Teresa Serrano, artista: “Todas las mujeres en México estamos hartas de esta violencia tremenda, porque a nadie le importa”
El MARCO presenta una muestra que reúne cuatro décadas de trayectoria de una creadora que explora con su arte las ataduras patriarcales, el género, la migración y la violencia. “Busqué mi libertad de una manera muy drástica, pero he sido muy feliz”, afirma
Teresa Serrano (Ciudad de México, 88 años) comenzó a cuestionar el rol que le impone a las mujeres el sistema patriarcal cuando su último hijo había comenzado la secundaria. Inició, ha explicado, un viaje personal introspectivo que la llevó a poner en duda el papel de sumisión como madre y esposa. Entonces rompió esas ataduras e inició su contacto con el arte. Tomó clases de pintura y más tarde se mudó a Nueva York, donde se abrió a un mundo de posibilidades. Comenzó a experimentar con técnicas como video, performance, instalaciones. Su trabajo inició con pinturas sobre la pérdida de seres amados y con el tiempo ha tratado otros temas como el género, el feminismo, la violencia y el desplazamiento, la migración. El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) celebra la vida y el trabajo de la artista con una exposición titulada Mírame, te veré de vuelta, en la que explora cuarenta años de creación de Serrano, con más de 80 piezas entre dibujo, pintura, fotografía, escultura y videos. Es uno de los platos fuertes de la programación del museo este año. La exposición estará abierta hasta febrero. “Me siento muy honrada de que me hayan abierto las puertas del museo con semejante muestra”, dice por entrevista telefónica una de las voces más destacadas del arte conceptual en México.
Pregunta. Usted ha dicho: “Fui sumisa hasta que me cansé de ser un guante y quise ser la mano”...
Respuesta. Fui una mujer que trabajó muchísimo, que tenía muchos hijos y no me daba cuenta del tiempo que usaba en el día. Cuando mis hijos crecieron, que fueron a secundaria, ahí tuve el tiempo suficiente para darme cuenta de qué estaba haciendo.
P. Fue un momento de liberación.
R. Rompí y me fui. Comencé a hacer una carrera por mí misma, empecé a usar el tiempo para mí. Siempre me gustaron las artes, me encantaba la música, me gustaba bailar, ir a museos y decidí hacer arte. Comencé primero exorcizando mis penas, porque perdí desde muy joven a mis padres y a mucha gente que quería, e inicié pintando sobre ofrendas, pintar la ausencia. Viajé a Nueva York, vi el minimalismo y me gustó muchísimo, pero lo sentía muy rígido y me puse a hacer escultura. Desde entonces, he ensayado con todo y aquí sigo, creando cosas que me cuestionan en la vida.
P. Uno de esos temas que la cuestionan ha sido el feminismo.
R. Las mujeres han sufrido muchos años, pero sobre todo en mi país. Las muertes de mujeres es una cosa gravísima. En el momento cuando comencé a hablar del feminismo, que en realidad no me daba cuenta de que hablaba de ello, porque estaba hablando de mi persona como mujer, como madre, como esposa, poco a poco me di cuenta qué era hablar de ser mujer. Poco a poco me volví una feminista. No soy una activista, pero sí soy una persona que defiende a la mujer.
P. Millones de mujeres siguen siendo ese “guante” al que ha hecho referencia y no han podido romper con las ataduras del patriarcado. ¿Cree que el arte está llamado a generar un cambio en la sociedad?
R. Conozco a muchas mujeres que han seguido casadas de por vida y algunas han sido felices y otras muy infelices. No han tomado decisiones por problemas económicos, de seguridad, miedo a vivir solas. La libertad es una decisión personal, ni se puede influir ni guiar, viene de dentro. Si uno no está conforme con algo y es valiente, va a romper con eso. Hay gente que no es valiente o tiene necesidad de dependencia. Hay mujeres que tienen hijos y no pueden separarse porque no pueden darles sustento y se aguantan. También pasa con los hombres: No dejan un empleo, están desesperados y lo odian, y no lo dejan porque tienen necesidades. La libertad es personal y cada uno la busca a su manera. Yo busqué mi libertad de una manera muy drástica, pero he sido muy feliz.
P. Sigue activa en su trabajo con estos temas. ¿Qué siente cuando cada mañana la sociedad mexicana se despierta con una nueva noticia de un feminicidio, otra desaparecida, una madre que inicia la búsqueda de su hija?
R. Una rabia enorme. Es realmente muy feo. Hice un video que se llama Mujeres volcanes, y son mujeres que abren la boca para gritar y sale un volcán. Usé foto fija en blanco y negro y videos de volcanes en erupción. Lo hice porque estoy harta y creo que todas las mujeres en México estamos hartas de esta violencia tremenda sin ver un futuro mejor, porque a nadie le importa. Es una sociedad que no tiene una decisión fuerte para salir a la calle y protestar.
P. Una de sus obras ha sido titulada Techo de cristal. México, un país profundamente machista, tiene por primera vez a una mujer en la presidencia. ¿Se ha roto el techo de cristal?
R. No y espero que sea ella la que mande y saque a este país adelante, que no comiencen a decir que las mujeres no servimos para nada y no podemos estar en el Gobierno.
P. Otro de los temas de su obra es el desplazamiento. Usted viajó a Nueva York y encontró ese escenario artístico que la inspiró, pero también hay un desplazamiento trágico. México es un país de paso de millones de migrantes. ¿Cómo ve ahora este problema?
R. Son muchos los lugares donde el desplazamiento está siendo gravísimo. En este momento, Israel está causando otro problema gigantesco. La migración allí está creando una pobreza terrorífica. Igual en Latinoamérica. Si tenemos malos gobiernos, lo que sucede es que todo mundo quiere irse. Nosotros, con nuestras fronteras, hemos sido el tapón para llegar a Estados Unidos y es gravísimo el problema de migración en México. Tristemente, el humano no aprende de experiencias. Uno nace con el cerebro en blanco y las experiencias las adquiere cuando las sufre, porque aprendes de que lo te sucede. Y el ser humano no tiene memoria y seguimos cometiendo los mismos errores, que no han servido para nada más que para atrasar la mejoría del mundo.
P. ¿El arte puede generar sensibilidad ante este problema, que crea otros como la xenofobia y racismo?
R. Con las cosas que he hecho en video sobre migración soy muy pequeñita para causar un revuelo, me encantará que la gente que vea mis cosas se cuestione estos temas, eso será una maravilla, pero no tengo ese poder. Yo hablo y me dirijo a la gente que llega al museo, pero el mundo del arte es diminuto comparado con los problemas gigantescos que existen en el mundo.
P. Sigue activa trabajando a sus 88 años. ¿Qué representa para usted seguir haciendo arte?
R. Es mi vida. Si no lo hiciera, mejor me muero, porque no sé hacer otra cosa. Mi mente sigue activa, aunque mi cuerpo está más deteriorado, pero todavía puedo hacer cosas. Las ideas vienen. Eso es curioso, porque mi teoría ha sido de que las ideas están en el espacio y uno crece para alcanzarlas y hay muchas personas en el mundo que crecieron para la misma idea, pero la interpretamos a nuestra manera. Mi cabeza sigue funcionando y va a seguir alcanzando ideas hasta que me muera.
P. ¿Le tiene miedo a la muerte?
R. Ninguno, cero, nunca, ni de joven. Al revés: Una cierra los ojos y si no despierta, ¿qué va a pasar? Nada. Ya vivió y una descansa.
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