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El primer día de Sheinbaum como presidenta: un domingo en martes, pero festivo al fin y al cabo

El país se detiene para la proclamación de la mandataria. En el centro y sur de la capital, su figura genera simpatía y expectativa, epítetos alejados de las pasiones de su predecesor, López Obrador

toma de protesta de Sheinbaum
Simpatizantes de Claudia Sheinbaum esperan en el zócalo la entrega del baston de mando.Nayeli Cruz
Pablo Ferri

Parece domingo en Ciudad de México, un domingo extraño, en martes, pero festivo al fin y al cabo. En el campus de la UNAM, cantidad de vecinos circulan tranquilamente por avenidas habitualmente concurridas, hoy cerradas al tráfico. Paseantes, ciclistas, corredores, gente con su perro disfrutan la mañana. Alrededor del pedregal de San Ángel, el panorama es extraordinario, un concierto de flores silvestres ante el enorme macizo sureño del Ajusco, que acuna las nubes despreocupadamente, esperando las lluvias de la tarde. El paisaje suaviza y no hay preguntas incómodas. Todo es comodidad, también la política.

Por estos jardines debió pasear Claudia Sheinbaum su juventud. Alumna de la Facultad de Ciencias de la UNAM, la primera presidenta de México, que acaba de jurar el cargo, estudió su licenciatura y su maestría aquí mismo y uno imagina sus devaneos entre clase y clase, sus paseos, los pájaros que vio. Hoy la facultad está cerrada, también el espacio escultórico, y la enorme serpiente de tezontle que cruza el pedregal, y que obliga a fantasear con pasados líticos y selvas urbanas. “¿Ella estudió física, verdad?”, pregunta Iveth Hernández, de 58 años, bióloga, egresada de la Facultad de Ciencias, como ella, que ha venido a pasear con su pareja y, si se da, a trotar un poquito.

“Sí, ella es física”, se contesta. “La vi hace poco en un programa, un documental en que aparece con su familia. La primera mujer presidenta es una cosa importante, y aparentemente de izquierda”, añade ella, experta en tortugas gigantes, habituales de las costas de México. “Nunca imaginé que llegaría a ver una mujer presidenta. No es que me interese mucho la política, pero esto es parte de un avance mundial” señala. Preguntada por sus gustos políticos, Hernández reconoce que no votó por Sheinbaum, “porque igual” se dejó “influenciar”. Aun así, tiene grandes esperanzas en la nueva presidenta. “Ha demostrado carácter y como mujer, seguro es menos egoísta que los hombres. Veremos si sucede”, zanja.

Le acompaña su pareja, Ricardo Hernández, estilista de 52 años. “Yo sí voté por ella”, admite, “y antes por [Andrés Manuel] López Obrador. Es que Morena siempre ha dado apoyos y en todos los partidos anteriores siempre hubo corrupción”, argumenta. Hernández dice que lo que más le ha gustado del sexenio que recién termina son las mañaneras, las conferencias de prensa matutinas diarias de López Obrador, que Sheinbaum mantendrá en su agenda, y los proyectos de infraestructura: los trenes, el nuevo aeropuerto... “Ah, y además salvaron el lago de Texcoco”, añade. “Yo creo que Sheinbaum seguirá la línea del presidente”, augura.

Las reflexiones escuchadas este martes resultan reparadoras, dadas las pasiones, fuegos y heridas del último mes, a cuenta de la ajetreada agenda legislativa, la reforma judicial y la Guardia Nacional. Ninguna de las personas entrevistadas, diez en total, ha expresado un rechazo tajante o una adhesión incuestionable a la nueva presidenta: calma, institucionalidad, moderación. Y no es que todos estuvieran a favor, al contrario, pero permea la idea del nuevo ciclo, predomina la imagen de una mujer al mando, la idea de que eso, al menos hoy, es suficiente.

Una persona sostiene un muñeco con la imagen de López Obrador en el zócalo de Ciudad de México.
Una persona sostiene un muñeco con la imagen de López Obrador en el zócalo de Ciudad de México.Nayeli Cruz

María de los Ángeles Cáceres, de 38 años, pasea con su perro cerca de Universum, un museo divulgativo de ciencias que hace las delicias de los niños cada fin de semana, en Ciudad Universitaria. “Le mando las mejores energías a la presidenta. Porque por ahí solo escucho que ‘qué horror, pero mandémosle buenas vibras. Este país siempre se levanta y ojalá que ahora una mujer lo levante”, dice. Cáceres no votó por Sheinbaum y tiene una opinión bastante mala de los años de López Obrador, sobre todo en cuanto a sus resultados en materia de seguridad, educación y salud. “Yo no coincido con Morena, pero creo que ella puede hacer cambios. El país está mal y urgen los cambios”, opina.

Unos kilómetros al norte, en la colonia Del Valle, la mañana transcurre igualmente tranquila. La Del Valle es una de las colonias más grandes de la alcaldía Benito Juárez, caladero de votos de la oposición. En la alcaldía, la presidenta recibió la mitad de los votos que su principal contrincante, Xóchitl Gálvez. Carlos Ruelas pasea tranquilamente sus dos cachorros de husky siberiano en el parque Tlacoquemécatl. Tiene 55 años y vive a unas cuadras de aquí. “La llegada de Sheinbaum es muy buena para el país. Es un cambio histórico y esperemos que nos apoye a todos en economía, en salud, en seguridad y en trabajo”, dice. “Que le pegue un cambio al país”, añade.

Varios de los vecinos entrevistados en la Del Valle este martes han mencionado el asunto de la seguridad, ninguno tanto como Ruelas. “Tenemos muchos problemas, mira lo de Sinaloa, lo de Zacatecas, lo de Guanajuato... Muchos problemas”. Para el hombre, la situación trasciende a las balaceras, a los asesinatos, que en el sexenio de López Obrador alcanzaron los 194.000. “Es el tema de la justicia. Porque López Obrador decía abrazos, no balazos y no. No es que queramos que los balaceen, pero algo más que abrazos”, dice, en referencia a los criminales. Ruelas ve un grave problema en la proliferación de la extorsión y cuenta el caso de un amigo militar, dueño de una tortillería que, cuando se negó a pagar lo que le pedían, sufrió un ataque con bombas incendiarias. “Nos quedan a deber mucho con la inseguridad”, critica.

Cerca de allí, un hombre, dueño de unos hermosos ojos azules, carga un garrafón de agua. Se llama Daniel Quiroz, cuenta 61 años y hace paletas de helado, que vende en la esquina del parque. “Para mí está bien la nueva presidenta, pero no me gusta que estén echando tanto relajo”, dice, con algo de vergüenza, como si estuviera mal lo que dice. Quiroz se refiere a la enorme bronca política de estas semanas, a cuenta principalmente de la reforma judicial, que ha generado marchas de la oposición, debates muy tensos en el Congreso y, en general, un clima de enorme desasosiego.

“Dicen que López Obrador va a estar detrás de ella, pero yo no creo, la verdad. Si gobierna bien, vamos a estar bien todos”, reflexiona. Preguntado por qué le diría, si tuviera la oportunidad de dirigirse a Sheinbaum unos minutos, Quiroz piensa unos segundos, 10, 20. “Pues yo le diría que haga como Obrador, que nos ayude a los de abajo, más que nada a los pueblos, que es donde está la pobreza. En esos pueblos por donde no pasa dios”, dice. “Que les llegue ayuda”.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).
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