha ampliado su distancia del oficialismo y se ha acercado a la derecha partidista.
Pregunta. ¿Es una buena noticia la visita del Papa a México?
Respuesta. México es tierra de papas. Aquí, en los años setenta, Juan Pablo II descubrió el carisma de ser un papa de masas. Francisco también tuvo un momento muy particular en su visita, hace 10 años. Son momentos de mucha movilización social, de creyentes y no creyentes. En México y en América Latina, el poder de la Iglesia es importante. Que venga el jefe de una creencia mayoritaria tiene sin duda impactos, no solamente a la fe, sino políticos y sociales. Si me preguntas, yo creo que está más contento el Gobierno de Sheinbaum con la visita del Papa que la propia jerarquía católica, porque hay principios básicos que comparte la Cuarta Transformación tanto con Francisco como con León XIV. El Papa acaba de lanzar una Exhortación Apostólica sobre los pobres, donde plantea que los problemas de marginación, exclusión y vulnerabilidad de los pobres son los temas centrales en la vida de la Iglesia, cosa que el Episcopado nunca ha asumido como tal. La opción por los pobres, para el Episcopado, es de dientes para afuera. El Episcopado mexicano es uno de los más conservadores de América Latina.

P. ¿Por qué cree que el Gobierno apuesta tanto a la visita del pontífice?
R. León XIV ha planteado que es un papa de la paz, en continuidad con Francisco. Es usar el peso, la investidura que representa el pontificado para ser un puente de diálogo y de paz a nivel internacional. La visita que acaba de hacer a Medio Oriente va en esa línea. Creo que la visita tiene connotaciones también geopolíticas, ante la agresión con la que Estados Unidos está tratando a México y la amenaza permanente de intervención militar. Es un tema que le atañe al Papa. Al ser norteamericano, creó expectativas de que iba a haber una gran comunión entre Donald Trump y el Papa, pero este tiene un corazón más latinoamericano. Los obispos estadounidenses son muy conservadores, además de que hay grandes movimientos evangélicos que son de ultraderecha y apuntalan a Trump. Pero León XIV está en contra de Trump. Ha habido momentos en que ha cuestionado la agresividad con la que se maneja. Su visita muy probablemente fortalezca la muralla de defensa que está levantando México frente a las locuras de un presidente que es capaz de invadir nuestro país. Por otro lado, una de las prioridades del Papa es la migración, que es un tema de derechos humanos.
P. ¿Hay coincidencias entre el programa oficialista de atención a las causas de la violencia y el pensamiento del Papa?
R. Sí. Fundamentalmente en el tema de la opción por los pobres, de una Iglesia solidaria frente a los pobres y un sentimiento de paz por parte del Papa. En el aspecto social, tiene más coincidencias con la 4T que con el propio Episcopado mexicano. Y eso es una afirmación fuerte. Es decir, el hecho de que un buen número de pobres hayan salido de esa condición y estén en tránsito de una mejor posición de vida, es un reflejo muy interesante de las políticas públicas. Creo que son aspectos que le van a llenar los oídos y el corazón al Papa. Ahora, él es muy abierto en la cuestión social, pero no lo es tanto en los aspectos morales; guarda una tradición de una catolicidad fuerte, afirmada, y los valores con la familia.
P. ¿Cómo ha sido la relación entre el obradorismo y la Iglesia católica?
R. En la elección de 2018, López Obrador hizo algo que molestó mucho a la Iglesia, que fue aliarse con el partido evangélico, el PES. Los obispos aguantaron. Pero el momento culminante fue cuando asesinaron a los dos jesuitas en Chihuahua en 2022. A partir de ese momento, el Episcopado emprende una ofensiva que va primero del tema de la inseguridad, cuestionando la estrategia, y después va transitando hacia una oposición más orgánica en términos políticos frente al Gobierno. Apoyan la Marea Rosa, apoyan las manifestaciones de “el INE no se toca” y se meten al tema de la reforma judicial. Entonces, los obispos pasaron de un descontento, de un malestar, de una dificultad de diálogo [con el Gobierno], hasta una franca oposición. La Iglesia perdió interlocución y pedía mayor atención. Eso, en un contexto de decadencia, de ir en picada respecto a sus fieles, y sobre todo en su credibilidad por el encubrimiento de cientos de pederastas religiosos. Todo eso ha provocado que haya una relación enrarecida entre el Gobierno de la Cuarta Transformación y la Iglesia. Sheinbaum ha sido mucho más reservada [que López Obrador], ha tenido mucha más sensibilidad en el tratamiento tanto con los evangélicos como con la Iglesia católica. No ha roto, pero tampoco se ha desbocado hacia unos u otros.
P. Usted ha reseñado que, en la última asamblea plenaria del Episcopado, hubo posicionamientos que indican una radicalización de la Iglesia hacia el conservadurismo.
R. Era como escuchar a Alito Moreno [dirigente del PRI] con palabras dulces y suaves, pero en el fondo era lo mismo. Es una jerarquía que se ha desbocado, aunque creo que no son todos los obispos, sino sobre todo Ramón Castro, el presidente de la Conferencia del Episcopado, que es muy conservador. Cree que la Iglesia es un espacio de perfección y es muy reacio a las críticas sobre el tema de pederastia.

P. ¿Hay un giro hacia la ultraderecha?
R. Yo diría que no de todos los obispos, sino fundamentalmente de ciertas cúpulas, y también de grupos radicales, por ejemplo, el Yunque, los Legionarios de Cristo, el Opus Dei. Toda esa familia ultra de la Iglesia católica que tiene esa postura, primero, por la crisis de la oposición, que no tiene brújula clara, y es donde la ultraderecha se vuelve una opción. En México, puede suceder que, en términos de valores morales y éticos, la Iglesia esté a favor de posturas de ultraderecha, pero en términos de política social no podría estarlo, porque el Papa ha planteado ya una línea de conducción. Es la gran paradoja.
P. ¿Hay sintonía entre la Iglesia mexicana y los postulados del Papa?
R. La cultura eclesiástica es muy jerárquica. Nunca verás que los cardenales cuestionen al Papa. Tanto Francisco como León XIV han enfrentado posturas muy duras de sectores ultraconservadores del clero. Sí hay una guerra, pero, en términos institucionales, el Episcopado no puede irse por la libre. Si la Iglesia [mexicana] se decide por un proceso de derechización, los nombramientos de los obispos que vienen de Roma van a ser polos contrarios. Así como decimos que sería ideal el diálogo entre Gobierno y obispos, también es deseable un diálogo entre el Papa y los obispos mexicanos. En 2026, veremos de qué signo son los cerca de 16 obispos [que nombrará León XIV] en diócesis importantes, como Ciudad de México y Guadalajara. A lo mejor el Papa abrirá el espacio para que haya contrapesos internos al interior del Episcopado, si es que nota que este va en esa línea de la ultraderecha, que no es la línea del Papa. Porque la ultraderecha no está con los pobres, sino con los intereses.
P. Más allá del interés de la Iglesia, el Gobierno y los católicos, ¿qué puede aportar socialmente la visita del Papa?
R. Si el tejido social se está corroyendo, pues unamos fuerzas: gubernamentales, sociedad civil, medios, comunidades religiosas, Iglesia... Suena lógico. Pero esta polarización que la Iglesia también ha fomentado impide un diálogo más estratégico en ese sentido. Vale la pena encontrar fórmulas de entendimiento, por el bien del país. La visita del Papa puede ser muy interesante, porque a través de él se pueden abrir estas vías.
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